Hay que ser muy prudente para calificar declaraciones como las de Víctor de Aldama, uno de los presuntos cabecillas del ‘Caso Koldo’: un tipo acorralado judicialmente, que no está obligado a decir la verdad y que busca una vía de escape a toda costa. Y sobre todo que no ha presentado, de momento, ni una sola prueba. Por ahora, su testimonio no es más que un ventilador de graves acusaciones de corrupción y entregas de mordidas, signifique lo que signifique eso en el momento actual, tan polarizado y tan maniqueo.
Pero la prudencia hace años que se evaporó de la política, si es que alguna vez existió tal cualidad. Por eso son edificantes testimonios como el de Edu Madina, exdiputado y exdirigente del PSOE, que admitía tener un problema consigo mismo con su propia hemeroteca: "No le quiero dar credibilidad a este señor [Aldama], porque soy militante del PSOE, pero sé que tengo un problema conmigo mismo porque en su día se la di a Bárcenas, al ‘Bigotes’ y a Villarejo".
A diferencia de su amigo y, sin embargo, adversario político Borja Sémper, el tertuliano Madina se siente hoy liberado de todo corsé partidista, una condición muy valiosa para el oyente de radio en tiempos de trincheras ideológicas. Se agradece su confesión porque, entre otras cosas, pone en evidencia el sometimiento de todo político a las directrices de unas siglas. ¿Cuánto mejoraría la política si los partidos admitieran una voz discordante, aunque fuera sólo por ir al rincón de pensar? Cambio la pregunta: ¿Cómo reaccionarían ante un Aldama de otro partido quienes hoy lo califican como "menuda inventada"?.
Aldama, de momento, es la declaración de un imputado. Ni más, ni tampoco menos. El bosque tampoco debe impedir ver que el PSOE se enfrenta a su agujero más hondo y oscuro, porque Ábalos, antaño todopoderoso número dos del PSOE, fue el hombre que entonó el mensaje de la corrupción para derribar a Rajoy con la moción de censura. No era un cualquiera. El PSOE le apartó, actuó rápido y se desvinculó. Es lo mínimo, aunque parece insuficiente, porque, con toda la prudencia, el escándalo sigue ahí. Y las dudas aumentan cada día.