MURCIA. Sí, yo también ando buscando cosas de los borbones para ganarme la vida ahora que es un tema recurrente y, por casualidad, he encontrado un libro extraordinario, Los borbones en pelota, de Isabel Maura Burdiel Bueno, una obra que reúne una colección de 89 acuarelas que compró en 1986 la Sección de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional. Aludían en su mayoría a los finales del reinado de Isabel II y los personajes públicos del momento, como la propia reina, el consorte Francisco de Asís, el confesor de la reina, Padre Claret o el presidente del consejo de ministros, Luis González Bravo.
Las dudas sobre su autoría no están resueltas. Podrían haber sido los hermanos Bécquer, Gustavo Adolfo, el poeta, y Valeriano, el pintor. Aunque hay investigadores, señala la introducción, que sostienen que podría tratarse del pintor republicano Francisco Ortego. Por lo visto, mencionar a los Bécquer supuso un drama en su día: "El revuelo entre los becquerianos y becquerianistas fue considerable. Resultaba difícil acomodar la sensibilidad exquisita del más lírico de los poetas del XIX, y la no menos delicada de la pintura costumbrista de su hermano, a la brutalidad manifiesta de aquellas imágenes". El caso es que Sem, quien firmaba estas acuarelas, podría ser también un seudónimo colectivo usado por varios personajes de la época.
Lo importante a tener en cuenta es que estas caricaturas estaban destinadas a abonar el terreno para la revolución de 1968, desgraciadamente infructuosa, y hay que saber entender que reflejan los valores que se asociaban a la monarquía y lo que se esperaba de ella desde un punto de vista no solo histórico, sino moral y social. La tan citada representatividad. Partamos de la base de la primera que nos ha llamado la atención.
Dice así el título de la imagen: "Por probar de todo… / de tirarse a un pollino encontró modo". Y la explicación: "Escena especialmente degradante. En una caballeriza, acto de zoofilia entre la reina y un joven asno. Un recurso muy habitual, por otra parte, en la literatura satírico-pornográfica del siglo XVIII europeo". El análisis histórico de esta recopilación se dirige con buen tino hacia la obsesión que había con la sexualidad de la reina. Independientemente de la ideología que hoy se pueda profesar basada en hechos y argumentos lógicos, estos dibujos tenían cierta singularidad porque retrataban a una "reina escandalosa", la fabricaban, como ahora se fabrican imágenes de personajes públicos en las redes sociales.
En esta imagen, Carlos Marfori, noble, alcalde de Madrid, uno de los más cercanos consejeros de la reina Isabel, tiene relaciones con ella sobre su marido, el rey, Francisco de Asís, mientras ella ayuda a su confesor, el padre Claret, a penetrar a su pareja. Parece que la combinación entre pornografía y política fue frecuente en Inglaterra y Francia durante el siglo XVIII. Un ilustrado español, Antonio Ponz, escribió en su Viaje fuera de España en 1783 sobre el fenómeno completamente escandalizado.
"escribió sobre el grado de politización y la libertad de expresión que ejercían las clases populares londinenses en sus acaloradas discusiones en «hosterías, cafés, pastelerías, tabernas y semejantes recintos, donde se come, bebe y conversa con amplia libertad y sin el menor recelo…» y por donde circulaban «sátiras […] y otras estampas ridículas para hacer burla del ministerio», a veces con un fuerte contenido obsceno"
Observen esta otra acuarela. Sentada está en su poltrona, con chulo, cetro y corona. Son, tras un banquete, la reina Isabel, Carlos Marfori y Luis González Bravo. El pene de este último sirve de pene, lógicamente, y de cetro. González Bravo era un progresista que había evolucionado hacia lo que la autora define como "ultramoderantismo". Tuvo que ser muy crack, porque después de ocupar diversas carteras, cuando por fin llegó la revolución, huyó al exilio y se afilió al carlismo. Con boina roja falleció en Biarritz en 1871.
También Leandro Fernández de Moratín se refirió en Apuntaciones sueltas sobre Inglaterra en 1793 a las acuarelas satíricas que se encontró en ese país. Puro escarnio británico, del que hoy nos ha legado sobre todo la mejor comedia existente.
"En unas está el Rey de Inglaterra cagando en un bacín, y celebrando al mismo tiempo consejo privado con sus ministros, representados en figuras de lobos, garduñas, zorras y aves de rapiña. En otras le están estos metiendo proyectos por el culo con una jeringa, y al paso que los recibe por detrás los va vomitando encima del Parlamento, que está en cuclillas, recibiendo con grande humildad cuanto el Rey le envía. En otras está el Príncipe de Gales […] en actitud de caer sobre su querida lady Fitz-Hebert, que está ya en el suelo, panza arriba, con las piernas abiertas para recibirle […]. En otras hay un besaculos general, empezando por el Rey, a quien siguen los ministros, el Parlamento, el Clero, el lord Corregidor y el pueblo de Londres, que es el último; y a este en vez de besársele, se le azotan cruelmente unos sayones que le gritan al mismo tiempo: ¡Libertad, prosperidad! ¡Viva la Constitución!".
Hay que tener presente, a la luz de esta información, de que hoy, en nuestro siglo XXI de las lucecitas, muchas de estas representaciones serían constitutivas de delito en algunos de los países que conservan la monarquía. En España, ha habido secuestro de publicaciones y la revista satírica El Jueves sufrió un cisma por someterse a la autocensura con una imagen de estas características. No es cuestión introducirse ahora en polémicas legales, solo hay que constatar que para punks, los de hace doscientos años. Esta lectura es un buen antídoto contra el adanismo.