El viernes 28 de mayo se publicará en EE UU el índice de Precios del Gasto en Consumo Personal, el indicador de inflación preferido por la FED
MADRID. En una semana -la pasada- en la que ha habido pocos movimientos de importancia entre las principales divisas, el giro de los bancos centrales de Europa del Este ha sido el protagonista, lo que impulsó al zloty polaco y al florín húngaro a lo alto de la clasificación. Los precios de las materias primas cayeron -con un previsible efecto en las divisas dependientes del petróleo-, y el peso chileno (arrastrado por la caída del precio del cobre y por el incierto resultado de las elecciones a la Convención Constitucional) y la corona noruega fueron los grandes perdedores de la semana.
Los datos a nivel mundial han sido algo más variados, con algunos indicios de debilidad en Estados Unidos. Sin embargo, los índices PMI de actividad empresarial -que a nuestro parecer son los mejores indicadores anticipados de la actividad económica- han tenido fuertes repuntes y fueron mejor de lo esperado en la Eurozona, EE UU y Reino Unido (una buena señal para nuestra optimista visión de la economía mundial este año).
Los nuevos datos sobre la inflación se han convertido en el principal interés de los mercados, y el de divisas no es una excepción. El viernes se publicará en Estados Unidos el Índice de Precios del Gasto en Consumo Personal (PCE), el indicador de inflación preferido por la Fed. Otra sorpresa alcista podría alterar a los mercados de bonos de todo el mundo.
Las noticias sobre el crecimiento del primer trimestre fueron débiles -como se esperaba-, pero los mercados pasaron por alto estos datos (un tanto obsoletos) y se animaron por la fuerte e inesperada subida del índice PMI de servicios, que situó el dato compuesto en 56,9, el más alto hasta ahora en el repunte de la pandemia y lo que es sin duda un buen presagio. Los datos preliminares de la inflación de mayo no estarán disponibles hasta la próxima semana. Esperamos que el euro suba lentamente conforme los mercados asimilen la convergencia de los datos de vacunación y el repunte económico entre EE UU y la zona euro, ya una realidad.
Aunque los tipos de interés en EE.UU. siguen en rangos ajustados, las actas de la reunión de abril de la Reserva Federal -publicadas la semana pasada- mostraron que una minoría de sus miembros se siente algo incómoda con el drástico cambio de la institución hacia la tolerancia a la inflación. Por ahora, el mercado no espera una reducción de las compras de bonos del Tesoro por parte de la Fed hasta 2022. Creemos que la inflación tenderá a dar sorpresas alcistas en los próximos meses, pero coincidimos en que el umbral político para que la Fed abandone su postura extremadamente acomodaticia es ahora muy alto. La combinación de las presiones inflacionistas y la reticencia de la Fed a retirar los estímulos seguirá lastrando al dólar en los próximos meses.
La libra esterlina superó la semana pasada al euro y se convirtió en la divisa del G10 que mejor se comportó. El desempleo cayó en abril y las ventas minoristas aumentaron un considerable 9%, pero lo más importante es que el índice PMI se mantuvo en un nivel muy alto de 62, lo que indica una expansión muy fuerte en todos los sectores. Por otro lado, la inflación aumentó, aunque de forma leve hasta ahora y dentro de lo esperado. Por lo general, es un escenario positivo y seguimos siendo alcistas respecto a la libra, pero deberíamos estar muy atentos a la propagación de la variante india de la covid-19, principal riesgo para nuestras previsiones sobre Reino Unido.
Enrique Díaz-Álvarez es director de Riesgos de Ebury