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tribuna / OPINIÓN

Los poderes maniatados

31/12/2019 - 

Estaba tomando algo con unos amigos y, de pronto, ese ambiente de diálogo y jovialidad se vio violentado por una notificación de mi teléfono móvil. Aquella, para mi perplejidad, me informaba de que el líder interino de ERC y sus colegas encarcelados, Oriol Junqueras y Raül Romeva, estaban reunidos en la cárcel de Lledoners para hablar de la investidura de Pedro Sánchez. No pude evitar enseñarles dicho mensaje a mis allegados ante la estupefacción que me produjo ese anuncio. En España los reclusos eligen al presidente del Gobierno. Vaya país de pandereta. Quizá por eso, en una conversación telefónica entre dos mafiosos que escuché en una ocasión, uno le decía al otro que empadronara su domicilio criminal en España porque en nuestra nación los delincuentes tienen más beneficios que en el resto del viejo continente. Para que luego digan que tenemos un sistema judicial garantista…

En España, y más cuando gobierna un individuo que tiene como único objetivo agradar a los que han quebrantado nuestro Estado de Derecho, el que pretenda velar por la justicia y por el cumplimiento de las leyes, es perseguido, repudiado. Si no, que se lo digan al actual diputado en el Congreso por Ciudadanos, Edmundo Bal -abogado del Estado-, que debería haber ejercido como tal en el juicio del procés de no ser porque la ministra Delgado le cesó de manera improcedente al no acatar su deseo de modificar la acusación de rebelión a sedición. Con alevosía, le pidieron que cambiara la tipificación delictiva para que a los presidiarios independentistas les cayera menos pena de la que deberían haber soportado. Inmiscuyéndose en el poder judicial, el ejecutivo atentó contra la separación de poderes, y generó escenas surrealistas durante el proceso del 1 de octubre cuando en algunos flashes, la letrada del Estado parecía ser más la defensa de los acusados que el amparo del Estado de Derecho.

Un cuerpo, el de la abogacía del Estado, al que parece haberle cogido el gusto el ejecutivo. Si el cese de Edmundo Bal para agradar a los rupturistas ya fue escandaloso, ahora tenemos a un gobierno que parece estar dispuesto a seducir a ERC presionando a los letrados para que liberen a Junqueras. Los socialistas le están siguiendo el juego a los secesionistas al entrometerse en unas competencias que no les corresponden. ¿De qué sirve llenarse la boca de independencia judicial si luego no hacen más que intentar fusionar los tres poderes en uno? Por los hechos los conoceréis, decía un hombre sabio. Unas actuaciones, que demuestran que, al comunismo -disculpen que obvie al socialismo, pues creo que el verdadero Presidente de Gobierno va a ser Pablo Iglesias-, siempre le ha gustado que el Estado se entrometa en todas las esferas de la vida pública y privada. 

Una omnipresencia, que estos son los que más ansían tenerla. Utópicamente, sueñan con controlar todo, con tomar todas las decisiones relevantes, con, sin ir más lejos -como ha soslayado el secretario de Estado de comunicación, Miguel Ángel Oliver-, filtrar hasta las preguntas de los periodistas para no incomodar al gobierno evitando cuestiones inoportunas e impertinentes. Luego estos son los que gritan por los derechos y por la libertad. Paradójico cuanto menos… En una ocasión, un allegado me preguntó qué, por qué si me consideraba más socialista que liberal, no dejaba de criticar a la izquierda y a todo lo que representaba. Un servidor, con media sonrisa en el rostro, como el que está a punto de dar con la clave de un complejo algoritmo, le señalé, que, si daba tanta caña al socialismo, era porque no me sentía representado por las formaciones que abanderan dicha ideología. 

Y no me abanderan, porque hacen lo contrario de lo que predican. Pedro Sánchez dijo en campaña que nunca gobernaría con el apoyo de Podemos y con el de los independentistas, y a la semana siguiente se estaba abrazando con Pablo Iglesias en la Moncloa y Adriana Lastra estaba de risas con Gabriel Rufián. También dijo que se respetaría la independencia judicial, y ahora tenemos a unos convictos esperando a que el presidente del Gobierno les dé una palmadita en la espalda en forma de indulto para apoyar su perpetuación en el poder. El mismo jefe del Ejecutivo que echó a su predecesor por higiene democrática esta dispuesto a negociar con el demonio para seguir yendo a conciertos en el avión presidencial, y para continuar montando chiringuitos para sus amigos que no tienen donde caerse muertos. Como decía mi profesor de teoría del Derecho, soy de izquierdas, no gilipollas. Si Descartes señalaba que no había que fiarse ni del que nos ha engañado una sola vez… ¿Cómo vamos a creer a un individuo que nos ha mentido por doquier?

Ilusos son los que votaron al PSOE esperanzados en tener un gobierno constitucionalista y progresista… No me gusta rezar el, “ya te lo dije”, pero mis compadres socialistas, saben bien que desde el primer momento que se repitieron elecciones, no me cansé de decir que Pedro Sánchez no dudaría en negociar con los que quieren romper España y en utilizar todos sus recursos a su alcance -incluso manipular al poder judicial-, para dormir cuatro años más en el colchón de la Moncloa. Poder, al que quiere llegar, no de la mano de los defensores de la democracia -ya se ve como esta declinando por activa y por pasiva la vía Arrimadas-, sino de los secesionistas que aspiran a destruir nuestro sistema.  

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