'en llamas'

Naomi Klein vuelve a las librerías con la receta del Green New Deal para combatir el cambio climático

En su último ensayo, la activista, escritora y académica canadiense defiende la viabilidad de un plan radical y global para combatir la crisis medioambiental que toma inspiración en el Plan Marshall a finales de los años cuarenta y en el rescate activado por Roosevelt tras la Gran Depresión de 1929

18/02/2021 - 

MURCIA. La adolescencia se pinta muchas veces como un periodo inestable pero divertido, pero todos sabemos que en gran medida es una caverna de terrores. La diferencia es que el teenage angst de esta era no responde a una rebeldía abstracta ni de origen hormonal. Muchos jóvenes viven con la angustia (y el cabreo) de saber que sus mayores les van a dejar el planeta hecho unos zorros. El director y guionista francés Sébastien Marnier capta muy bien esta idea en La última lección (2018), una película que hace creer al espectador que está viendo un thriller sobre chavales sombríos que se comportan como autómatas con conductas suicidas, cuando en realidad es una cinta política sobre una generación que considera que su futuro ya se ha ido al garete.

Naomi Klein (Montreal, 1970) tiene clarísimo que esa juventud cabreada es la piedra de toque de la profunda transformación en nuestra economía y en nuestro modo de vida que puede salvarnos de la debacle medioambiental. Ese giro radical tiene que partir, por supuesto, de la acción coordinada de los gobiernos nacionales, pero con la presión implacable de los movimientos sociales. Este plan drástico tiene un nombre -Green New Deal y, ni es nuevo, ni lo ha acuñado esta famosa activista, escritora y académica canadiense. Eso sí, indudablemente, Klein es una de sus embajadoras más pertinaces e influyentes. 

Dentro del think tank internacional a favor del Nuevo Acuerdo Medioambiental podríamos destacar otros nombres, como por ejemplo el de la economista sudafricana Ann Pettifor, una post-keynesiana que lleva más de una década abogando por este gran acuerdo global a través de varios libros, el último de los cuales se publicó en 2019: The Case for the Green New DealEn la arena política, el rostro más conocido es el de la congresista demócrata estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez.

Desde que publicó en 2001 el best seller No Logo. El poder de las marcas, Naomi Klein se convirtió en una especie de “estrella del rock” y, al mismo tiempo, en un personaje incómodo para ciertos sectores económicos y conservadores. Su denuncia contra los abusos de las grandes corporaciones, las políticas neoliberales y sus efectos en el medioambiente se ha plasmado en libros súper ventas como La doctrina del shock, Esto lo cambia todo y Decir no no basta.

Su último ensayo no trae consigo ninguna solución verdaderamente novedosa, pero es una herramienta muy interesante para explicar de forma clara y sin tecnicismos de qué trata el Green New Deal y por qué, en su opinión, no es una utopía inalcanzable. En llamas (Paidós, 2021) reúne más de una década de artículos escritos por Klein en diversas cabeceras -su firma aparece con frecuencia en medios como The Guardian, The New York Times, The New Yorker o Le Monde- así como conferencias públicas y diverso material inédito. Crónicas desde Nueva Orleans devastada tras el huracán Katrina; sobre el derrame de petróleo de BP en el golfo de México en 2010 o sobre la destrucción de la Gran Barrera de Coral en Australia. 

¿Más de lo mismo?

El enfoque del Green New Deal (Gran Acuerdo Ecológico) es drástico y revolucionario porque supone dar la vuelta como un calcetín al sistema económico y, al mismo tiempo, luchar contra la pobreza, el racismo y todas las manifestaciones de desigualdad. En otras palabras, solucionar de una vez todas las crisis sistémicas de nuestra era. 

Nada de impuestos para reducir las emisiones de carbono y tímidos derechos de emisión. “El principal problema de los enfoques gradualistas es que simplemente no pueden llegar al objetivo”. Los científicos nos están diciendo que necesitamos reducir a la mitad las emisiones globales en tan solo 11 años.

Entonces, ¿qué alternativa se plantea? Descarbonizar completamente la economía en una década; eliminar de golpe todas las subvenciones directas a combustibles fósiles; inversiones públicas masivas en energías renovables -consideran que la nuclear es demasiado cara y lenta de implementar, y con riesgos añadidos como el almacenamiento de recursos-; inyecciones masivas de dinero público en transporte público y ferrocarril de alta velocidad; un tipo impositivo global mínimo para evitar que empresas como Google o Apple esquiven sus obligaciones fiscales; reducciones del 25% a los prepuestos militares y expandir los bosques exponencialmente. 

