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'Der Kandidat', el documental para impedir que Strauss, que pedía amnistía para los nazis, llegase a canciller

En 1980, Franz Josef Strauss se enfrentó en las elecciones federales alemanas al socialdemócrata Helmut Schmidt. Un grupo de directores de cine grabaron un documental, no exento de dificultades, que reunía declaraciones del candidato conservador y noticiarios. Strauss, ex miembro de los Estudiantes Nacionalsocialistas, había pedido amnistía para los nazis, bombas nucleares para Alemania y mostró su apoyo a Pinochet y el Apartheid. La película solo era un collage con todas sus declaraciones durante 30 años. No fue canciller por poco. 

15/02/2020 - 

MURCIA. Esta semana ha tenido gran relevancia en la sección de internacional de los papeles el drama de Turingia. Inocentemente, liberales y CDU presentaron un candidato que también fue votado por AfD, la extrema derecha, sin ellos saber que esto pudiera llegar a suceder para mostrarse contrariados y sorprendidos. No obstante, las altas esferas movieron ficha, Angela Merkel calificó la actuación de su partido en la región de "imperdonable", declaración ya histórica y a tener en cuenta en nuestros aposentos, y se mantuvo el famoso Cordón Sanitario. Por ahora.

Las consecuencias del inocente error han sumido a la CDU en una crisis nacional que a ver cómo acaba. Entretanto, podemos amenizar la información que vaya llegando con un documental sobre esta, la cara más aventurera de la CDU. Der Kandidat, de 1980, filmado por Stefan Aust, Alexander Kluge, Volker Schlöndorff y Alexander von Eschwege. Los grandes exponentes del Nuevo Cine Alemán firmaron de forma conjunta porque entendieron que, como en Alemania en Otoño -sobre la polémica muerte en prisión de los líderes de la Baader Meinhof- este tipo de proyectos solo podía salir adelante trabajando en equipo.

El candidato en cuestión era Franz Josef Strauss. Un político muy cercano porque era como se solía conocer a Manuel Fraga, el Strauss español. Debido a que era fuerte en un feudo, en este caso Galicia, allí Baviera, pero nunca tuvo éxito a la hora de alcanzar el poder de toda la nación. De hecho, fue Strauss quien canalizó las ayudas financieras alemanas a Alianza Popular. También para la extrema derecha portuguesa, aunque entre sus muchas actuaciones y declaraciones, destaca sin duda haber pedido amnistía para los nazis condenados por sus actuaciones en la II Guerra Mundial.

Ahora está de nuevo de actualidad, porque se acaba de publicar en Alemania la autobiografía de Peter-Michael Diestel,  In der DDR war ich glücklich. Trotzdem kämpfe ich für die Einheit (En la RDA era feliz. Aún así luché por la unificación). Este político de la CDU procedente de la Alemania Oriental, último ministro del Interior de la RDA, fue encargado de destruir documentos comprometidos del país comunista. Entre ellos, el dossier sobre Strauss, que mantuvo estrechas relaciones con el vecino y también les consiguió préstamos que causaron profundas divisiones en su partido.

Diestel está denunciando en los medios, como en Die Zeit, que ningún embajador alemán en el extranjero proviene del Este, un 80% de los jueces y fiscales son del oeste y hay desigualdades similares en los rectores de carreras de ciencias. Por lo que, concluye, los östlich están más discriminados que los pederastas, pues estos, ha dicho, tras cumplir su pena pueden seguir con su vida, los del Este no. Simplemente, nos comentan nuestros amigos en Alemania, pone de manifiesto un secreto a voces: que AfD procede de los errores de la reunificación.

Al margen de esta cuestión, el documental sobre Strauss en su día tuvo miga por varias razones. Las primeras hay que buscarlas en la biografía del célebre político. Miembro de la Asociación de Estudiantes Nacionalsocialistas (Nationalsozialistischen Studentenbund, o NSDStB) y del Cuerpo de motoristas nacionalsocialistas, o Nationalsozialistisches Kraftfahrkorps (NSKK). Luego, como tantos alemanes, fue llamado a filas y participó en la invasión de la URSS en una División Panzer, de la que volvió con los pies congelados y el rango de Oberleutnant. Su carrera en los laberintos del poder comenzó cuando, en la posguerra, los estadounidenses le contrataron para traductor en labores de contrainteligencia.

Más adelante, como fiel discípulo de Konrad Adenauer, de la mano de la CDU/CSU, llegó a ministro en diferentes carteras. Si se ganó el cariño de la inteligentzia en algún momento de su vida, fue cuando impulsó una redada  en las oficinas de Der Spiegel en la que se acusó a cuatro periodistas de Alta Traición por publicar documentos secretos de Defensa, en su línea de criticar el programa nuclear de a RFA patrocinado por Strauss.

Al principio de la película, sus primeras palabras son un discurso en el que critica a los estadounidenses por haber desarmado a Alemania y Japón. Porque, proclama, tal vez tuvieran ansias expansionistas, pero en realidad hacían "un papel" en sus respectivos continentes. Strauss  no solo quería un ejército en condiciones, también que estuviese armado con cabezas nucleares.

Los autores no cargaron las tintas contra el protagonista. Dejaron solo que fueran sus declaraciones las que definieran su discurso. Una crítica de Der Spiegel en su día elogiaba esta sobriedad diciendo que traía muchas noticias que las jóvenes generaciones desconocerían y las mayores habrían preferido olvidar.

Si bien Der Kandidat no hablaba de un futuro apocalíptico, ni daba por hecha la guerra si ganaba Strauss al socialdemócrata Helmut Schmidt en las elecciones de 1980, las palabras escogidas de su protagonista y sus notas biográficas tocaban los puntos sensibles de buena parte de los alemanes. Todo con elegancia y sin exageraciones.

Fueron muy importantes las escenas que se detenían en los casos de corrupción que salpicaron a Strauss, todos ellos relacionados con la siempre prolífica en este aspecto industria militar. Sin embargo, las escenas más duras para la mirada actual al que debía ser un líder europeo son las relativas a Pinochet. La prueba del algodón definitiva.

En Essen, otoño de 1979, el candidato tuvo que protegerse con paraguas en un mitin de los huevos que le tiraron unos manifestantes izquierdistas que entraron a reventarlo. Les dijo que boicotear un acto democrático les convertía en los mejores alumnos de Goebbels y los mejores discípulos de Himmler. Este discurso es el que se pone en contraste con una intervención de Strauss en la siguiente escena ante el propio Pinochet. En una tribuna y con un cura católico entre ambos, le dice que "preserva el orden en su país" y asegura "la disciplina, el trabajo duro y la eficacia" para crear un "Chile floreciente" donde cada ciudadano pueda afirmar "soy un chileno libre". Era un discurso de 1977, cuatro años después del golpe militar y la muerte de Allende.

Al contrario de lo que comúnmente se cree, Strauss no perdió las elecciones, las ganó. Fue el candidato más votado. Sin embargo, los liberales reeditaron la coalición con los socialdemócratas de Schmidt, que duró lo que duró el acuerdo, pero eso fue lo que le cerró el paso al poder al candidato de la CDU.

Este documental, que tuvo dificultades de toda clase para ser proyectado, puso su grano de arena a esa derrota. No necesitó histrionismo ni grandes dotes de propaganda. Solo como collage de noticiarios sirvió para que el público pusiese en perspectiva de qué pasta estaba hecho el candidato a canciller.

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