BRUSELAS. ¿Qué está pasando con un virus que distingue por naciones para matar? Italia y España encabezan el ranking de contagios y mortandad en territorio europeo, y mundial después de China, por coronavirus desde que este virus aterrizó en nuestro continente. Es más, también su capacidad de matar es mucho más alta en estos dos países que en Alemania, el tercer país en número de contagios hasta el momento. Las medidas preventivas, el sistema sanitario, la capacidad de respuesta ante el primer caso… Ninguno de estos parámetros explican el por qué de estas distinciones. Y aún teniendo en cuenta que las medidas de prevención, recomendadas por la Unión Europea, no se han seguido con la misma intensidad en los distintos países y que, además, su correlación no es directamente proporcional a la contención del virus.
No lo explica tampoco la estadística actualizada por la Comisión Europea a través del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), y coordinadas por el equipo de Coordinación de Respuesta al coronavirus, con cinco comisarios al frente. Por ejemplo, los datos ofrecen un bajísimo nivel de enfermos de coronavirus en Suecia, con 1.623 casos de contagio y 16 muertos. Mientras que en Italia, los contagiados son ya 47.021, con 4.032 muertos en apenas un mes y concentrados en dos regiones del norte, Lombardía y Véneto. En España, segundo país en número de contagios, la cifra a 21 de marzo alcanza los 19.980 contagios con 1.022 fallecidos, y ello tras una semana de cuarentena y con la población confinada en estado de alarma.
Dejando aparte la gestión de la crisis sanitaria, la fortaleza del sistema de salud o el envejecimiento de la población en los países del sur, entre otras variables, cabría analizar si las medidas de prevención entre la población han sido las adecuadas. Ene este sentido, y teniendo en cuenta las recomendaciones de la Unión Europea, las medidas decretadas por el Estado español han sido las más estrictas y restrictivas de todo el espacio comunitario, incluyendo Italia, que fue el primer país en recluir a la población y en cerrar fronteras.
No obstante, en la última semana, son varios países los que se van sumando a adoptar medidas de restricción de movimientos a sus ciudadanos, siempre en clave de recomendación, sin incluir reclusión o límites a la circulación bajo sanción, como es el caso de Italia y España. Aún así, comparativamente siguen siendo medidas bastante más laxas. Bélgica, la capital europea, ha cerrado, escuelas y comercios -excepto alimentación y farmacias- y ha recomendado el teletrabajo hasta el punto de que las instituciones europeas con sede en Bruselas han cerrado sus puertas al pública y sus representantes se reúnen por videoconferencia. No obstante, está permitido pasear en familia y hacer deporte en solitario. Tampoco hay control respecto a realizar visitas a casa de amigos, queda bajo la responsabilidad de los ciudadanos. Las medidas se adoptaron el miércoles con vigencia hasta el 3 de abril, mientas se cerraba al tráfico aéreo el segundo aeropuerto internacional del país, Charleroi. Bélgica tiene 2.257 contagios y 37 fallecidos. Hace dos semanas, en Lovaina, los centros médicos realizaban la prueba de coronavirus al estilo coreano: los ciudadanos se acercaban en coche hasta la puerta y, sin salir, por la ventanilla, se les hacia el test. Era la zona más afectada. Una forma adecuada para no colapsar los hospitales.
En Países Bajos, con 2.994 contagios, hay 106 fallecidos. Los holandeses no están obligados a recluirse. De nuevo, el gobierno recomienda que se trabaje en casa, pero siguen abiertos los comercios y los bares, la gente pasea y hace deporte. Hay que señalar, que tampoco se hacen tests extensivos a la población. Similar actitud presentan los países nórdicos, como Suecia, que no hace tests, trabajadores sanitarios en farmacias, donde se realiza el primer diagnóstico de un catarro, no llevan protección. La gente hace vida normal. Tienen 1.623 contagios y 16 fallecidos. Estas cifras, no obstante, no son porcentuales según el número de habitantes en cada país.
