MURCIA. Recuerdo aquellas asfixiantes mañanas de agosto en las que veía pasear al señor Ballesta, calle arriba, calle abajo supervisando las obras de Alfonso X, como ese faraón henchido de orgullo siguiendo los avances de su legado. Fueron un par de años duros para los que viven y trabajamos allí, soportando las inconveniencias de una obra tediosa, polvorienta y escandalosamente sonora.
"Hoy pueden disfrutarla de nuevo, desnuda, como nació"
Por fin la tierra prometida llegó y efectivamente se nos devolvió a los murcianos una de las calles más bonitas de la metrópoli. Conforme recorres sus quinientos metros vas adentrándote en la historia de la ciudad que ella te relata amablemente, como quien recorre una ciudadela desde los humildes extramuros hasta el noble castillo. Vas avanzando desde los edificios más austeros, in crescendo en señorío y poderío hasta ponerle el broche en Santo Domingo con la Casa Cerdá.
Bueno, pues hasta aquí no hay zombis, pensará usted… ¡Por ahora!
Posiblemente no frecuente esta vía o lo haga muy esporádicamente. No se preocupe que aquí estoy yo para ponerle al día de lo que pasa desde que se peatonalizó. Cada mañana cuando giro la calle, siento como si estuviera inmersa en el rodaje de aquella película de Tom Cruise y Cameron Díaz… ¡Sí, hombre!… Aquella que se hizo tan famosa en España porque las falleras estaban en Sevilla en la procesión del Cristo de los gitanos portando cirios cual manolas… Pues aquí igual. El alcalde tiene montado el mismo pollo que montó este devoto de la Iglesia de la cienciología.
Sepa que no puede adentrarse en esta noble vía si no está entrenado para la contienda. Me apuesto el cuello que los Navy Seals, considerados el cuerpo de élite más letal del mundo, de hecho fueron los que derrotaron a Bin Laden, entran ahí y se cagan encima.
Lo mismo te cruzas con una riada de padres empujando carritos y arrastrando niños en patinetes camino del colegio (¿desde cuándo se va en patinete al cole? ¡Al colegio se va andando de toda la vida de Dios!), que sorteas la línea de puntos que dibuja la distancia de seguridad de los usuarios del INSS, que tienes que esquivar tres terrazas hasta arriba de gente, que te chocas con las casetas de la feria de turno, que atropellas a un ciclista del carril bici. ¿Carril bici? ¿Dónde? Ya…, lo mismo pensé yo el día que por poco me llevo a un concienciado por delante. Como aquí a todo le echamos limón, lo habrán pintado con tinta invisible.
¿Qué va a ser lo próximo? ¿Correr los San Fermines el siete de julio? ¿Invitar a Curro Romero y encender el Real mientras comemos pescaíto? ¿Lanzar señales al espacio para que aterricen aquí los alienígenas en lugar de en Times Square, que es su sitio de siempre? Sí, sí, ahí…, en el cruce con Jaime I…, que van a flipar cuando se enteren que tarda menos el ovni en volver a Andrómeda que en llegar a Ronda Norte.
Este es el día a día de esta avenida, medio acera, medio asfalto, medio ecológica, medio sala de exposiciones… ¿Por qué no la dejan ser ella? Calle. Dónde pasear disfrutando los rayos de sol que se filtran entre las hojas de los árboles, donde se sientan los abuelitos a merendar mientras observan a los viandantes, donde adentrarte en los misterios de la ciudad.
Hoy pueden disfrutarla de nuevo, desnuda, como nació. Yo de usted no dudaría en visitarla ahora… Ya sabe…, antes de que lleguen los zombies.
Gracias por su lectura.