MURCIA. Hay otra manera de contar las historias que permanecen en la sombra. De esta premisa parte la exposición A un tiempo. Unos higos y un cántaro, de la artista Cristina Mejías, que hasta el 31 de enero permanecerá expuesta en el Espacio 2 del Centro Párraga. En esta muestra, la narración como experiencia y como herramienta de transmisión del conocimiento se mezcla con otros campos como la arqueología, la antropología, la música o la artesanía en la producción de una creadora que "busca los testimonios y las voces locales para relatar una historia no oficial, la que no podemos leer en los grandes manuales".
Señala Ana García Alarcón, comisaria de A un tiempo. Unos higos y un cántaro, que "este proyecto expositivo reúne una serie de trabajos de la artista ya producidos, que han sido revisados y repensados para este espacio, proponiendo piezas instalativas desde una nueva mirada. Además, cuenta con una videoinstalación de nueva producción que reúne los proyectos La máquina de Macedonio y Los practicantes del sueño, ambos de 2020, que han sido presentados en la sala de una forma enfrentada generando un tercer capítulo vinculado a las investigaciones de Mejías con la comunidad Wayúu".
"Los sueños y cómo contarlos, las pequeñas historias y las voces locales se convierten en protagonistas del relato de esta muestra", explica la comisaria, quien apunta que, por ejemplo, en la serie Boca y hueso la artista "habla desde el oficio del luthier, el cual se traduce en conocimientos que se transmiten de maestro a maestro y evoluciona bajo una enseñanza oral y empírica". Asimismo, explica que Cristina Mejías viajó a Gavdos (Grecia) en 2017, uniéndose a un grupo de arqueólogos en el yacimiento de Katalymata, "donde el hecho histórico se vincula con la producción cultural contemporánea, donde los mitos y leyendas de sus habitantes completan los relatos de la excavación. Vemos en todas estas obras un hilo invisible que conecta diferentes historias, muchas de ellas ocultas, otras olvidada". Igualmente, señala que la pieza textil que forma parte de La máquina de Macedonio se realizó durante la estancia de la artista en Maracaibo. "Para su elaboración, trabajó con una comunidad de Yaguasiru siguiendo un patrón de trabajo en el que participaron varias generaciones".
"Podemos decir que Mejías se acerca a estas personas y sus lugares en su deseo por aprender, por escuchar e invitarlas a narrar sus relatos del mismo modo que lo haría una antropóloga cultural. Los objetos pasan a un segundo plano para ir más allá, para investigar sobre quién los hace y por qué, para así poder comprender mejor su papel en la sociedad y el lugar al que pertenecen. El acercamiento a las narraciones y técnicas artísticas de las civilizaciones, nos ayudan a intentar entender mejor diferentes formas de compartir conocimiento desde el arte", añade Ana García Alarcón. "En este sentido, este proyecto busca hablar de esos pequeños relatos, de esas pequeñas historias que permanecen en la sombra".
Cristina Mejías (Jerez de la Frontera, 1986) es licenciada en Bellas Artes por la UEM, NCAD de Dublín y Máster en Investigación en Arte y Creación de la UCM. Tras varios años trabajando en Berlín, actualmente vive y trabaja en Madrid. Además de haber expuesto en numerosas salas y ferias, su obra se encuentra en colecciones como CA2M, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo CAAC, Colección Meana Larrucea, Colección Navacerrada, Fundación Mendoza (Caracas, Venezuela), Colección Kells (Santander) o Colección Alicia.
Por su parte, Ana García Alarcón (Murcia, 1981) es doctora en Teoría e Historia del Arte en la Edad Contemporánea (UCM). Forma parte del equipo de actividades culturales de Centro Centro (Madrid) y es miembro del grupo curatorial 1er Escalón (con Miguel Ángel Hernández e Isabel Durante), editora -junto a Ana Robledillo-, de la editorial La Maleza y colaboradora honorífica del departamento de Historia del Arte de la UCM.
