MURCIA. Su nombre está ligado a Sopa de Cabra, una de las bandas más míticas de lo que se conoció como Rock Català. Igual de insigne es su frase Bona nit Malparits! con la que empezó aquel concierto en directo de Ben Endins (1991). Aquel pasado —aunque en 2020 presentaron su último disco— está muy presente en Gerard Quintana, quien alude a aquellos años como líder de Sopa de Cabra y le salen versos de canciones que él mismo compuso. Sin embargo, el Grupo Plaza no le entrevista por esa faceta musical y por ser el líder de Sopa de Cabra y un referente en la música en catalán sino por su último libro: El hombre que vivió dos veces (editorial Planeta), que ha ganado el premio Ramón Llull 2021.
- Acaba de ganar el Ramón Llull 2021 con su novela El hombre que vivió dos veces. Una alegría en un año un tanto complicado…
- Exacto. Es una alegría y una responsabilidad al mismo tiempo pero estoy satisfecho de que ese 2020 haya sido útil en un año tan incierto, devastador y confuso. Lo mejor que podía hacer en un momento de incertidumbre era, al menos en mi caso, ocuparme y esa ocupación ha dado sus frutos. Ahora me impulsa a seguir trabajando con más entusiasmo si cabe y ser más ambicioso literariamente hablando con mi tercera novela, con la que ya he empezado y estoy construyendo sus personajes y desarrollando la estructura.
- Su segunda novela tiene un registro completamente diferente a la primera
- Sí. En la anterior novela (Entre el cel i la terra) busqué la ficción muy lejos de mí, incluso 24 años antes de que yo naciera, con un protagonista que en los años cincuenta se traslada de su Bilbao natal a Barcelona. Esto hizo que me tuviera que documentar para poder crear ese contexto histórico que no había vivido. En cambio, en El hombre que vivió dos veces, me he puesto el traje de minero y me he adentrado en mis cavernas para encontrar esas experiencias y extraer esas piedras y tallarlas con las palabras. Por tanto, el personaje protagonista (Salvador Martí) tiene bastante de mis vivencias y de mi bagaje, e incluso sus referentes literarios pueden ser comunes, aunque no de forma tan obsesiva como en su caso. Además, he jugado mucho con el “y sí…”: Y si en este momento de mi vida hubiese tomado una decisión diferente a la que tomé; y si en ese momento las cosas hubiesen ido de otra forma… A partir de ahí he construido lo que yo ya había planeado, aunque escribiendo siempre hay sorpresas y los personajes se revelan y te aportan más de lo que creías o aparecen nuevos.
- A veces hacer una introspección de uno mismo es complicado, ¿lo ha sido para usted?
"De niño decía que quería ser astronauta porque me parecía menos pretencioso que ser escritor"
- Para esa introspección es necesario tener un rumbo de lo que estás buscando. El motor es ese algo que te conmueve o te afecta y eres incapaz de explicarte a ti mismo muchas veces. A partir de ahí empieza ese trabajo, esa búsqueda. En la novela, el personaje pierde todo lo que es importante para él y durante todo el libro intenta recuperar su realidad, reformular su vida. Ese juego me permite reflejar ese momento en el cual todos, más o menos, hemos perdido algo y hemos tenido la necesidad de reformular esa realidad. Es imposible ser feliz si no has experimentado la desgracia, es imposible la muerte sino hay vida antes…
- De ahí que el libro empiece por ese momento de la playa
- Empezando por el final luego puedo dedicarme a cómo contar las cosas; aunque luego se vuelva a ese final y se complete. Pero antes de conocer al protagonista del libro, en el primer capítulo de la primera parte, está esa introducción con la que conocemos más de su destino que él mismo. Esto, y era mi voluntad, hace que tengamos otra relación con el personaje, porque sabemos a lo que se va a enfrentar. Para mí es importante jugar con la estructura en mis novelas. Ya en el anterior libro, construí veintiún capítulos que eran cada uno de ellos un día en la vida de cinco personajes a lo largo de 50 años, con lo cual también había muchas elipsis, saltos en el tiempo. En esta, El hombre que vivió dos veces, he anticipado ese final antes de que podamos descubrir al propio personaje que está determinado por un destino, por una herencia que le condiciona. Sabemos a lo que se va a enfrentar y para mí eso era importante para hacer cómplice y partícipe al lector.