Por su parte, Alemania, con cifras similares de contagio que España, 18.323 contagios, sólo tiene 45 fallecidos, hace cinco días aún no había adoptado las restricciones que tenemos en España, con cierre de escuelas, tiendas, bares, museos, centros deportivos, prostíbulos (son legales)… Incluso, los restaurantes pueden abrir hasta las seis de la tarde, aunque limitando el número de comensales y estableciendo una distancia mínima. Es más, pueden abrir los mercadillos, las peluquerías y las lavanderías. Los hoteles no aceptan turistas pero sí nacionales y s visitas a los hospitales se restringen para los menores de 16 años. Aún así, la restricción no se acerca a la española.
¿Es que los alemanes tienen más ventiladores en la UCI? ¿Es que salen menos y se besan menos? ¿Su sistema de salud es mejor? ¿Su salud es mejor? Hay quien se pregunta si la forma de contabilizar contagios e incluso fallecidos es la misma en todos los países, si se hacen pruebas a todos los enfermos o sólo a algunos, si los sistemas mixtos de salud público-privados hacen la prueba a todos sus pacientes… Incluso hay quien se pregunta si se contabilizan juntos o por separado en todos los países por igual los fallecidos con coronavirus y los fallecidos por coronavirus.
La cuestión es que las recomendaciones de la Unión Europea no han sido seguidas por todos los Estados miembros en igual medida, y que los más estrictos son los que cuentan con más contagios y con más fallecidos.
Entre las recomendaciones de la agencia europea ECDC, se establece priorizar para hacer el test a los pacientes “hospitalizados con infecciones respiratorias agudas graves”. También a la personas de edad avanzada con afecciones médicas crónicas subyacentes que muestren signos de enfermedad respiratoria aguda, dado que pueden necesitar ayuda respiratoria más rápidamente. Si la epidemia es local y los recursos lo permiten, las pruebas de todos los pacientes con infección respiratoria. También recomienda “eliminar la prioridad de las pruebas de pacientes con síntomas leves o pacientes que no están en grupos de riesgo”.
Bruselas se basa en el consenso científico internacional para recomendar el "distanciamiento social para prevenir o demorar la propagación del virus” y “proteger a los grupos de población más vulnerables, como los ancianos o las personas con afecciones subyacentes”. Por ello, el Centro Europeo para la Prevención recomienda que “todos los Estados miembros de la UE introduzcan medidas comunitarias de inmediato, independientemente de su situación nacional”. Estas medias deberían estar coordinadas por todos los Estados y revisadas según evolucione la epidemia.
Las medidas comunitarias concretas son: evitar darse la mano y besarse, así como evitar transportes abarrotados, reuniones no esenciales y reuniones masivas. La población en general debe quedarse en casa siempre que sea posible y limitar los contactos. Los alimentos y el suministro de productos esenciales no están en riesgo y no es necesario comprar grandes cantidades de bienes. Es posible que sea necesario tomar medidas más estrictas, incluidas las cuarentenas obligatorias.
Además, se recomienda que todos los Estados miembros de la UE adopten al menos las siguientes medidas: aislamiento obligatorio de pacientes con COVID-19; autoaislamiento voluntario de poblaciones vulnerables como los ancianos y aquellos con afecciones médicas; cierre de lugares de reunión social y cultural como bares, discotecas, restaurantes, cafeterías, museos, teatros, cines, clubes deportivos, etc.; cierre de sitios religiosos, incluidas iglesias y cancelación de eventos religiosos; cierre de instituciones educativas y guarderías;: promoción del teletrabajo; reducción del contacto entre empleados y clientes; todas las reuniones masivas (eventos deportivos, conciertos, festivales, conferencias, fiestas, manifestaciones políticas, etc.) deben detenerse.
Por último, la Unión recomienda con especial detalle medidas de higiene general, desde el lavado de manos hasta el uso de mascarillas faciales. El lavado de manos riguroso debe hacerse con agua y jabón durante al menos 20 segundos. Alternativamente, se recomienda limpiar las manos con soluciones a base de alcohol, geles o pañuelos de papel. Cubrir la boca y la nariz al toser y estornudar usando un pañuelo de papel o haciéndolo en el codo bloquea las gotas que podrían transmitir el virus de manera más eficiente. El uso de máscaras quirúrgicas disminuye el riesgo de infectar a otros cuando lo usa una persona afectada por el virus. No hay evidencia sobre la utilidad de las mascarillas que usan las personas que no están enfermas. Y añade que es importante dejar máscaras para los profesionales de la salud.