5/01/2021 -
MURCIA. De entre las numerosas informaciones confidenciales que llegan a este diario con asiduidad, no se encuentra, desgraciadamente, la incógnita fundamental en estos inicios de año que atravesamos: la lista de regalos que os van a traer Melchor, Gaspar y Baltasar. Tenemos fuentes de calidad, pero no tanto. En cualquier caso, queremos evitar que nuestros estimados lectores se encuentren un año más desenvolviendo una bufanda de color ratuno, el nuevo libro de Pérez-Reverte o un inenarrable objeto decorativo que quizás sufra un misterioso accidente y se rompa a los cuatro días. Así que, tenemos una propuesta para los Reyes Magos: cargar las alforjas de sus camellos con un amplio surtido de fotolibros que abarquen todo tipo de temas, tamaños y formatos. ¡Hasta nunca pack de calcetines, hola relatos visuales encuadernados!
Pero como es posible que Sus Majestades no estén muy puestos en esta galaxia de la imagen encuadernada, hemos consultados a un buen puñado de expertos en el tema para que ejerzan de aventajados asesores. ¿El resultado? Una selección de publicaciones imprescindibles que toman la fotografía como estandarte, como arma y como promesa; que juegan con ella, que experimentan, que investigan y que convierten ese proceso en una verbena de celulosa que hace bailar a las neuronas casi tanto como un temazo de Rafaella Carrá. Todos los fuegos son posibles en este torbellino de páginas que nos han recomendado: Borbones, autorretratos, conversaciones confinadas, árboles, colonialismo en África, identidad… ¡e incluso un montón de cuervos japoneses!
Si por casualidad, tú, lector, eres un paje real y te han encargado ir fichando ideas, este es el momento de coger lápiz y papel para que no se te escape ningún titulazo. Ale, en marcha.
Correspondencia en el patio de luces, de María León y LUCE (Autoeditado. Diseño de Iván Santana. Fotografías de Rubén Montesinos).
El primero en meterse en harina es Jorge Alamar, comisario, gestor cultural y director de la Fotoescuela y lo hace con una pieza que habla de comunicación, de complicidad, intergeneracional, de resiliencia y de que las señoras mayores son maravillosas. ¿En plena era digital a quién se le ocurre juntar el palo de la escoba, del mocho y de la mopa para construir uno más largo que acompañado de una pinza sirva para mantener una comunicación manuscrita y continuada con su abuela en pleno confinamiento?”. “LUCE es un artista en estado de gracia y Maruja una gran poeta tardía que en este libro nos demuestra que de casta le viene al galgo”, resume. Primer título cazado, seguimos.
Flow, de Mariia Ermolenko (Autoeditado)
Abre fuego ahora Lidón Forés, directora y profesora en Aula Foto Cine Lledó. Para esta lista de regalos a golpe de celulos, apuesta por Flow, un trabajo “sobre la distorsión de la memoria, sobre cómo el tiempo hace que percibamos cada historia de diferentes maneras, haciendo tambalear todo lo que dábamos por seguro de una forma bella, delicada y con múltiples lecturas. Lo que pensamos como eterno, la autora lo convierte en frágil y, paradójicamente, esto no puede ir más acorde con el año que hemos pasado”. Hecho a mano y forrado de tela, para esta especialista en la galaxia de la ‘fotobibliofilia’ (sí, nos hemos inventado el palabro, por favor, no llaméis a la policía de la RAE), se trata “casi de un ‘libro objeto’, tal y como diría Bruno Munari”.
Genealògic, de Cayetano Bravo (Autoeditado. Diseño de Rohan Thapa. Portadas y contraportadas hechas a mano por Vicent Jarque)
¿Hace cuánto que no acaricias la corteza de un árbol, urbanita descastado? “Se dice que los libros son transmisores de conocimiento, valores, cultura…De este se desprende que también lo son los árboles. Genealògic es un híbrido, un arbolibro cuyos frutos transitan de generación en generación. El bocado dulce de una naranja cultivada en campos de Favara o la herida en el pecho de un niño que un día cambió la PlayStation por una acequia” indica Alamar, a quien este “relato enraizado” le transporta hacia la canción de Nacho Vegas, Ser árbol (es el momento, lector paje real, de darle al play en Spotify).
Ciclos, de Mei Sa Guo (Debacle Ediciones. Diseño de Tapas Duras. Poemas de Ana Gorría)
Nuestra singuladura nos lleva a fondear en aguas asiáticas. “Esto es un entusiasta de Paterna que contacta por Facebook con una fotógrafa china a la que admira para proponerle hacer una publicación bajo el sello de una editorial llamada Debacle. No es un chiste, sino la última peripecia del fértil tándem compuesto por Paco Llop y Tapas Duras, esta vez para traer hasta Occidente un conjunto de delicadas, orgánicas y hechizantes imágenes en blanco y negro”, narra Alamar, a quien este libro, “por tamaño, estética y acabados” le recuerda a un tomo manga, “de esos que coleccionar. El primer número de las aventuras de Mei Sa Guo, en el que autorretratos, naturalezas y poemas se suceden del mismo modo que las bolas de un malabarista tratando de hipnotizarnos”.