- Un libro donde la poesía tiene mucha importancia y se cuestiona cómo viven los poetas…
- Sí, hay muchos momentos en los que se reflexiona sobre esto pero especialmente en un momento en el que la abuela del protagonista resuena en su cabeza para referirse a él como un poeta retirado. Esto le hace reflexionar de cómo es posible ser jubilado de un oficio que no existe porque nadie se puede ganar la vida siendo poeta; el único premio, en el mejor de los casos, es la eternidad. Además, uno de los protagonistas menciona a Unamuno cuando le pregunta: ¿Quién es más real, Quijote o Cervantes? Todos podemos concluir que es más real el Quijote, aunque sea una ficción, porque ha pasado a formar parte de nuestra construcción del mundo. De alguna forma, el poeta está creando algo eterno en ese sentido. Incluso podríamos decir, que la máxima expresión de la realidad, como bien dijo Picasso, está en la abstracción; está en el poema, donde todo es preciso y todo encaja, algo que en la vida real no sucede. De esta manera me permito ese doble juego de espejos entre realidad e imaginación, ficción, sueños…
- Esas palabras bien podrían atribuirse al mundo de la música
"me he puesto el traje de minero y me he adentrado en mis cavernas para encontrar esas experiencias"
- Sí, dentro de la literatura la poesía es la parte más cercana a la música. La poesía tiene ritmo, cadencia y su fonética es musical en muchos casos. En este sentido, entiendo muy cerca la una de la otra. De hecho, a Bob Dylan obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 2016; Leonard Cohen antes de hacer música, fue escritor y fue poeta y siguió siéndolo. Paco Ibáñez se ha pasado la vida cantando a los poetas, Ovidi Montllor, Raimon, Serrat, Lluís LLach,… gracias a todos ellos conocemos a Salvador Espriu, Ausiàs March, Miguel Hernández, Machado,… Sería difícil que conociéramos popularmente ese tipo de poesía y que pudiéramos recitarla aunque sea cantándola. Y esto es gracias a la música y por eso, para mí, esa relación es casi indisociable.
- ¿La inspiración es lo mismo para componer una canción o una novela?
- En absoluto. En mis 35 años en el mundo de la música, a la hora de componer he partido de la música para luego hacer la letra. Con la música tengo el paisaje y la luz de lo que estoy contando y completo esa información con las palabras. En cambio, la novela parte de un silencio y hay que construir todo. En mis libros la música tiene una presencia muy importante y espero que el lector sea lo suficientemente curioso como para buscar esos referentes para completar el ambiente y entender al personaje. De hecho, en este último libro utilizo la música como una señal que estamos a punto de entrar en ese mundo mágico, o a pasar a otro lado del espejo.
- Inconscientemente sale esas estrofas de la canción Els teus somnis de Sopa de Cabra: A l'altra cara del mirall / on tot és més senzill d’entendre / la porta espera oberta…
- Sí. Me vienen a la mente muchas frases y citas de canciones de Sopa de Cabra, incluso cuando estoy firmando libros. De hecho, la canción Els teus somnis bien podría ser la introducción de este libro. También otra de mis canciones en solitario, que dice: L’impuls d'un instant dibuixa el meu salt, travessa els espais en blanc (Caic). Ese salto está muy presente en el libro, especialmente en la primera parte. Al ser un libro que he partido de mis propias vivencias o las que podría haber tenido, de alguna manera hace que resuene como un eco toda mi vida y todo mi pasado.
