MURCIA. Una voz sin igual y una presencia escénica trabajada desde la infancia, así como renovar el género del bolero no han sido suficientes para borrar la imagen de un Luis Miguel, más interesante como un personaje de teleculebrón, que por sus aportaciones al mundo de la música.
A Luis Miguel, como a muchas estrellas populares con éxito masivo, le persigue la etiqueta de hacer música facilona y de poca calidad, a pesar de que sus canciones han marcado a generaciones enteras de todas las clases sociales. ‘Cuando calienta el sol’, ‘La Incondicional’, ‘Hasta que me olvides’, compuesta por Juan Luis Guerra; ‘Culpable o no’, ‘Ahora te puedes marchar’ y ‘Suave’ son solo algunos de sus temas más famosos.
Nacido en Puerto Rico, de padre español, madre italiana y nacionalidad mexicana, es uno de los artistas latinos más grande de los últimos años. Sus canciones han llegado a la cúspide de las listas de popularidad, ha recibido varios premios Grammy y discos de diamante, oro y platino por sus altas ventas.
Realizó un tema con el icónico Frank Sinatra, participando juntos en el tema ‘Come Fly with me’, incluido en un disco de duetos del estadounidense. Ha trabajado de la mano de Manuel Alejandro, uno de los compositores españoles más exitosos de los últimos tiempos, autor de clásicos de estrellas como Raphael, Rocío Jurado y Julio Iglesias.
El fenómeno de El Sol, como se le conoce popularmente, alcanza lo que pocos logran: Borrar las diferencias socioeconómicas. Su voz se escucha en los altavoces de las barriadas y en las discotecas más exclusivas.
Y sobre todo: Consiguió acercar el cancionero tradicional a un público nuevo. Logró darle nueva vida al bolero acercándolo a una audiencia que no se identificaba con grandes canciones como ‘La Barca’, melodías que la juventud veía vetustas y anticuadas. De la mano del maestro Armando Manzanero dio nuevos aires a clásicos como ‘El día que me quieras’, ‘No sé tú’, ‘Te extraño’, ‘Somos Novios’ y ‘La Media Vuelta’.
A través de una serie de discos que empezó con Romance, el artista consiguió que los boleros se convirtieran por encanto en la música de moda. De repente padres e hijos fueron capaces de cantar al unísono, derribando barreras generacionales.
Incluso para los que ven poca audacia en su rescate de los clásicos y en su mezcla de soft rock y baladas pop, hay sorpresas como el escándalo que provocó a los 13 años al interpretar ‘Decídete’, un tema con alta connotación erótica, que despertó indignación y obligó a sus productores a crear una versión de menor voltaje para pasar la censura.
Esto no detuvo a Luis Miguel, que siguió explotando la imagen de latin lover meciendo su cabello, sonriendo con esos dientes sospechosamente blancos y un bronceado eterno. Por las páginas de la prensa rosa pasaron sus imágenes al lado de famosas como la presentadora de MTV Daisy Fuentes; la cantante Mariah Carey; la actriz Sofía Vergara y la presentadora de televisión Mirka Dellanos.
Una de las partes más oscuras de su historia personal fue terreno fértil para el cotilleo: Su temprana paternidad y su ausencia en la vida de la hija que concibió con Stephanie Salas, nieta de Silvia Pinal, la actriz protagonistas de películas tan emblemáticas como Viridiana y El Ángel Exterminador de Luis Buñuel.
Sus desplantes, su lejanía, sus excentricidades y sus líos legales y económicos parecían haberlo condenado al olvido. En ocasiones ha sido abucheado por el público por su falta puntualidad o por su comportamiento errático sobre el escenario. València no ha sido la excepción. El concierto que ofreció en Marina Sur en el 2018 empezó con más de una hora de retraso.
Cuando parecía que El Sol se había apagado resurgió en una maniobra brillante aupada por Netflix. La serie basada en la vida del cantante le devolvió su fulgor y le salvó de la ruina. Ahora se redime capítulo a capítulo destapando la explotación y maltratos a los que lo sometió su padre y su dolor por la desaparición de su madre y conquista a una nueva audiencia, logrando extender su leyenda.