BRUSELAS. Los silencios de las tardes de domingo se convertían en eternos desde la skyline de La Villa, cuya línea roja se divisaba desde todos los puntos cardinales de la ZonaZero-BXL. La Tieta se había quedado atrapada de nuevo entre la incertidumbre y la NuevaNormalidad. Para los ilusos que esperaban que el virus pasara ya de una vez, LosOtros preparaban una campaña de desintoxicación de la conspiración global.
Para los que esperaban, esperanzados, a que llegara el verano, la primavera les golpeó con toda la brutalidad con que se puede poner fin a la vida. El gobierno de la Unión volvió a cerrar mercados y fronteras. El gobierno de la Unión volvió a recomendar parar el mundo. Y hubo quien se bajó.
No estábamos preparados para gestionar un encierro perenne, como las hojas de los árboles en el Territorio-EuropaSur. No queríamos creer que el virus mutaría eternamente, haciéndose resistente a las vacunas, que iban sucumbiendo una tras otra, como los ciudadanos nacidos antes de la pandemia.
El Territorio-Europa se pertrechó de nuevo para salvar el verano, con un enfoque común que le permitiera ”recuperar nuestro modo de vida europeo, de manera segura y sostenible, controlando el virus”. Éstas fueron las directrices adoptadas por todos los gobiernos. Un “desideratum”, en realidad, porque las distintas mutaciones del virus avanzaban de forma descontrolada desactivando las vacunas ya conocidas.
El certificado verde digital o Pasaporte Covid, ya estaba en marcha. Fue el antecesor al eHealth Passport actual. Incluía la vacunación, las pruebas y la recuperación de los ciudadanos europeos ante la pandemia. La expedición, verificación y aceptación de certificados facilitaría la libre circulación dentro de la Unión, “basada en un respeto estricto a la no discriminación y de los derechos fundamentales de la ciudadanía de la UE”, dijeron.
En la primavera de 2021, antes de que se decretara la vacunación postparto -en aquella época, todavía se nacía por parto-, llegaron los kits de autodiagnóstico de la covid-19, ante la imposibilidad de realizar pruebas PCR continuas a los 450 millones de ciudadanos de la Unión en continuo movimiento.
Había dos modalidades de kits: de frotis con hisopo y de punción digital. Los gobiernos publicaron orientaciones técnicas sobre las pruebas de autodiagnóstico para la covid-19, incluidos detalles sobre su disponibilidad, su rendimiento clínico en comparación con las pruebas de RT-PCR -consideradas «estándares de excelencia en aquellos tiempos-, sus implicaciones para la notificación y la vigilancia epidemiológica, y los parámetros para su uso adecuado. Nada de todo esto dio resultado. Los altos porcentajes de error y de fraude pronto aparecieron, ya que no se podía controlar que la prueba se correspondiera con el emisor o con una nariz amiga y libre de virus.
El intercambio de datos entre las autoridades de rastreo de contactos de los Estados miembros se impuso en los viajes transfronterizos, tanto en aviones como en trenes. Se siguieron utilizando los QR o formularios digitales de localización de pasajeros, con el objeto de recopilar los datos de quienes entraban en su territorio.
Todas estas medidas intentaron adoptarse antes de la temporada de viajes de verano, casi sin esperanza. Porque no había servido de nada durante la segunda ola, ni tampoco durante la tercera. Todo ello fue antes de que el virus cambiara de nombre. Tendría que pasar el verano para comenzar a reconocer el virus de la covid-21. Fue cuando se dieron cuenta de que los millones de vacunados comenzaban a enfermar.
-No me extraña, David, si ni siquiera usaban escafandra en sus salidas al exterior. Fíjate que hasta se quejaban de llevar la mascarilla y protestaban por las calles pidiendo libertad. "Libertad o socialismo", decían paradójicamente. Pero si es ElPartido el que nos ha dado la oportunidad de desplazarnos en libertad…
-¿Cómo llevas el chip, Laura? Creo que no es conveniente que pienses esas palabras si no lo tienes en modo avión…