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grand place / OPINIÓN

Cosmic Kiss

23/12/2020 - 

El mundo se oscureció de repente a finales del AñoZero, cuando se cerraron los cielos y se abrió la tierra bajo nuestros pies. No había escapatoria. El control absoluto pasó a formar parte de nuestras vidas sin opción ni objeción. Estaba en juego la vida. La Gran Conjunción entre Júpiter y Saturno fue el preludio de la estrella de navidad. Mientras el gobierno del Territorio-Europa anunciaba la primera misión espacial Cosmic Kiss, con el envío de su reencuentro en el firmamento del primer astronauta europeo a la Estación Orbital Internacional.

Aquí, en la Tierra, el eHealth avanzaba con paso firme y seguro. Los edificios oficiales del gobierno de la Unión ya hacía meses que habían instalado cámaras termográficas para detectar personas con síntomas similares a los de la fiebre, elemento revelador de sufrir la enfermedad de la covid-19. Pronto se instaló también en los puntos de entrada de  edificios de oficinas, hospitales, centros comerciales, escuelas y aeropuertos, bar identificar y clasificar a las personas con temperaturas elevadas. 

El Parlamento Europeo no obstante, puso en duda la ética de este dispositivo, relacionado con la Inteligencia Artificial (IA). “Dado que estas cámaras no están diseñadas necesariamente para funcionar como dispositivos médicos, existen dudas sobre su idoneidad en el contexto de la pandemia actual”, se preguntaban sus diputados pensando en la salvaguarda de la libertad y seguridad de sus ciudadanos. En 2020, la condición de ciudadano europeo implicaba unos derechos individuales y colectivos sagrados para sus representantes.

-Esto no lo entiendo David. Creo que esas nociones antiguas de libertad y democracia no la estudiamos en la eSchool. No me queda claro el concepto, pero parece ser que hace 70 años la gente tenía algo así como derechos…

FOTO: ESA

Laura se elevaba sobre un cielo gris que dejaba abajo la lluvia, protegida bajo el techo solar del dron biplaza que la desplazaba de camino a la ZonaZero-VLC. Volvía a casa por navidad. Esta frase manida y sin significado, que decía algo sobre un turrón, se había quedado en el imaginario colectivo varias generaciones después. En 2070 no había turrón ni navidad. Ese concepto, el de navidad, tampoco le quedaba muy claro, mientras dejaba el mensaje para David, grabado en el chip y sin saber si lo recibiría… Ya no esperaba respuesta, desde que su chip descontrolado, primera generación, tenia cada vez más dificultades para conectarse off line con su pareja virtual.

Sin un software propio, con los datos de los ciudadanos europeos en la nube china o en la americana, el Territorio-Europa pronto sucumbió a LaGranFabrica. Hubo quien auguró una visión o, mejor, una ilusión. Algún representante de la ciudadanía desde su escaño de eurodiputado, como González Pons, defendieron que había llegado el momento de Europa como grandes desarrolladores de hardware, como los padres de la robótica. “Todos los hijos la Inteligencia Artificial creada en China o Estados Unidos -decía- pasarían por la tecnología europea post-industrial”. Pero, ¿de qué nos iba a servir fabricar en el Territorio-Europa las neveras que deciden la comida a almacenar, si esa decisión vendría de LaGranFabrica?

Además, todo lo que se hacía en Europa, se copiaba en China más rápido y más  barato. No mejor. Y,¿ quién iba a reparar en ello, cuando lo que importaba no era su perdurabilidad sino su inmediatez…? Las cosas no habían llegado para quedarse. Tampoco las personas, como quedó patente en aquella navidad de 2020, la primera sin besos ni abrazos,  sin sonrisas. Fue la primera navidad digital y a distancia, casi tanta como la del beso cósmico que íbamos a recibir desde la Estación Orbital. 

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