MURCIA. A Dolores Redondo le gusta la gente. Por eso no le cuesta hacer las maletas para encontrarse con sus lectores. “Los escritores estamos mucho tiempo encerrados, trabajamos en soledad. Pero a mí la gente me cae bien. No soy nada tímida y disfruto hablando con otras personas, noto la conexión que existe entre nosotros y siempre lo pasamos muy bien. Además, de esta forma tengo la oportunidad de darles las gracias por todo lo que ellos me dan a mí”, asegura la escritora vasca, que este jueves inaugura el ciclo de encuentros literarios Escritores en su tinta en Molina de Segura, con un acto que tendrá lugar en la biblioteca Salvador García Aguilar a las 20.00 horas.
Lo hace con su nueva novela bajo el brazo, La cara norte del corazón, que a pesar de haber llegado a las tiendas el pasado 1 de octubre lleva ya cuatro ediciones y más de 300.000 ejemplares publicados. “¿Qué puedo decir yo? Pues que estoy feliz de que esté gustando”, afirma Dolores Redondo (San Sebastián, 1969), todo un fenómeno editorial de alguien que empezó a escribir con 14 años con la idea de ser leída por otros. “¿Qué si me imaginaba que me iba a leer tanta gente? No es que lo pensara, pero a mí me importa que lo que escribo llegue a otras personas. Escribir para ti mismo, sin que te importe que te lean o quién te lea, es más una terapia que otra cosa”, reflexiona la autora, que con esta nueva novela vuelve a situar a Amaia Salazar, la protagonista de la Trilogía del Baztán, en una encrucijada de misterios y crímenes por resolver, trasladando la acción a una Nueva Orleans devastada por el huracán Katrina.
“Para llegar hasta aquí, a veces tienes que volver al principio”, dice una de las frases que aparece en la promoción del libro. En este sentido, la escritora -que estudió el perfil de un asesino real para esta novela- explica que tenía una deuda con esta ciudad que se vio abandonada tras la catástrofe y que la historia le rondaba por la mente desde hace tiempo. De hecho, la trama es cronológicamente anterior a la trilogía, donde ya daba algunas pistas de los personajes que aparecen en su nueva novela. “Los escritores no somos dueños del todo de nuestras historias. Cuando escribo un libro ya llevo años con la historia, va creciendo dentro de mí y llega un momento que siento la necesidad de escribirla. Por eso cuando lo hago, sé cómo va a empezar y cómo va a terminar”, afirma. “Las historias están ahí, gestándose, y mientras tanto voy documentándome. No me enfrento directamente a una página en blanco, aunque hay escritores que sí trabajan con este método”, añade.
Su protagonista, la detective Amaia Salazar, ha ido creciendo ante los ojos del lector durante estos últimos años y adquiriendo una personalidad propia, aunque a Dolores Redondo no se le va de las manos el personaje; “el que manda siempre es el escritor”, aclara. Simpatiza con ella, se le nota, con sus luces y con sus sombras: “Es heredera de las mujeres que he tenido a mi alrededor, que me gustan mucho, con todo lo bueno, pero también con todo lo malo que tienen, pero hasta eso me gusta. Me he criado en un matriarcado, de mujeres con maridos marinos que estaban ausentes. Las mujeres de mi familia tenían maridos pero estaban solas. No sólo ellas, también las mujeres de mi alrededor, mis vecinas,…”.
La escritura de Dolores Redondo se caracteriza, entre otras cosas, por las detalladas descripciones del entorno, con evocaciones no sólo física, también emocionales. “Eso es porque existe un enamoramiento del entorno, porque son escenarios que he vivido y caminado, lugares de los que me he enamorado”. Precisamente, ese localismo hizo dudar a alguien, en un principio, del éxito de su trilogía. Obviamente, ese alguien estaba equivocado. “Pensar que sólo van a llegar historias que tengan lugar en escenarios conocidos o reconocibles es un error”, sostiene la escritora.
Lo mismo ocurre con la rica mitología que recrea en sus libros. “La mitología es fruto de los miedos, que son los mismos en el mundo entero, es un sentimiento universal. Los distintos mitos sirven para dar nombre al mismo miedo. Es algo que se repite a lo largo de la historia y en todos los lugares del mundo. Son bastante extrapolables”, afirma avalada por el éxito internacional de sus libros, que han sido traducido nada menos que a 36 idiomas.
La escritora mantiene, además, “una relación muy interesante con el cine”. En este sentido, asegura que “siento un gran agradecimiento por la generosidad del cine y por el hecho de que se hayan elegido mis libros, con todos los que hay, para hacer películas. Es una sensación muy especial ver lo que tú habías imaginado en la gran pantalla. Además, me ha dado la oportunidad de conocer el cine por dentro y de ver un equipo de doscientas personas trabajando en trasladar a otro lenguaje una historia que tú has escrito. Obviamente, habrá cosas diferentes porque es otra manera de contar”. Recuerda que no sólo el cine ha reinventado su Trilogía del Baztán, ya que también ha sido llevada al cómic por el dibujante Ernest Sala.
Mientras la escritora vasca aprovecha estos días de promoción para abandonar la soledad de la escritura y encontrarse con sus lectores -suele firmar ejemplares de pie por respeto a ellos- sigue “entrenando y estimulando la creatividad” y ejercitando una mirada de escritora que dice que es común a cualquier artista que lleve esa fuerza por dentro. “Esa mirada impregna toda mi vida, cuando veo una película, cuando escucho una canción, cuando experimento una sensación…”. Todo es material que atesora la autora, quien compagina su trabajo con “hacer cosas normales, las que me han traído hasta aquí: estar con mi familia, llamar a mis amigos, cocinar, la jardinería, el contacto con la tierra,…”.