Ese proceso de transición, explica Klein, tendrá momentos duros. Muchas pérdidas de empleo a corto plazo, pero que podrán absorber los sectores verdes, que a su vez “deberán ser protegidos para garantizar puestos de trabajo y niveles salariales”. Todo ello acompañado de sanidad universal, educación superior gratuita, acceso a la vivienda asequible y un amplio abanico de medidas para reducir la desigualdad y la injusticia social dentro de los países y a nivel internacional. Es decir un sistema productivo nuevo acompañado de un cambio radical en las pautas sociales y de consumo por parte de los ciudadanos. Suena a capítulo de la Aldea del Arce, pero Naomi dice que no lo es.

El problema de fondo es que el plan de descarbonización rápida y a nivel global del que habla el New Deal exige un grado de coordinación y compromiso colectivo que está en las antípodas de esa idea inoculada por Thatcher a finales de los ochenta -y que todavía pervive- de que “el concepto de sociedad no existe”. Que lo único que existen son los individuos y las familias (en su sentido más convencional). 

Precedentes históricos

Para demostrar que el Green New Deal no es ni de lejos tan poco práctico o realista como afirman algunos críticos, Klein nos invita a mirar al pasado. Concretamente al New Deal original impulsado por el presidente Franklin D. Roosevelt, que sacó de la pobreza a millones de familias que habían sido duramente castigadas por la Gran Depresión de 1929. Fue un plan de transformación económica de gran alcance “que demostró que las infraestructuras y los valores que rigen una sociedad se pueden alterar de forma drástica en tan solo una década”. 

Otro precedente histórico interesante se dio, en opinión de Klein, en la Segunda Guerra Mundial. “Los poderes occidentales transformaron sus sectores de fabricación y hábitos de consumo para luchar contra la Alemania de Hitler. Se cambiaron las herramientas de las fábricas para que produjeran barcos, aviones y armas. Para que el ejército no careciera de alimentos y combustible, los ciudadanos cambiaron radicalmente su estilo de vida: en Gran Bretaña, prácticamente dejaron de conducir a menos que fuera por necesidad. Entre 1938 y 1944, el uso del transporte público aumentó un 87% en Estados Unidos y un 95% en Canadá. En 1943, veinte millones de familias estadounidenses plantaron huertos en sus hogares para cultivar el equivalente al 42% de las verduras y hortalizas consumidas ese año”.

Una analogía todavía mayor se dio en el periodo de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, con el Plan Marshall, una especie de New Deal para Europa Occidental y del sur. El Gobierno de Estados Unidos invirtió miles de millones de dólares. ¿Cómo es posible que, ahora que lo que está en juego es la supervivencia total de la humanidad, no seamos capaces de reeditar ese propósito colectivo?, se pregunta Naomi Klein.

¿Es asumible con la crisis económica del Covid-19? 

En llamas se publicó originalmente en 2019, pero su traducción al castellano nos ha llegado en febrero de 2020, y se echa en falta un apéndice de última hora en el que la autora actualizase sus argumentos en base a los acontecimientos que hemos vivido el pasado año. Quizás la victoria de Biden sea demasiado reciente, pero ¿cuáles son los efectos que puede tener la crisis sanitaria y económica del coronavirus en la agenda del Green New Deal? 

La pandemia ha provocado una caída en picado de los vuelos comerciales y el derrumbe del turismo, lo que es un desastre económico, pero reduce la huella de carbono que suponen estas actividades. La UE ha vinculado muchas de sus ayudas de rescate a proyectos regionales y nacionales de economía verde. En el extremo opuesto, se ha disparado hasta límites insospechados el uso de plásticos de un solo uso por motivos de higiene, y las prioridades de los gobiernos están ahora depositadas casi exclusivamente en la vacuna y en evitar el hundimiento de sus economías. ¿Dónde nos deja esto? ¿Nos ha catapultado varias casillas atrás, o nos impulsará hacia adelante? Para conocer su opinión al respecto, tenemos que salir del libro y buscar en la hemeroteca reciente. 

En una entrevista concedida al diario The Guardian el pasado mes de julio, Klein afirma: “Si miramos atrás aquellos momentos de la historia en los que se han producido grandes cambios, son momentos como el actual”. “Cuando la economía va relativamente bien, el tipo de soluciones que ofrecen los Gobiernos tienden a ser neoliberales y basadas en el mercado, impuestos climáticos o políticas basadas en energías renovables que se perciben como elementos que encarecen el coste de la energía. También impuestos al carbono que elevan el precio de la gasolina. En cuanto llega la recesión, no cabe duda de que el apoyo a ese tipo de políticas se evapora. Lo vimos después de la crisis financiera de 2008”.

“Las únicas oportunidades que nos pueden llevar a un cambio social rápido, grande, que actúe como catalizador es en momentos de gran depresión o guerra. Siento que tenemos una oportunidad”.

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