En la misma frecuencia vibra Vicent Tena, fundador del colectivo fotográfico Imogen Calei y coordinador de las sesiones de PhotoBook Club en Castellón, pues también incluye Ciclos en la lista de fotolibros esenciales que pedirle a Melchor, Gaspar y Baltasar: “Sin desvelar claves para descubrir cuando el lector lo tenga en mano, la obra muestra a Mei desde la oscuridad, pero sorprendiendo en cada página, cuidando el tacto del papel en coherencia. Entrelazar los textos de Ana Gorría le da profundidad y dimensión poética. Debacle Ediciones nos sigue atrapando en cada nueva publicación”.
Las simples cosas, varias autoras (Autoeditado)
Fotos: Laia Sabaté, Helena Goñi, Maider Jiménez y Laura C. Vela.
Textos: Andrea Abreu, Carlota Visier, Elisa Victoria e Isaac Rupérez.
En este instante dispara Juan Reig, coordinador y alma del grupo de charla fotográfica Nerds Books: “Laura llegó un momento de este año en el que ya no podía más. No tengo la suerte de conocerla y saber si hizo pan o aerobic cuando la calma le ahogó. Si sé que reveló algunas fotos, leyó mucho y decidió llamar a fotógrafas amigas y a otras de las que admiraba su forma de escribir. Entre todas hicieron este maravilloso libro que une fotos y relatos cortos. “Mientras nosotros nos quejamos de lo difícil que es todo ahora, ellas lo han hecho. Y es muy bonito”, entona el impulsor de Nerds Books sobre Las simples cosas, otra pieza para comenzar 2021 inundando de belleza las pupilas.
Los últimos días vistos del rey, de Julian Barón (Autoeditado)
Alcanzamos ahora las orillas de Marta Martín Núñez, profesora de la Universitat Jaume I, quien opta por un cambio de tercio y nos traslada a una aventura de ecos borbónicos. Y es que, según la especialista en los discursos fotográficos contemporáneos, esta pieza constituye “una apuesta arriesgada que deconstruye el flujo del relato televisivo para señalar lo artificioso, posado y diseñado de los discursos de la monarquía española, a propósito de la coronación de Felipe VI. Qué mejor regalo para un día de Reyes”.
Estudio elemental de Levante, de Ricardo Cases (Dalpine)
Paella, instrumentos de viento, salitre, cemento…y mucho más. En este caso, el ejemplar publicado por Dalpine forma parte de la lista de deseos hilvanada por el coordinador del Photobook Club de Castellón. Se trata de un análisis retrospectivo “que sintetiza la esencia de una década de proyectos sobre el territorio valenciano. Con su característico lenguaje visual, escenas surrealistas, uso del flash y elementos característicos de la cultura y el contexto, es una publicación con la esencia de Ricardo Cases”, resalta Tena.
Infovirus, de Paula Lorenzo (Autoeditado y autodiseñado)
¿Estáis apuntando? Que luego se nos olvidan los títulos, solo nos acordamos de que la portada era azul y todo son llantos y crujir de dientes. Seguimos. Al aparato, de nuevo, el coordinador de la Fotoescuela. “A través de Infovirus, una publicación enferma en la que un cuerpo de imágenes sufre los peligrosos síntomas del engaño informativo. La fotógrafa, perteneciente al colectivo Cúmul, cuestiona la facilidad con la que nos tragamos cualquier supuesta información sin dedicar ni 5 minutos a comprobar su veracidad”, relata Alamar, quien considera como “el gran acierto de este librito” su tono “tragicómico, llevado a cabo mediante un divertido entramado expresivo que orbita entre el gesto performativo, el collage confuso y la fotografía doméstica de webcam”.
Woman go no’gree, de Gloria Oyarzabal (Editorial RM)
Según señala Lidón Forés, Oyarzabal presenta aquí una apuesta “sólida” en la que tratan asuntos como el género, la identidad, el colonialismo y el feminismo blanco en África occidental, “en un discurso en el que se cuestionan los clichés y estereotipos de nuestro feminismo eurocéntrico, de nuestra propia mirada. Lo hace de una forma arriesgada y bella a la vez, con imágenes encontradas, con archivos e imágenes realizadas por ella misma”. Bola extra para indecisos: Woman go no’gree logró el premio al Mejor Libro del Año del prestigioso Paris Photo-Aperture 2020.
