El sector alimentario tiene algunas carencias pero quizás la más peligrosa de todas es el tamaño de su tejido empresarial como señala el consultor
VALÈNCIA. Hay pocos sectores que no se hayan visto afectados de manera drástica por esta pandemia. Sin duda, el sector agroalimentario es uno de los que mantiene unos números más que saludables tanto en términos de país como términos globales. A pesar del importante retroceso de las exportaciones en España -casi un 16% en el primer semestre del año-, la balanza del comercio exterior agroalimentario registró en los seis primeros meses de 2020 un superávit de 9.114,4 millones de euros, es decir, un 20,5% más con respecto al mismo período de 2019 (7.562 millones de euros).
Otro dato más que pone de manifiesto la robustez de este sector en nuestro país decir que entre enero y junio del presente ejercicio, las exportaciones españolas de productos agroalimentarios alcanzaron un valor de 26.135,6 millones, lo que supone un 6% más respecto al primer semestre de 2019. Este aumento se debe principalmente al crecimiento en las ventas de productos cárnicos muy especialmente a China, y a las exportaciones de frutas y hortalizas.
A pesar de estos datos -y sobre todo porque podrían ser solo coyunturales-, el sector agroalimentario en nuestro país tiene una imperiosa necesidad y una ocasión única de transformación necesaria. Tanto en la cresta de la crisis como en estos momentos de segunda ola de infección, el sector se ha mantenido fuerte -especialmente por los productos de primera necesidad-, pero la pandemia ha forzado unos cambios importantes en los hábitos de las personas y también en las necesidades de los consumidores.
El sector alimentario en España tiene algunas carencias pero quizás la más peligrosa de todas es el tamaño de su tejido empresarial. Hablamos de empresas demasiado pequeñas y de estructura familiar, que les cuesta mucho competir en otros mercados y tienen muchas dificultades para adaptarse a las cambiantes necesidades de los consumidores y a la adopción de nuevas tecnologías.
La entrada en nuevos mercados y la innovación son los dos drivers fundamentales que deben guiar el crecimiento y la transformación de este sector. El hecho de que esta crisis no haya afectado apenas al sector lo posiciona de una manera preferencial para poder adoptar estrategias de crecimiento medio y largo plazo, que otros sectores en estos momentos no se pueden plantear. Por eso, las industrias del sector deben huir de estrategias de corto plazo y defensivas. Es el momento de la estrategia, el cambio y la planificación para el sector.
El crecimiento debe llegar por la entrada en nuevos mercados porque el mercado domestico en España está saturado y dirigido por la gran superficie de manera más aguda que en otros países. Estos procesos de internacionalización y expansión tendrán que ser planificados y analizados, planteando escenarios posibles y basados en continuas innovaciones flexibles y adecuadas a cada mercado. Como hemos comentado, esta crisis ha creado comportamientos completamente novedosos en los consumidores, algunos de ellos serán coyunturales y puntuales pero otros se quedarán. Saber distinguir estos comportamientos será clave para el éxito de estas estrategias.
La situación que vivimos ha generado una serie de cambios a todos los niveles: en la industria, sociedad, legislativos, nuevas tecnologías, comportamientos de consumidor..., nuevos recursos para aprovechar esta nueva situación también va a requerir de cambios internos, tanto en la incorporación de nuevos perfiles profesionales como en la gestión y procesos de los recursos humanos. Los cambios son mucho más rápidos que nunca y esto seguirá siendo asi; los modelos de negocio van a estar en continuos cambios adaptándose a mercados y consumidores muy dinámicos y heterogéneos. Vamos a entrar en una era de multisegmantacion en multimercados y multicanales.
En España, y en especial en nuestra comunidad, el'fenómeno Mercadona' y la relación entre gran superficie y fabricante ha generado durante años una industria alimentaria muy productiva y sólida, pero con modelos muy rígidos y de estructura muy local. Hoy en día estos modelos han cambiado y el sector requiere de una transformación necesaria con una visión trasnacional y omnicanal, además de una gestión basada en la innovación continua.
Estamos viendo en nuestra comunidad y en todo el país algunos signos muy evidentes de esta necesidad de trasformación. Por un lado, algunas empresas de pequeño tamaño están cerrando y otras están siendo adquiridas por grupos alimentarios más grandes o por fondos de inversión y en muchos caso extranjeros. Desde luego que lo primero no es bueno y lo segundo sin duda aporta dinamismo tamaño y profesionalidad al sector .
La industria agroalimentaria en España es una privilegiada, goza de una salud de hierro en una coyuntura muy compleja pero debe aprovechar esta fortaleza para transformar estructuras trasnochadas y superadas; a través de la innovación y la incorporación de nuevas tecnologías debe convertirse en un vector tractor para superar la crisis liderando la industria española .
Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores