MURCIA. Las ciudades se convierten en seres vivos cambiantes en la obra del artista alicantino Fernando Arribillaga Martínez, quien recrea paisajes urbanos desde puntos de vista singulares, como pueden ser vistas aéreas de plazas con un efecto concéntrico o arquitecturas interiores suspendidas en el lienzo. Cartagena y su mar protagonizan la exposición que estos días (hasta el 30 de agosto) expone en el Real Club de Regatas de la ciudad portuaria.
Las plazas de San Francisco y del Ayuntamiento; el Teatro Romano; las escaleras del Palacio Consistorial, el Casino y la Asamblea Regional; el Gran Hotel; la calle Mayor; Héroes de Cavite; la Cola de la Ballena, La Algameca ... son algunos de los escenarios de la ciudad elegidos por el pintor, que también sobrevuela el mar para avistar a los barcos compitiendo en regatas o viajar a escenas pasadas de asedios. Todo ello compone la serie Cartagena 21, en alusión al número de obras que la componen.
Javier Cerezo, director de la galería Babel de Murcia, que representa al artista, sostiene que Fernando Arribillaga "reflexiona sobre la ciudad como relato a través de sus construcciones para acercarnos al suceso genérico del paso del tiempo y a las tensiones plásticas que soportan entre sí los edificios". "El tema de sus pinturas es indagar en la urbe como lugar de encuentro, como escenario de relaciones entre las personas, pero también con una visión realista de la metrópoli y de las sociedades humanas que la han construido; como un proyecto inacabado visto a través de sus zonas de tránsito y de las crónicas de su historia", añade.
Es por ello que la Cartagena que pinta el alicantino es parte de un proceso vivo que nunca se termina de manera definitiva. "Los estudios de arquitectura de Arribillaga le han ayudado a tener una visión global de la ciudad y a verla a través de sus acontecimientos", explica el galerista. Así, "Cartagena, pintada por él como un escenario vacío donde se ocultan sus verdaderos protagonistas (sus habitantes), es un truco de ilusionismo en el que todas las construcciones pretenden mostrar el triunfo del hombre".
Además, pintando desde la altura, también ha querido mostrar diversos lugares de la ciudad como croquis enigmáticos que llegan a convertirse en laberintos. "El final de este caos nos devuelve siempre al mismo punto de partida, a nosotros mismos, los creadores de la ciudad donde conviven edificios de varios siglos con otros de pocos años", asegura Javier Cerezo.