MURCIA. La concentración de ácido butírico, que es la principal fuente de energía del colonocito y estimula la absorción de sodio y agua en el colon, hallada en los consumidores sugiere que una ingesta moderada de cerveza, y otras bebidas fermentadas, podría tener un efecto potencialmente beneficioso sobre la salud intestinal, según un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN-CISC) de Madrid. La investigación, que recientemente publicada en la revista 'Molecules', ha sido llevada a cabo por Natalia González-Zancada bajo la dirección de la doctora Esther Nova, y en ella se pretende dar luz a la contribución de las bebidas fermentadas a la composición de la microbiota intestinal, un conjunto de microorganismos vivos que habitan en el tubo digestivo.
En ausencia de otras diferencias dietéticas, el estudio no ha encontrado relación entre el consumo moderado de cerveza con cambios en la diversidad de la microbiota intestinal, pero sí con niveles más altos de algunas bacterias que desempeñan un papel importante en el ecosistema intestinal, ya que ayudan a digerir las fibras vegetales (Blautia, Pseudobutyrivibrio, Butyrivibrio y Johnsonella). Las asociaciones encontradas entre el consumo de cerveza y la abundancia de ciertos géneros de la microbiota y del ácido butírico sugieren, por lo tanto, un aprovechamiento de los componentes de la cerveza que podría resultar positivo para la salud intestinal. Pero hay que tener en cuenta que los efectos beneficiosos de la cerveza se observan únicamente cuando el consumo es moderado y responsable, por parte de adultos sanos, en el marco de una alimentación sana y equilibrada. Además, si se está tomando medicamentos, si se va a conducir, y en el caso de las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, el consumo de alcohol debe ser cero.
La dieta es un factor de vital importancia para la salud intestinal, ya que afecta en gran medida a la composición y abundancia de la comunidad microbiana. Y como parte de la dieta, los investigadores señalan, siempre hablando desde el consumo responsable, que "la cerveza aporta multitud de compuestos (minerales, vitaminas) como el flúor, el silicio, la colina y el ácido fólico en cantidades significativas, por lo que dos unidades (entre 400 y 600 mililitros) podrían proporcionar hasta el 10% de la cantidad diaria recomendada de estos compuestos".
Además, la cerveza es una fuente de fibra dietética y polifenoles de la malta y el lúpulo, que aportan sustratos para el metabolismo bacteriano y presentan propiedades antioxidantes. Por eso, la investigación de González-Zancada advierte que, dentro de un patrón de consumo moderado de bebidas alcohólicas, los efectos perjudiciales del etanol, si los hubiera, podrían ser contrarrestados por los efectos beneficiosos de los compuestos bioactivos.
Esto se debe a que el proceso de fermentación en el intestino produce energía para la proliferación microbiana y la producción de metabolitos como, por ejemplo, AGCC, que regulan las respuestas inflamatorias y la secreción de hormonas intestinales. "Si bien la evidencia científica sobre el consumo moderado de cerveza ha demostrado sus beneficios para la salud cardiovascular, la literatura científica sobre su relación con la microbiota intestinal es más bien escasa. La cerveza es la bebida con contenido alcohólico más consumida en todo el mundo, es una fuente de fibra dietética y contiene múltiples minerales y vitaminas en cantidades significativas", afirman.
Con esta investigación, continúan, "hemos podido observar que, además, el consumo moderado de cerveza tiene un efecto potencialmente beneficioso sobre la salud intestinal ya que favorece una mayor concentración de ácido butírico y de bacterias que desempeñan una función importante en la microbiota intestinal". Se entiende por consumo moderado de cerveza entre 400-600 ml/día en varones y entre 200-300 ml/día en mujeres.