MURCIA. La triste noticia de la desaparición del UCAM ElPozo Murcia FSF, que se ha conocido este viernes y obedece a la falta de apoyos para seguir compitiendo en la Primera División femenina de fútbol sala, supone el adiós a un club con 38 años de vida -fue fundado en 1982- y que dominó su deporte a nivel nacional a principios de este siglo XXI.
La entidad ganó la Liga en la División de Honor femenina en las campañas 2001/2002 y 2002/2003 y, además, conquistó la Copa de España en 2002, 2003 y 2005 y la Supercopa de España ese mismo año.
A esos títulos añadió varios subcampeonatos como el liguero del curso 2003/2004, los coperos de 2004 y 2009 y el de la Supercopa de 2003 y 2004.
Jugadoras como Consuelo Campoy, Noelia Montoro, Vanesa Barberá, Alicia Morell y Cristina Pérez, todas ellas internacionales, y muchas más hicieron grande a este club que hizo que en Murcia no sólo se hablara de fútbol sala masculino con ElPozo y fue motivo de orgullo contar también con el mejor equipo de chicas de este deporte que había en España.
El FSF Murcia tuvo su origen en un grupo de niñas del barrio La Purísima que se juntaron allá por el año 1982 y que seis después se convirtieron en la Asociación Deportiva Olimpia. Este equipo representó a la Región en la Copa de la Reina y participó en la primera liga autonómica femenina que tuvo lugar en la campaña 1995/1996, de la cual se proclamó campeón.
En el curso siguiente ya participó en la División de Plata, segundo escalón nacional, cayendo en el grupo 2 junto a equipos de Andalucía, a los que se impuso para ascender como campeón a la División de Honor.
En la máxima categoría, tras unos años de adaptación, el ya UCAM FSF -la Universidad Católica San Antonio de Murcia entró en el club-, se convirtió en uno de los rivales a batir y en 2001 conquistó su primer título liguero y se inició su periodo de hegemonía en el fútbol sala nacional.
Ahora, 19 años después de aquel hito y tras ser uno de los clásicos de la liga española, el UCAM ElPozo Murcia FSF vive la cara más amarga del deporte como víctima de una situación económica que ya era frágil y que se ha visto derrotada por los efectos de la crisis del coronavirus.