cine

Jay Clarke, el bolígrafo de Wes Anderson

El responsable de los storyboards de El Gran Hotel Budapest e Isla de perros avanza detalles sobre The French Dispatch 

4/03/2020 - 

MURCIA. ¿Cómo se las apaña Wes Anderson para desplegar ante sus productores, su equipo técnico y su elenco el maximalismo de sus detallados universos creativos? Asistido por un artista del esbozo.

El colaborador que ha convertido en realidad palpable sus tres últimas producciones ha sido el dibujante inglés Jay Clarke, quien se refiere a sí mismo como “bolígrafo del director”, ya que la misión de un responsable del desarrollo en viñetas de una película es la de posibilitar que el proyecto pueda comprenderse en un golpe de vista.

“Wes es meticuloso y preciso, pero también le gusta explorar, así que de manera natural no te limitas a sentarte y escuchar las ideas que le rondan por la cabeza, sino que has de ser proactivo. Y si surge un problema, plantearle alternativas. No puedes relajarte”, ha compartido el artista durante su participación en el programa de formación de la plataforma Berlinale Talents.

Clarke ha trabajado junto a Anderson en El Gran Hotel Budapest (2014), Isla de perros (2018) y The French Dispatch, que llega a los cines en septiembre.

Godard en el retrovisor

El director tejano le ha recomendado a un realizador de cabecera para cada ocasión. En su primera colaboración, la referencia fue la etapa en Hollywood del cineasta alemán Ernst Lubitsch, por su capacidad para rodar películas de estudio con aire europeo.

“Fue el Spielberg de su tiempo. De hecho, cuando surgían dudas sobre cómo hacer interesante una película, había una frase en la época muy repetida: ¿Qué es lo que haría Lubitsch? La idea que subyacía es que él siempre tenía a los espectadores en mente, llevaba a la audiencia en una dirección y luego daba un giro y los sorprendía, o daba información a los espectadores que los personajes desconocían”, alaba Clarke.

Boceto para 'Isla de perros'. Copyright Searchlight Pictures/Indian Paintbrush.

La riqueza visual del proyecto fue recompensada en la temporada de premios: El Gran Hotel Budapest se alzó con el Oso de Plata y el Oscar al mejor diseño de producción.

Para la fábula animada en stop-motion Isla de perros, la principal influencia fue el primer Akira Kurosawa, aunque Anderson también le pidió tener en mente los trabajos de grabado en madera desarrollado en el siglo XIX por los maestros Utagawa Hiroshige y Katsushika Hokusai.

La inspiración estética de The French Dispatch remite esta vez al máximo representante de la nouvelle vague, Jean-Luc Godard. La nueva película de acción real está ambientada en el París de entreguerras y protagonizada por actores fetiche del director de culto, como Frances McDormand, Bill Murray y Tilda Swinton, aunque incorpora a nuevos miembros a la familia, caso de Timothée Chalamet, Kate Winslet y Benicio del Toro.

“Si en el pasado rindió homenaje a los grandes hoteles europeos y al legado artístico de Japón, ahora ahonda en la imaginería de los corresponsales extranjeros, todo un subgénero del periodismo que incide en la mirada del forastero y da la oportunidad de compartir la importancia de la prensa”, avanza Jay Clarke

El perro sensato y la oveja avispada

Puede que Anderson sea el director que le haya dado mayor proyección, pero su mentor fue Nick Park. El director y animador inglés, fundador de la Factoría Aardman y ganador de cuatro Óscar y cinco BAFTA, fue el primero en darle a Clarke una oportunidad para formarse, al otorgarle una beca para estudiar.

“Lo respeto mucho, porque guió el camino. Es un trabajador determinado, esforzado y educado, así que no solo es una inspiración creativa, sino también personal. Como Wes, también ha creado un imaginario propio. Wallace está basado en su padre, lo cual es una gran lección: cuando trabajes en algo, llévalo al plano personal”, concluye el dibujante, que ha colaborado con Aardman en Wallace & Gromit. La maldición de las verduras (2005), Piratas (2012) y La oveja Shaun: La película (2015).

La voz interior

Jay Clarke imparte charlas a estudiantes que como él han decidido plasmar en papel las ilusiones etéreas de los directores. Su clase magistral se llama “Siete cosas que aprendí a las malas”, porque su conocimiento parte del prueba, ensayo o error: “Yo empecé como asistente, trabajé en anuncios y en episodios de series para televisión. Tienes fechas de entrega que te suponen una presión, y hay veces que no lo haces bien, pero la vivencia se convierte en una curva de aprendizaje, pues sabes que no volverás a repetir la misma equivocación. Es una forma intensa de aprender, porque tu instrucción se deriva de la experiencia, pero con el tiempo encuentras tu voz y tus técnicas”.

Aconseja a los aprendices de este oficio que vean las películas sin volumen, para no distraerme con las voces y los sonidos, y así concentrarse en las imágenes: “La inmersión que consigues resulta sorprendente, porque aprecias más los movimientos de cámara y la composición de los planos. Es una experiencia de visionado diferente”.

Cuando era joven, Clarke se sentaba en las estaciones de tren y dibujaba a la gente. Era una forma de afinar los retratos de posibles personajes y de adquirir velocidad haciendo esbozos.

Hoy día no dispone de tiempo para ese hábito, pero toda vez que dibuja un boceto, lo incorpora a un gran proyecto personal en el que está trabajando los últimos cinco años. Avanza que será una novela con ilustraciones, en la tradición de la literatura de fantasía inglesa, con Peter Pan y Alicia en el país de las maravillas como referentes. Esta vez, propios.

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