MURCIA. A veces, solo hace falta detectar una carencia para convertirla en oportunidad. Es lo que hicieron Juan Miguel, José y David Espinosa cuando un equipo de recogida de residuos les propuso, como propietarios de una empresa de construcciones metálicas, la creación de un sistema más cómodo y sencillo con el que anclar los contenedores urbanos en un punto determinado y evitar desplazamientos indeseados por los efectos del viento, la lluvia y las pendientes.
Así pues, mientras que para muchas compañías la pandemia trajo consigo grandes pérdidas, para los hermanos supuso un momento de inflexión y el punto de partida para un nuevo negocio. El proyecto despegaría junto a Pedro Morata, el cuarto socio y el gerente de Magnut desde su fundación a principios de este 2021. Solo en ese momento, cuando empezaron a ver la luz al final de la crisis sanitaria actual, decidieron lanzar su producto al mercado. “La pandemia nos ha servido como un periodo de reflexión para poder desarrollarlo y buscar una estrategia comercial”, explica Morata a Murcia Plaza.
Con todo, el sujetacontenedores de la empresa villenense, patentado y certificado, permite que el depósito soporte rachas de viento de más de 120 km/h y que los servicios de recogida puedan vaciarlos con mayor facilidad. Hasta la fecha, aclara el cofundador de Magnut, la mayoría de sistemas implantados eran aquellos que abrazaban el perímetro del contenedor con una especie de asa, de modo que para sacarlo y meterlo era necesario levantarla cada vez y cuadrarlo en el punto exacto. En este caso, en cambio, la sujeción atrapa el contenedor por imán con tan solo acercarlo. Además, apunta Morata, a diferencia de los mecanismos habituales, el de Magnut orienta el contenedor hacia la acera, de forma que las personas pueden depositar la basura sin bajar a la carretera. Y en caso de colisión con un vehículo, este no sufriría daños porque el contenedor se desplazaría sin desanclarse.
Al margen de la seguridad, el gerente destaca un plus en las funcionalidades de su invento: la posibilidad de utilizarlo como espacio publicitario. Un valor añadido que, según detalla, serviría a los ayuntamientos para compensar el gasto y, por tanto, financiar su adquisición. No obstante, remarca que aunque el precio de sus sujetacontenedores depende del volumen de cada pedido, estos son más económicos que los existentes hasta ahora teniendo en cuenta las características que reúnen.
En efecto, los clientes principales de Magnut son los propios ayuntamientos y las diputaciones provinciales, de quienes, asegura Morata, están recibiendo “muy buen feedback”. Aun así, puntualiza: “Ya se sabe que entrar en las administraciones públicas es muy costoso, porque los concejales tienen que llevarlo a pleno, aprobarlo… No es una venta tan directa como en el ámbito privado, pero estamos en el camino”. Así pues, señala otros nichos de mercado a los que podría interesarles el producto: centros deportivos, comunidades de propietarios o sitios residenciales. Por ahora, confiesa, no les han llegado propuestas, pero trabajarán por atraerlas.
En apenas unos meses, no solo han distribuido sus soportes imantados entre los municipios de la zona, sino que han recibido solicitudes de unidades de prueba desde Málaga, Úbeda, Cehegín, Conil o Arcos de la Frontera, entre otros. En el extranjero, tampoco descartan adentrarse: “Nos encantaría, pero de momento estamos centrados en el mercado nacional”, argumenta el gerente. Su recorrido todavía es corto, aunque suficiente para ampliar ya su catálogo: “En un principio, nuestro producto estaba destinado a sujetar los contenedores de carga trasera, los de cuatro ruedas, y ahora hemos desarrollado un sistema para los de dos y otro para los de carga lateral”, precisa. La competencia —subraya Morata— es tan alta en el sector del mobiliario urbano que su intención es desmarcarse. Con este propósito, estiman que, a partir de 2022, “cuando el proyecto realmente arranque”, su volumen de ventas roce las 10.000 unidades anuales.