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el tintero / OPINIÓN

"¿Te bajas a fumar?"

La realidad es que uno abre los periódicos y ya no sabe si es real lo que lee, es una tomadura de pelo más de los gobernantes actuales o simplemente está leyendo las cabeceras de humor e ironía que siempre han existido

13/02/2020 - 

En los años universitarios muchos pasábamos largas noches de “estudio” en la biblioteca, por aquel entonces abrían hasta las 24 horas, públicas y privadas, con los años y los recortes extienden su horario pero no siempre durante todo el día, algo lógico porque muchos confiábamos en las milagrosas horas nocturnas que siempre parecen extenderse más que las diurnas y por tanto ser más productivas, pero la realidad es que los estudiantes teníamos (y tienen) la capacidad de distraerse leyendo las instrucciones de un extintor o planificando al detalle, como si de una operación militar se tratase, las próximas vacaciones con los amigos. 

De aquellos maravillosos años, que si no me falla la memoria era el título de una entretenida serie televisiva, recuerdo con especial simpatía la frase que un compañero de fatigas y razonamientos a la luz de la luna en los muros de la carcelaria biblioteca de Gregori Mayans, en el Campus de los Naranjos, solía pronunciar para animarnos a hacer un alto en el estudio y salir a conversar, divagar y en cierta medida arreglar el mundo junto a una máquina de vending. Se acercaba a la mesa y decía “¿un piti?” y allá que nos levantábamos sintiendo la agradable sensación de liberación que suponía abandonar en la mesa de la biblioteca ese código subrayado con diferentes colores. 

La expresión es coloquial y equivale al “¿salimos a fumar?”, puesto que piti es el diminutivo de pitillo, forma coloquial de llamar al cigarro. Lo curioso del asunto es que ninguno fumábamos, sí, salíamos a tomar algo, normalmente esos cafés en vaso de plástico de las máquinas, pero la expresión breve y directa (¿un piti?) encerraba la idea de hacer un descanso, un alto, una pausa, un tiempo para conversar y renovar las ganas por seguir cultivándonos (entenderán cierta ironía en esta última frase). La cuestión es que el hecho de salir a fumar era y es una categoría de descanso en cualquier situación, sea una jornada de estudio o de trabajo, como suele serlo el tomar un tentempié, como su nombre indica, una pequeña picada para seguir al pie del cañón. Pero jamás nadie se planteó si eso es tiempo de trabajo o no, como cuando uno va al baño, tarde más o menos, no se plantea si computa como horas extra, vacaciones o día de libre (in)disposición. 

Toda esta historia es porque sale en los medios estos días la sentencia de la Audiencia Nacional dando la razón a una gran multinacional y avalando que las pausas para tomar un café o fumar se descuenten de las horas trabajadas. Sinceramente, si seguimos poniéndonos así de estupendos, no se donde vamos a acabar, pero bien, seguro que no. Hace mucho tiempo que cuando comenzaron este tipo de polémicas, absurdas en mi humilde opinión, pensé: al final cerrarán la mitad de los bares de España si nos cargamos el almuerzo, algo tan patrio y extendido en nuestra tierra. Estos días hablaba con el propietario de uno de los templos del almuerzo y los bocadillos en Valencia, me comentaba que clientes habituales de algunas empresas cercanas ya no iban a comer porque apenas tenían quince o veinte minutos de pausa. Ridículo y creo que incluso contraproducente para el bienestar y la felicidad del empleado, que todas las compañías dicen buscar. 

El gran Gistau

Esta vez una parte de mi columna, de este Tintero que cada semana asoma en este diario digital, quiero dedicarlo al recuerdo y el homenaje de uno de los más grandes periodistas que hemos podido disfrutar en España, David Gistau que acaba de marcharse al cielo a sus 49 años y dejando una numerosa familia, este gran escritor y periodista supo comentar la actualidad con brillantez y su peculiar visión del mundo. Como homenaje, quiero recordar uno de sus más emotivos textos en su columna ‘Del Martini al Meconio’, donde dejó escrito: “Por primera vez en mi vida, temo morir. Me siento obligado a permanecer aquí al menos 25 años más, los que él pueda necesitarme, y en eso no quiero fallarle. Mi hijo no ha de ser lo que yo fui: un adolescente enfadado con el mundo porque se le murió el padre demasiado pronto. Voy a dejar de fumar.” DEP

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