MURCIA. "La CAM no fue ningún regalo". Lo dijo el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, en la primera junta de accionistas que celebró la entidad en Alicante, en 2018, después de trasladar su sede social desde Barcelona hasta la avenida Óscar Esplá por la incertidumbre del desafío separatista en octubre de 2017. La extinta caja alicantina otorgó al Sabadell un grado de penetración insospechado en Murcia y en la Comunidad Valenciana (sobre todo en Alicante), gracias al número de clientes y oficinas que heredó. Una cuota de mercado en torno al 40% en las dos provincias. Pero también una sobreexposición al ladrillo de la que no ha conseguido deshacerse hasta prácticamente anteayer.
El banco hizo de la necesidad virtud y convirtió a Solvia, su división inmobiliaria, en uno de los referentes del mercado de la intermediación. Y con la recuperación a partir de 2014, incluso fantaseó con consolidarla como una rama de negocio más. Pero los activos dudosos que comercializaba Solvia, excluida la cartera de la Sareb y el servicio directo a particulares, seguían en el balance del banco. Y las exigencias de cobertura de capital cada vez más serias por parte de los mercados llevaron a la entidad a agilizar la salida del 'ladrillo'. Así, entre el cierre de 2016 y el cierre de 2019, en solo tres años, el Sabadell ha reducido en 17.000 millones de euros su exposición.
Según las cifras facilitadas a Alicante Plaza por la entidad tras la presentación de los resultados del pasado ejercicio (que tuvo lugar en Madrid hace dos semanas), al cierre de 2016 la entidad tenía en su balance 'activos problemáticos' por valor de 18.600 millones de euros. Entre 2014 y 2016, la aplicación del 'Plan Triple' puesto en marcha por el banco redujo los problemáticos en casi 7.500 millones de euros. Pero el auténtico 'bocado' se ha dado a partir de 2017 y, sobre todo, en los dos últimos ejercicios. En estos momentos, el saldo de activos problemáticos podría situarse en torno a los 1.500 millones de euros, una cifra casi anecdótica si se tiene en cuenta de dónde se venía. Como referencia, los activos totales del banco están cifrados en 222.000 millones.
¿Cómo se ha conseguido esa reducción de 17.000 millones de euros de exposición al 'ladrillo' en los tres últimos años? Fundamentalmente, por la venta de Solvia a Lindorff en el cuarto trimestre de 2018 (el banco conserva un 20% pero desconsolida al servicer de su balance), y la de Solvia Desarrollos (Sdin) y su cartera de suelos 'prime' a Oaktree en el tercer trimestre de 2019. En este caso, se vendió la sociedad completa con su perímetro de suelos por 850 millones de euros. Y, sobre todo, porque meses antes (en el segundo trimestre de 2018) le había 'colocado' a Cerberus la práctica totalidad de su ladrillo 'tóxico' con la venta en bloque de dos carteras, con un importe nominal de 9.100 millones (aunque ingresó 3.900 por el fuerte descuento aplicado).
La inmobiliaria no es la única 'grasa' que se ha quitado el Sabadell en los últimos tiempos. La apuesta de Oliu y su consejo por centrarse en el core del negocio bancario ha llevado a la entidad a desprenderse de su participación en el Banco Portugués (en 2016), de su filial americana Sabadell United Bank (por 1.000 millones de dólares, en 2017), o de su filial hotelera HI Partners, vendida a Blackstone por 630 millones (también en 2017). Al margen de estas grandes operaciones, se ha ido deshaciendo también de negocios no bancarios como la web de venta de entradas Instant Ticket (otra herencia de la CAM) o su gestora Sabadell Asset Management (excluido Sabadell Urquijo Gestión), vendida a Amundi por 430 millones de euros. Estas dos últimas operaciones, ya en 2020.
Tras la presentación de los resultados de 2019, con un beneficio de 768 millones de euros, el banco se deslomó nada menos que un 14% en bolsa, en parte porque los inversores juzgaron débiles unos resultados con peor evolución de ingresos de lo esperado (además de pérdidas no esperadas en la venta de carteras institucionales), y en parte porque ese mismo día se hacía efectivo el Brexit y el Sabadell mantiene en Londres su filial TSB. Las acciones de la entidad se hundieron ese 'viernes negro' hasta los 0,814 euros, mínimos de septiembre de 2019. Este viernes cotizaba en los 0,85 euros, lejos aún del valor de 'penny stock'.
Esa misma jornada, el director de riesgos y consejero ejecutivo del banco, David Vegara (secretario de Estado de Economía con Zapatero), aprovechó para comprar 40.000 nuevas acciones de la entidad como muestra de confianza. Una operación en la que invirtió 33.600 euros, al adquirir los títulos a 0,84 euros. Tres sesiones después del espectacular batacazo, los estadounidenses de Sanders Capital entraron en el banco como 'caballero blanco' con un 3,47% del capital, lo que los convierte en el tercer máximo accionista de la entidad.