Lara Ruzafa, murciana de 31 años, reclama una mejor atención por parte del sistema público para retomar su vida tras una amputación
MURCIA. "Lo que el sistema plantea en estos casos es que te corten un brazo y te den 'una patada en el culo'", declara Lara Ruzafa, de 31 años, en su campaña en gofundme.com para poder financiar una prótesis de codo, muñeca y brazo, algo que no es accesible para la mayoría de personas en esta situación, pero imprescindible para recuperar la normalidad en sus vidas.
En noviembre de 2019, Lara es diagnosticada con un angio-sarcoma, un tipo de cáncer poco frecuente que se forma en el revestimiento de los vasos sanguíneos y los vasos linfáticos. La quimioterapia y una cirugía no fueron suficientes, así que, en mayo de 2020, la amputación se presentó como única opción para salvar su vida.
Tras la recuperación física y psicológica de semejante operación, el siguiente paso lógico sería suplantar su extremidad y, con ella, la normalidad en su vida, pero la asistencia termina en este punto.
"Hasta ese momento me había sentido completamente mimada y protegida por auxiliares, enfermeros, celadores, e incluso alguno de los médicos. Pensaba que me seguirían protegiendo y guiando, pero parece que el sistema no lo contemplaba". ANDADE (Asociación de amputados) confirma que esta dejadez en los procedimientos es un problema nacional, pero especialmente acentuado en Murcia.
La financiación que la sanidad pública aporta a los pacientes es prácticamente nula teniendo en cuenta el costo del aparato ortopédico, "parece ser que si no eres un personaje famoso o un deportista paralímpico nadie te hace caso o te ayuda".
Lara cuenta que sobre esto también hay silencio. No hay control sobre los márgenes de beneficio de las ortopedias y estas no desglosan los presupuestos. Aunque los fabricantes no suelen informar sobre el precio de manufactura, el único que ha accedido nos deja contrastar una diferencia entre fábrica y ortopedia de 58.000 euros.
Estos precios prohibitivos son un problema pero, si consigues afrontar la inversión, tampoco hay servicio de Terapia Ocupacional, aquellos que proporcionan el tratamiento necesario para que el paciente recupere su independencia motriz.
Las secuelas de una amputación no son solo físicas. Lara ha sido víctima del Síndrome del miembro fantasma, desajuste neurológico, un cuadro de sensaciones como dolor o picor que sienten algunas personas en un miembro amputado pese a no tenerlo y puede llegar a ser tan intenso que muchos de los pacientes piensan en el suicidio. Ante este grave problema su médico se ha sentido limitado a recetar analgésicos por falta de acceso a otros posibles tratamientos.
Aunque aún no se ha alcanzado el total de dinero necesario, Lara y su familia se sienten muy agradecidos y respaldados. Relata la cantidad de mensajes de apoyo que recibe diariamente y, sobre todo, de muchos vecinos de Murcia que se sienten identificados con su sensación de abandono por el sistema de salud, sin embargo, "no es justo que tengan que ayudar siempre los mismos. No solo yo necesito cubrir estos gastos".