Ravens, de Masahisa Fukase (MACK)
Y a continuación, una de cuervos. “Es un clásico y para muchos uno de los más importantes fotolibros publicados. Este fotógrafo japonés tuvo una vida emocional bastante turbulenta que plasma de una manera magistral en estas páginas”, rememora el fotógrafo Jesús Monterde Puig. “Todo el dolor que Fukase sintió durante su vida puede sentirse en las páginas de esta obra de arte, es toda una lección de vida y supongo que para él fue todo un exorcismo con el que pudo liberarse un poco de sus fantasmas”, sostiene el creador, quien defiende que el arte “enseña, acompaña y puedes descubrirte a ti mismo dentro de cualquier pieza, lo que te ayuda a crecer como persona. Ravens me ha enseñado a gestionar mejor los momentos más difíciles”.
Galerna, de Jon Cazenave (EXB/Dalpine)
Seguimos nuestra expedición por esta jungla de celulosa editada y arribamos a un proyecto “fruto de quince años de trabajo en el que el autor cuestiona su propia identidad a partir del territorio al que pertenece”, explica Forés. “Aquello de que el paisaje es la representación de un territorio desde un punto de vista con una herencia cultural y social determinada, no lo sabía, y descubrir aspectos como la memoria en él ha sido maravilloso y me ha permitido fotografiar de una manera mucho más abierta y pensarme en el propio paisaje de forma libre y subjetiva”, comentó Cazenave en la última edición de Fiebre Festival, “y nada mejor que meditar esta idea para entender el discurso en el que aquí se nos introduce”, recuerda la docente. Así, las imágenes que integran esta pieza se nos presentan, al principio de la lectura, “enmarcadas entre las páginas blancas del libro para, posteriormente, ir aumentando su tamaño hasta hacer desaparecer los márgenes e introducirnos de lleno en el discurso donde el blanco, al final, volverá a ser protagonista”. Y ya entrando en cuestiones de ‘piel’, Lledó destaca el rol que juega en este volumen la rugosidad de sus páginas “que, sin esperarlo, cambia, convirtiendo al libro en un objeto de lectura táctil”.
Galerna también enseña las orejas en la selección de Monterde: “Me siento muy identificado con su obra. Ambos buscamos nuestros origines desde territorios diferentes y necesidades distintas”. En esta línea, afirma que acercarse al universo de este creador se asemeja a “viajar a nuestra prehistoria y descubrir de dónde vienen nuestros sentimientos, emociones, pensamientos más profundos, como individuos y como sociedad”.
Heaven Help Us! A Diary of a Global Pandemic, de Mario Zamora (Autoeditado)
“Mario Zamora, con su enorme capacidad para generar otras visualidades de las imágenes a las que nos enfrentamos a diario, crea un diario visual de los días más duros del confinamiento alejándose del imaginario recurrente que nos envolvió aquellos días como un gesto de resistencia”, subraya Marta Martín. Así, la investigadora especializada en cultura visual indica cómo en este tomo las “imágenes rítmicas de los cielos que nos marcaban el paso de un tiempo que parecía detenido se alternan con una profunda mirada a los titulares globales y las portadas que se repetían día tras día”.
El corazón, de Pascual Arnal (La Documental Edicions, diseño de Formo)
Los cuentos, esas fábulas narradas junto al fuego, transmitidas de generación en generación, instaladas en lo más profundo de nuestra esencia colectiva, centran el ejemplar en el que nos toca deternos en este momento. “Sexta publicación del autor, se adentra en el proceso inverso de la lectura del cuento. Así como los cuentos nos evocan imágenes, el autor ofrece el propio cuento desde la representación simbólica, a partir de imágenes”, explica Vicent Tena. Para él, este título constituye “un diálogo, una interpretación constante, diferente en cada momento y para cada lector”.
Y por si todavía no estabais convencidos de incluir este título en vuestra carta a los Reyes Magos, resulta que también os lo recomienda Juan Reig. Así lo cuenta él: “El día que conseguí tener el libro lo llevé a casa entre mis brazos apretado en el pecho. Como los libros de cuentos de cuando era pequeño. Porque el último libro de Pascual Arnal no es más que eso, un libro de cuentos. Desearás volver a ser niño para que Pascual te ‘lea’ La Falsa Madre y te cuente el porqué de las tres manzanas, o ese extraño círculo en Hechizo. Pero lo más seguro es que te diga que tú mismo imagines tu cuento. Con sus fotos. Y sucederá: No te los sacarás de la cabeza”.
Bueno, venga, Melchor, límpiate las migas de turrón de la barba, haz el favor, y ponte a darle caña al papel del regalo y los lazos, que tenemos mucha faena pendiente. ¡Pajes y camellos, a vuestros puestos, esos paquetes no van a entregarse solos y hay que sembrar fotolibros de Oriente al Mediterráneo!