MURCIA. Son tan antiguas como la televisión y, antes de ella, también existían películas así, con episodios independientes y un ligero hilo de unión que justificaba la reunión de las diversas historias. Son como un libro de cuentos o relatos breves, como una antología, de ahí el nombre con las que a veces se les denomina. Son esas series en las que cada capítulo es un relato diferente. Y aunque hay donde elegir, vamos a fijarnos en dos llegadas hace poco: la segunda temporada de Modern Love y Solos, ambas en Amazon.
Ambas tienen muchos elementos en común, incluso siendo una de ellas, Solos, una serie de ciencia ficción. Coinciden en la estructura antológica. Coinciden en los temas: el amor, el desamor, la soledad, la memoria, el duelo, la pérdida, la incomunicación. Coinciden en el hecho de poner al frente a intérpretes de renombre, que actúan como estímulos para atraer al público. Coinciden en que ambas tienen un tenue hilo que justifica la antología: en el caso de Solos se trata de enfrentar a un único personaje a una situación concreta vinculada con la tecnología del futuro y, en Modern Love, se adaptan casos extraídos de la columna del New York Times del mismo nombre. También coinciden, y esto les pasa a todas las series de este tipo, en que unas historias, inevitablemente, son más interesantes que otras. Y es fácil que, si las ves seguidas, acabes mezclándolas en tu cabeza.
Solos es una serie creada por David Weil, quien además la dirige junto a Melina Matsoukas y Sam Taylor-Johnson. Es evidente que parte de su origen está en la situación de pandemia y confinamiento, no solo por la dificultad de llevar a cabo rodajes, también por la temática. Así que se han unido ambas cosas, llevando la acción a un futuro cercano, un poco al estilo Black Mirror, pero con mucho menos mordiente. El resultado son siete historias con un único decorado y un intérprete… más o menos. Y es que la presencia tecnológica permite, por ejemplo, desdoblar al personaje o que interactúe con una inteligencia artificial con voz.
Aunque algunas temáticas son específicas del género, como los viajes en el tiempo, la exploración espacial o la inteligencia artificial, su presencia está al servicio de inquietudes profundamente humanas como el aislamiento, la identidad, la familia, la memoria o la maternidad, en un episodio particularmente inquietante, que bordea el género de terror.
Los intérpretes son, nada más y nada menos, que Helen Mirren, Anne Hathaway, Morgan Freeman, Dan Stevens, Uzo Aduba o Anthonie Mackie. Sin embargo, la que consigue una interpretación verdaderamente memorable es la mucho menos conocida Constance Wu, con un monólogo canónico (no hay interactuación, ni desdoblamiento) que mantiene el interés gracias a su trabajo y su capacidad expresiva, cambiando con una tremenda facilidad de registro y emoción.
En general, la sensación que deja Solos es que daba para más, que se queda corta, en una cierta complacencia que fía gran parte del resultado a la pericia de los intérpretes. Aun así, tiene la ventaja que este tipo de series ofrece y es que, si no te gusta un capítulo, el siguiente puede que sí. La irregularidad puede ser una ventaja.
Algo parecido, con mayor irregularidad, le pasa a la segunda temporada de Modern Love que, como en su primera tanda, plantea historias de amor contemporáneas, aunque esta vez el calificativo ‘moderno’ encaja mejor que en la temporada anterior, que hacía poco honor a su título. La serie está creada por John Carney y tira menos de nombres conocidos que Solos.
Junto a capítulos de escaso interés, como el protagonizado por Garrett Hedlund y Anna Paquin, “La sala de espera de los separados”, una historia mal contada, hay otros que se quedan en la memoria, como el de Minnie Driver, “Carretera con curvas con la capota bajada”, verdaderamente emocionante, o el de Kit Harington, “Extraños en un tren (a Dublin)”, que acaba resultando una comedia romántica entretenida y simpática en tiempos de coronavirus, completamente asumido en su argumento. Tal vez el mejor es el titulado “¿Tú cómo me recuerdas?”, muy ingeniosa vuelta de tuerca a las formas distintas en que se ve una relación por cada una de las partes.
Tanto Solos como Modern Love son series profundamente emocionales, que lo juegan todo a despertar sentimientos, identificación y empatía en los espectadores. Si eso no se consigue, el fracaso está asegurado. Y al final, la forma de saber lo que ha funcionado es fácil: ¿qué capítulos recuerdas? ¿qué historias se han quedado en tu memoria? En realidad, con que sean dos o tres, ya vale la pena su visionado. Hay series que no lo consiguen jamás.