MADRID. Últimamente en Wall Street se ha estado hablando mucho sobre una gestora de fondos llamada Catherine Wood y de su empresa ARK Investment. Una compañía que para la gran mayoría es una total desconocida, pero para que ellos que han estado realizando un seguimiento en el ámbito de la tecnología -y la evolución en determinados nichos muy concretos de este mercado que buscan la mejora del bienestar del ser humano- sí que la conocen y bastante bien.
Recientemente ha salido a la palestra por sus comentarios sobre la valoración de Tesla, así como del precio del Bitcoin. En ambos casos, sus valoraciones apuntaban a unos precios muy difíciles de asimilar tales como los 3.000 dólares por acción en Tesla o los 500.000 dólares en bitcoin. No solo eso, también lleva años advirtiendo sobre el próximo colapso del mercado, que vendrá de la mano de los niveles de endeudamiento soberanos y en segundo plano de los entrenamientos corporativos.
Catherine Wood es una de las pocas expertas en inversiones que no tiene miedo a decir exactamente lo que piensa, aunque esto vaya en contra del sentimiento generalizado del mercado en momentos clave de la economía. Esto, aunque le ha labrado muchos enemigos a lo largo de su carrera -unos 40 años nada más y nada menos- no ha sido un impedimento para apostar en cada momento por aquellos sectores que por definición se han considerado disruptivos. y que al final han acabado siendo incorporados a la economía buen uso diario de las personas.
Sostenibilidad
Estamos hablando de robótica, secuenciación de ADN, inversión inteligente velando por la sostenibilidad del medio ambiente. O términos que ya no nos suenan tan imposibles a día de hoy como son los vehículos autónomos, la inteligencia artificial o el análisis y diagnóstico molecular de las células para la prevención de enfermedades y la detección precoz de algunas tan importantes como el cáncer.
Uno de los dogmas de su gestora ARK Investment es la inversión sostenible con el medio ambiente. Esto que ahora parece el pan nuestro de cada día, en su momento fue considerado una locura por los altos costes de adaptación que supone para las empresas modificar su modelo productivo a uno sostenible con el medio ambiente. Y, sin embargo, hoy en día no paramos de ver empresas de las más contaminantes históricamente adaptar deprisa y corriendo su negocio a los nuevos tiempos, así como a los nuevos intereses de los inversores, no se vayan a quedar atrás.
Sin que esto parezca una oda al modelo de gestión que está mejorando el rendimiento de sus índices de referencia en los últimos 20 años, lo cierto es que no le falta razón en ninguna de las afirmaciones que Catherine Wood ha hecho estos últimos años y principalmente son estas tres:
- Las innovaciones pueden tener una curva de adopción en el mercado planas y largas, principalmente por la falta de iniciativa y la falta de comprensión de los inversores; el escepticismo ha sido un coste de oportunidad muy elevado para los inversores.
- El rendimiento de estos sectores tiende a retroceder según se incorporan nuevos inversores usuarios y el mercado acepta de manera masiva las nuevas tecnología: quién entra primero se lleva la mayor parte del beneficio.
- Estos sectores tienen un nivel de crecimiento muy rápido, la mayoría de los productos y servicios que realmente son innovadores acaban posicionándose como el líderes en el mercado frente al resto de la mayoría.
Pues parece que tiene razón, ¿no?
Darío García es analista de XTB