La vida de un aspirante a Mister Universo
Matías Castellanos realiza una preparación durante meses en la que sube hasta los 115 kilos y después llega a la competición por debajo de 94,3. Mucho más duro que el entrenamiento, que puede incluir hasta tres sesiones diarias, es seguir la dieta. Ahora mismo solo come pollo, vegetales y arroz. Muchas noches, el cuerpo le despierta y le exige algo más de comida. Una lucha sin cuartel contra su instinto de supervivencia, su gen de cazador