El analista recuerda que el metal amarillo se erige en un seguro convertible en situaciones de desmorone del sistema, empresas o instituciones financieras
MADRID. En los últimos días hemos visto como las materias primas han sufrido también las consecuencias del coronavirus. El motivo principal ha sido el freno económico que ha supuesto la paralización global de todas las economías. En el caso, por ejemplo, del petróleo a la tesitura actual se le han unido medidas excepcionales, que han planteado los principales países productores.
Pero no todas las materias primas han tenido un comportamiento negativo. De nuevo el oro ha sido protagonista las últimas jornadas donde la alta demanda a la que ha estado sometido lo ha llevado a aproximarse a máximos anuales. La apreciación de esta materia prima viene determinada por el interés -una vez más- del inversor a la hora de acumular riqueza e invertir en un activo, que en una situación como la actual se comporta incluso mejor que la liquidez.
La elevada demanda ha venido determinada principalmente por la pandemia y por las medidas de estímulo que han tomado los diferentes entes económicos a nivel mundial. Una circunstancia que ha provocado algo más de optimismo en la renta variable, pero también ha despertado una mayor incertidumbre hacia las consecuencias reales que podría tener el coronavirus. En tiempos de crisis es bien sabido que la demanda de oro es creciente y de existir un desmorone del sistema, empresas o instituciones financieras es un seguro convertible.
A las circunstancias anteriormente comentadas se le une que durante la última semana, muchas instituciones han tomado la decisión de cerrar un alto volumen de minerías. A ello hay que sumar la dificultad del comercio del oro siendo el transporte habitual de esta materia prima los vuelos comerciales ordinarios, lo que ha llevado a condicionar el movimiento de este activo debido a las innumerables cancelaciones que se han producido a lo largo y ancho del mundo. Aquellos que consiguen transportarlo no pueden hacerlo en grandes cantidades, ya que las aseguradoras no están dispuestas a asumir un riesgo elevado y menos en la situación actual.
El movimiento bajista del oro, coincidiendo con el estallido del coronavirus y las caídas de renta variable, puede parecer que carece de sentido, ya que se opone al pensamiento que tenemos de esta materia prima como activo refugio. Sin embargo, en ese tipo de circunstancias tienen más peso el cierre de posiciones dentro del oro por parte de gestores de fondos e inversores institucionales, que liquidan su protección dentro del oro para ganar el último pico de liquidez y así poder ejecutar recompras de los activos que componen sus inversiones. Con lo cual no es casualidad también que una recuperación de la renta variable haya ocasionado también de nuevo el interés comprador por parte de los institucionales.
Todas las circunstancias comentadas anteriormente están ocasionando un tensionamiento muy importante en el mercado del oro. Por el lado inversor, las posiciones que se toman dentro de los futuros son para exponerse a la oscilación del precio y no preocuparse de la posesión de lingotes. Por el contrario, los bancos utilizan los futuros para cubrir su exposición real al metal.
Sin embargo, el diferencial existente en este momento entre el contado y el futuro del oro es muy importante, siendo el precio del futuro mucho más caro que el contado. Este diferencial podría ocasionar graves problemas en las próximas semanas si todos los condicionantes que hemos enumerado continúan en la misma línea, debiendo prestar especial atención a que esta horquilla se reduzca, ya que de no ser a si el mercado del oro podría pasar serias dificultades.
Jorge López es analista de XTB