MADRID (EFE). La pandemia del coronavirus, el cerrojazo de la economía española para contener el avance de la misma y la crisis económica que se avecina, apenas digeridos los efectos de la anterior, son solo algunas de las razones que impedirán que la banca mejore su rentabilidad, por no hablar de sus beneficios, al menos durante este ejercicio. Todas estas amenazas se unirán a las dificultades que ya atravesaban las entidades, que tuvieron que ser rescatadas en 2012 por los excesos políticos y económicos cometidos por muchas de las antiguas cajas de ahorros y que arrastran desde entonces la reputación de las "malas de la película" pese a todos sus esfuerzos.
Tras la última crisis financiera, que barrió a las cajas del mapa con la fuerza de un tsunami y obligó a las pocas supervivientes a convertirse en bancos, el sector no logra levantar cabeza, a pesar de las ayudas recibidas, directas o indirectas, y pese a la recuperación económica. Y ahora, el frenazo de la economía que ya se notaba pero que con el coronavirus se convertirá de nuevo en una amarga realidad, será la enésima piedra en el zapato de unas entidades que sufren desde hace años los estragos de la mora, de los bajos tipos de interés y de los escuálidos ingresos, una situación que no va a mejorar en un futuro próximo, como un eterno "día de la marmota".
De hecho, un informe elaborado por Bank of America apenas unos días después de que se iniciara el estado de alarma, cifraba en unos 4.000 millones de euros las pérdidas que registrarán los principales bancos españoles por el parón y el resto de las dificultades derivadas del coronavirus. Y también vuelve a asomar el fantasma de la morosidad, que volverá a crecer si no lo está haciendo ya, por el incremento del desempleo, lo que ensuciará aún más las cuentas de las entidades, que deberán dotar de nuevo cuantiosas provisiones para protegerse.
Los expertos consultados ven, sin embargo, poco probable que el indicador se acerque a su cota máxima, del 13,61 %, alcanzada en diciembre de 2013, en plena crisis económica y financiera, muy lejos del 4,83 % del pasado enero, último dato disponible. De momento, los bancos están centrados en seguir ejerciendo de canal para la financiación de la economía real, con el foco en pymes y autónomos, para lo que dicen estar de sobra preparados y cuentan, además, con la ayuda de la normativa europea, que incluso les permite hacer uso de sus colchones de capital si lo necesitan.
"Tenemos los medios y estamos para ayudar a la economía y a las pymes", no solo créditos con avales, sino con "lo que haga falta", dicen fuentes del sector que no quieren ser identificadas. Y, en este mismo sentido, también empiezan a seguir las recomendaciones del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco de España, que les han pedido prudencia a la hora de repartir dividendos durante la crisis del Covid-19, para que se centren en dar créditos a la economía real.
En opinión del presidente de la consultora Neovantas, José Luis Cortina, de cara al futuro las entidades tendrán que reinventarse y buscar nuevas fuentes de ingresos recurrentes e incluso nuevos modelos de negocio para compensar el recorte de beneficios que van a sufrir. Algunas de las opciones que pone sobre la mesa este experto pasan por poner el foco en la venta de seguros y fondos de inversión, así como ofrecer servicios adicionales de asesoramiento especializado, además de apostar por los esquemas de distribución más demandados por los clientes para incrementar su vinculación, como la gestión remota y la banca móvil.
Y todo esto mientras continúan ajustando sus plantillas y sus redes de oficinas a la nueva realidad de la operativa bancaria, en su mayoría digital. Hace no tanto, en 2008, cuando la crisis financiera empezó a notarse en España, el sector financiero (bancos, cajas y cooperativas) tenía una plantilla de 270.855 empleados -máximo de la serie iniciada en 1981-, un número que se redujo casi un 33 %, hasta 181.999 a cierre de 2018, según los últimos datos del Banco de España. Esto equivale a una destrucción de 88.856 empleos en una década.
En cuanto a las oficinas bancarias, el último Boletín Estadístico del Banco de España, publicado en febrero pero con datos sólo hasta el tercer trimestre de 2019, indica que en septiembre de ese año había en España 25.207 sucursales de entidades de crédito y establecimientos financieros, casi la mitad de las 44.860 que había en septiembre de 2007, cuando se alcanzó el máximo histórico.