La actriz belga protagonizará el thriller erótico sobre monjas del director holandés, Benedetta, pero antes llega a nuestros cines con la comedia dramática El reflejo de Sibyl.
MURCIA. Al principio de su carrera en el cine, una periodista francesa comparó a Virginie Efira (Schaerbeek, 1977) con la Cameron Díaz de Algo pasa con Mary (Peter y Bobby Farrelly, 1998). Pero a medida que ha ido arriesgando más en el cine, a su irrebatible vis cómica la actriz belga le ha sumado polémica y drama. Efira empezó en el audiovisual como presentadora del tiempo en informativos, de las isobaras pasó a conducir concursos de talento musical en la televisión y, al fin, saltó a la gran pantalla como protagonista de comedias románticas.
Del encasillamiento de rubia objeto de deseo y de risas, ha ido derivando hacia papeles de antidivas, mujeres resueltas, aunque atolondradas, independientes e inteligentes, pero a menudo dudosas.
En verano estrenó Un amor imposible, basada en el libro homónimo de Christine Angot sobre la relación de sus padres, marcada por el incesto y por la larga tradición antisemita de la burguesía francesa. Y este viernes, 10 de enero, estrenó su segunda colaboración con la directora Justine Triet, El reflejo de Sibyl, sobre una terapeuta que decide retomar su carrera de escritora a partir de la vida de una de sus pacientes. La película participó a concurso en la sección oficial del último Festival de Cannes y ganó el premio ASECAN de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía a la Mejor Película en el Festival de Sevilla.
Otro director con el que ha repetido es el iconoclasta Paul Verhoeven, que le ofreció el papel de vecina de Isabelle Huppert en Elle (2016) y ahora le ha brindado su trampolín internacional definitivo, el rol protagonista de su thriller erótico Benedetta, basado en el libro de Judith C. Brown sobre una novicia que inicia una relación lésbica en un convento en el siglo XVII.
- ¿Guardas alguna similitud con Sibyl?
- Lo único que tengo en común con mi personaje es que oculto mi vulnerabilidad y finjo ser fuerte.
- En la película trabajas con tu pareja en la vida real, Niels Schneider, con el que, como ya sucedió en Un amor imposible, compartes escenas de sexo. ¿Resulta intimidante?
- Resulta más fácil porque lo hemos hablado. Niels me dijo, y estoy de acuerdo, que las secuencias de sexo cuentan más sobre la vida y la sexualidad del director que sobre la de los actores. Además, cuando estás filmando ese tipo de escenas no hay mucha gente en el set, así que es muy íntimo. No obstante, el día del estreno en Cannes, me sentí como una adolescente, porque mis padres estaban entre el público.
- Imagino que cuando aceptas rodar escenas así has establecido una confianza total con el director, ¿de qué manera te la inspiró Justine?
- Fue primordial haber rodado antes con ella. Cuando filmamos Los casos de Victoria (2016) descubrí que es pura energía. Justine es muy exigente, pero te da mucha libertad, ya que encuentra su propio orden en el desorden. Nos hicimos muy amigas.
- Su papel en aquella primera colaboración supuso un cambio fundamental en tu carrera.
- Sí, durante muchos años solo me ofrecieron personajes estereotipados en comedias románticas. Ahora los roles son más complicados, así que es maravilloso y espero que continúe.
- ¿Qué complicaciones te planteó El reflejo de Sibyl?
- A veces tienes una idea muy clara sobre el papel, pero ese no fue el caso con Sibyl, que es un enigma para sí misma. El papel se construyó en la mesa de edición, así que para interpretarla tuve que probar muchos enfoques. Hicimos varias tomas para cada escena, desde cómicas hasta muy dramáticas. Lo principal era no tener miedo de probar y poder ponerme en el estado mental de Sibyl, porque ella misma no sabe lo que va a pasar.
- Otro director con el que repites es Paul Verhoeven. ¿Cómo cambió tu imagen sobre el director holandés durante el rodaje de Elle?
- Descubrí su trabajo en 1992, cuando se estrenó Instinto básico. Y me animé a ver todas sus películas. Delicias turcas (1973) es una obra maestra. Me sentí muy afortunada de poder trabajar con él y más durante el rodaje, cuando comprobé que era inteligente y un apasionado de su trabajo, aunque tranquilo en los rodajes.
- Paul tiene fama merecida de controvertido, ¿te has puesto algún límites al trabajar con él en Benedetta?
- Por un director así, haría cualquier cosa. No obstante, yo me formo mi propia opinión de los papeles que se me ofrecen y sobre lo que me piden que haga. Los actores somos, en último término, los responsables de lo que elegimos. No tengo conciencia de cuáles son mis limitaciones. Si alguien me pide que haga algo y estoy segura y me gusta la propuesta, entonces, tiro adelante.