Me parece muy leal la postura de algunos abalistas como Mercedes Caballero o Aarón Cano de no renegar de José Luis Ábalos ahora que se ha convertido en un apestado en su propio partido. La carrera política de Ábalos, llena de altibajos, se ha consolidado a base de lealtades a largo plazo que algunos no han sabido o querido corresponder. Cuando vienen mal dadas se reconoce a los verdaderos amigos, que en política son pocos. Cuando caiga Sánchez veremos cuántos le quedan.
Dice Diana Morant que con Ábalos, número dos en la lista electoral por Valencia que ella misma encabezó en las generales de 2023, apenas ha hablado "cinco o seis veces" en los últimos trece años. Serán algunas más, pero me lo creo. Roosevelt puso a Truman de candidato a vicepresidente sin apenas haber cruzado dos palabras con él –se lo buscó el partido para quitarse de encima al anterior vicepresidente–, y tampoco se trataron después porque Roosevelt murió tres meses después de ser reelegido. Si Ábalos no estuviera en la actual tesitura, la nueva líder del PSPV diría que tienen una buena relación y están en contacto. La memoria es así de acomodaticia. Ábalos es hoy en el PSOE "esa persona de la que usted me habla".
A Koldo García, su guardaespaldas, chófer y hombre de confianza cuando fue número dos del PSOE y luego ministro, aún dicen conocerlo menos en el PSOE, pese a las evidencias, por el riesgo que conlleva haber estado en contacto con él. Riesgo sobre todo mediático, porque se lanza el titular de que Fulanito o Menganita se reunieron con Koldo, y tanto Fulanito como Menganita pasan a ser sospechosos.
Confieso que conocí a Koldo un día de abril de 2018 que fuimos a entrevistar a Ábalos, un mes antes de la moción de censura con la que Sánchez llegó al poder y su fiel escudero a ministro de Fomento. El entonces secretario de Organización del PSOE nos citó en su casa, un modesto piso en un edificio sin ascensor en el barrio de La Zaidía, al que subimos después de desayunar en una cafetería cercana. En el piso, lleno de recuerdos del torero Heliodoro Ábalos ‘Carbonerito’ –su padre–, nos presentó a Koldo: "Es vasco, muy noble". Durante la entrevista, el guardaespaldas se quedó en el comedor entreteniendo al hijo pequeño de Ábalos, que a su lado parecía aún más pequeño.
Aquel reportaje en la revista Plaza, aunque han pasado casi seis años, mantiene su vigencia para quien quiera conocer la trayectoria del exministro y su forma de entender la política. "Ábalos, del barro a la cima", lo titulamos.
En la entrevista dijo cosas que hoy recobran actualidad, como esta respuesta a quienes le critican por llevar toda la vida en política: "Quien quiera lo puede intentar. De hecho, lo intentan casi todos. El problema es conseguirlo. No es fácil, aquí estás evaluándote continuamente y algunos hemos sobrevivido a situaciones que se hubieran llevado por delante a cualquiera. No hay tantas personas con esta trayectoria porque no es fácil sobrevivir a esto y, al final, significa que tú tienes un compromiso muy importante. Eso hay que valorarlo; hay gente que abandona o que no aguanta. Quienes dicen eso es porque creen que esto es un chollo o piensan que todo son satisfacciones cuando seguramente ha habido más momentos malos que buenos. Yo, que he pasado muchas crisis, digo que todos los días te dan ganas de dejar esto. Pero el compromiso es lo que cuenta y yo prefiero a las personas que tienen un compromiso largo".
El entonces dirigente nacional del PSOE hablaba así sobre la investigación de la presunta financiación ilegal del PSPV en 2007: "Es un tema que afecta claramente al proyecto político y a los valores que defendemos; a nosotros nos da igual si son de la casa o no lo son, cuando se hace mal, se hace mal". Seis años han tenido que esperar Puig y cía para devolvérsela, a propósito del caso Koldo.
El caso Koldo pertenece al género más repugnante de la corrupción, ese en el que el presunto enriquecimiento delictivo se habría producido aprovechando una situación de necesidad de la población. A la altura del caso Blasco, por poner un ejemplo cercano. O Harry Lime (Orson Welles) en El tercer hombre, cuando se justifica así ante su amigo Holly Martins (Joseph Cotten), señalando a la gente desde lo alto de la noria del Prater: "¿Sentirías compasión por alguno de esos puntitos negros si dejara de moverse?".
Como en otras ocasiones, se ha suscitado el debate de si Ábalos, que no está imputado, debe dejar el escaño. Por supuesto que debe hacerlo. Porque para asumir responsabilidades políticas no hace falta esperar a ninguna sentencia, basta con tener un poco de decencia. Además, se quitaría un peso de encima.