- ¿Qué supone Sopa de Cabra para Gerard Quintana?
sopa de cabra prepara el 30 aniversario del disco Ben Endins con colaboraciones especiales
- Una parte más de mi aprendizaje. Mi proyecto de vida era otro. Yo nací encima de la librería Hiele de Girona, que la regentaba mi tío, y allí aprendí a amar los libros. Cuando me preguntaban qué quería ser de mayor decía: escritor. Porque lo más maravilloso que me parecía era poder tener un libro escrito al lado de los autores que tanto admiraba. Pero acababa diciendo astronauta porque me parecía menos pretencioso que escritor. Con los años siempre he estado escribiendo, incluso hacía los fanzines que hacíamos en los ochenta y, por eso, entré en la música, porque me preguntaron si podía hacer letras de canciones. Dije que sí y finalmente acabé cantándolas. Ahora siento que he reorientado mi rumbo y he recuperado ese sueño de poder dedicarme a esto. Y en medio esta Sopa de Cabra, que ha sido una forma de aprendizaje, de salir también de mí mismo, de relacionarme con multitudes y de vivir algo inesperado. Para mí la música era un referente y un sueño, pero yo no me había formado para para eso —estudió Periodismo e Interpretación—. Y de repente, me vi viviendo esta experiencia. Tienes que ser prudente a la hora de decidir tus sueños porque nunca sabes cuándo se van a hacer realidad.
- En plana pandemia Sopa de Cabra publicó La gran Onada, su décimo disco.
- Después de dos años de trabajo el 14 de marzo de 2020 teníamos el primer concierto de la gira en Barcelona (con 4000 entradas vendidas) y ese día se declaró el Estado de Alarma. Hablando con compañeros y otros músicos que acababan de grabar un disco, nos decían: “ha cambiado todo tanto que parece que he grabado esto hace veinte años”. Con La gran Onada no sucedía eso e incluso tomaba aún más significado. No pensábamos que sería una pandemia pero sí que había muchos signos y síntomas que nos indicaba que estábamos en un momento límite en muchos sentidos: a nivel social, económico, político, climático. No queda ningún ecosistema entero en ningún lugar del mundo y en muchos lugares han desaparecido en 60% o un 80% de invertebrados. Teníamos esa conciencia pero de alguna forma llegó por una puerta que no esperábamos.
- ¿En qué punto está Sopa de Cabra?
"Sopa de Cabra ha sido un aprendizaje, de salir de mí mismo, pero mi sueño fue siempre escribir"
- Todavía quedan algunos de los conciertos que hemos ido posponiendo por las diferentes restricciones pero ahora mismo vamos a pasar página y a cambiar de pantalla. Este disco lo recordaremos de una forma muy especial y no sé si lo recuperaremos en el futuro, pero ahora nos disponemos a celebrar el 30 aniversario del disco Ben Endins, que fue grabado en directo en febrero de 1992. A finales de mayo o en junio empezaremos a hacer conciertos con esa gira y a presentar algunas sorpresas que estamos preparando alrededor de ese aniversario y para el cual contamos con colaboraciones de algunos amigos del camino del mundo de la música.
- Un camino de la música que ha cambiado mucho
- Sí, la música en catalán está viviendo un momento creativo increíble. El tiempo también pide nuevos impulsos, nuevas miradas, pero también que el nivel de las nuevas propuestas, de los nuevos músicos, es increíble. Además, ahora la presencia de la mujer es mucho mayor que hace treinta y cinco años y ahora su presencia es más contundentes y con propuestas más transformadoras, interesantes y más personales vienen de este camino. La mujer no solo está haciéndose un sitio sino que está incluso ocupando un papel protagonista. Pienso en Rosalía o en Sílvia Pérez Cruz pero también en nuevas propuestas, como Rita Payés o Maria Jaume.
- Ya para terminar, ¿en qué momento se encuentra?
- En un buen momento creativo. El premio Ramon Llull me ha dado bastante confianza para abordar los proyectos que tengo en mente. También en un momento, y no sé si se llama madurez, de pensar en todo aquello que quiero hacer porque soy consciente de que el tiempo no es infinito. Por eso tengo que ser muy asertivo a la hora de decidir qué quiero hacer o no quiero hacer porque, quizá, no tendré tiempo de hacerlos todos. Hay tantas cosas que me gustaría hacer y aprender, que es lo que hace sentirme muy centrado hacia lo que decido. Y en este sentido, está la nueva novela que estoy cociendo y otro libro que tengo ya bastante acabado y del cual he recuperado los derechos —la editorial en la que estaba desapareció—.