MURCIA. Hay veces que el camino acaba siendo más interesante que el propio destino. Sobre todo, cuando el camino se hace eterno. Algo así le pasa a la tripulación que acompaña al capitán Willard por el río Nung para dar caza al teniente Kurtz. Algo parecido debió sentir el propio equipo de rodaje de Apocalypse Now detrás de las cámaras durante los 238 días que duró la producción de uno de los films más épicos de la historia del cine. Las bambalinas siempre despiertan cierto interés, pero las adaptaciones El corazón de las tinieblas tienen algo de misticismo, como si provocaran un reflejo inevitable en el propio proceso artístico. "No es una película sobre la guerra de Vietnam, la película es Vietnam", que pronunció Francis Ford Coppola en el Festival de Cannes de 1979 que ganó, es la frase que tal vez mejor resume cómo fueron estos más de dos años de rodaje.
Este fin de semana llega a las salas de cine el reestreno de Apocalypse Now en un versión inédita con un nuevo montaje, el tercero tras el original y la versión Redux. Este Final Cut recorta 20 minutos al montaje de 2002 y añade 10 al original, además de presentar la película restaurada en imagen y sonido. El proceso ha sido llevado por el propio Coppola, que dice que "es el mejor montaje". En realidad, el primer metraje limpio supera los 300 minutos.
La historia del rodaje de Apocalypse Now es la de un descenso a los infiernos mientras se asciende al río. El proyecto de adaptar El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad ya lo tuvo Orson Welles, que quiso que fuera su debut cinematográfico. No consiguió la financiación y al final hizo Ciudadano Kane. Francis Ford Coppola, tras rodar El Padrino, quería hacer un filme independiente con su productora, y quiso llevar un proyecto que ya llevaba años queriendo hacer, una adaptación de la novela de Conrad adaptada a la guerra de Vietnam, un relato dantesco que resumiera la locura bélica de entonces mejor que la propia realidad. Un proyecto a lo grande, implicando también a George Lucas.
La realidad, al menos, igualó a la ficción. Desde el mismo inicio de la preproducción, Steve McQueen, Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Jack Nicholson y Robert Redford le van diciendo que no al ofrecimiento de Coppola de interpretar los personajes principales. La incredulidad hacia el proyecto es una constante de esta historia, en la que ni medios, ni industria ni siquiera los productores implicados en la película creen que vaya a hacerse realidad. Finalmente, un desconocido Martin Sheen hará el papel de Willard, mientras que el papel de Teniente Kurtz lo hará Marlon Brando acudiendo solo 3 semanas de rodajes por un millón de euros por semana trabajada.
El 1 de marzo de 1976, Eleanor Coppola viaja, junto a sus tres hijos Gio, Roman y Sofia, y otras personas para acompañar a Francis durante los cinco meses previstos de rodaje. Así empieza el diario del rodaje que ella escribió y que ahora edita Barlin Libros, Notas a Apocalypse Now: crónica de un rodaje maldito. Problemas logísticos, temporales, el boicot de su propio elenco y un ataque al corazón al mismísimo Charlie Sheen convertirán esos cinco meses en dos años, en los que mantener la fe en el proyecto se va a haciendo cada vez más complicado. El diario de Eleanor Coppola refleja su creciente preocupación, ya no por el proyecto, sino por la salud mental y física su marido, que como si del propio Willard se tratara, se embarca en una escalada de desesperación que solo terminará con la propia película.
La ambición desmedida por hacer que el film complicó muchísimo la producción del mismo. Se rodó en Filipinas cuando la guerra de Vietnam había cumplido tan sólo un año. Se rodó allí porque el gobierno le dejaría los helicópteros y el material militar a Francis Ford Coppola para rodar, aunque entonces se vería que sería todo tan fácil. El presupuesto, que estaba previsto en un máximo de 13 millones, se disparó hasta los 22 millones, una de las señales que utilizó la prensa de Hollywood para deslegitimar el trabajo. Coppola se había vuelto loco, vendían en sus páginas, y en parte tenían razón.
A lo largo de las 260 páginas, que también resonarían en el documental El corazón de las tinieblas, Eleanor Coppola documenta la deriva del proceso creativo, las expectativas y la realidad. Su diario y sus grabaciones en 16mm se centran en el contexto del propio rodaje, pero sobre todo, muestra a un director luchando -a veces con, a veces contra- su propia película. Tras el caos, solo cabía la posibilidad de que fuera un éxito para no arruinarse económica y reputacionalmente. La Palma de Oro del Festival de Cannes marcaría el camino de una película de culto que decide contar la guerra desde la más absoluta extravagancia.