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Conversaciones 

Conchi Cascajosa: “Las plataformas van a salir mejor paradas que la tele de pago y la generalista”

24/05/2020 - 

MURCIA. Conchi Cascajosa es, probablemente, una de las personas que más sabe sobre series. Profesora en la Universidad Carlos III de Madrid, también es directora del Máster en Guion de Cine y TV UC3M/ALMA, entre otros cargos académicos, y autora de diversos libros sobre los medios audiovisuales. En un escenario como el nuestro, donde el consumo audiovisual se ha disparado debido al confinamiento, nos preguntamos qué es lo que le deparará a la ficción televisiva después de la pandemia. Encendemos la tele junto con Cascajosa y exploramos el panorama presente y futuro. No cambien de canal.

-En estos meses de confinamiento se ha disparado el consumo de plataformas de vídeo bajo demanda. ¿Crees que estamos viviendo una nueva edad de oro de las series? Y, en este contexto, ¿van a surgir estas plataformas reforzadas?
-Creo que no hay ningún tipo de duda de que las series van a salir extraordinariamente reforzadas, más que posiblemente ningún otro contenido. Pero aquí hay que distinguir, quizá, entre lo coyuntural y lo estructural.
De manera coyuntural, durante las dos primeras semanas del confinamiento se disparó, en efecto, el consumo desde casa; una situación que ha beneficiado especialmente a las plataformas bajo demanda, a la televisión en abierto y también (que no se nos olvide) a los videojuegos.
A nivel estructural, posiblemente volveremos a un escenario de crisis económica que, por desgracia, es inevitable. Se va a producir una situación parecida a la que vivimos cuando comenzó a apretar la crisis en 2010 y 2011, que fueron los años donde verdaderamente pegó fuerte y cuando se produjeron las grandes transformaciones del sistema televisivo, el hundimiento del mercado publicitario, etc.
La diferencia es que ahora las series tienen un plan B: las plataformas. Y las plataformas sí están saliendo reforzadas de esta situación. Su irrupción hubiera sido más lenta si no hubiera sido por la cuestión de la crisis económica, por ese desplazamiento hacia el hogar, pero, en el actual contexto, van a salir mejor paradas que la televisión de pago tradicional y que la generalista porque tienen modalidades de financiación independientes (no dependen de la publicidad, como la generalista) y no tienen un coste muy elevado para el usuario (como la televisión de pago).
La mayor parte de los proyectos se están realizando para las plataformas y estas, más allá de lo que necesiten para poner en marcha los rodajes y adaptarse a este nuevo contexto, están más o menos listas para volver a ponerse en marcha. Mi diagnóstico va por ahí: se va a producir un reforzamiento de la ficción.

-Actualmente contamos con muchas plataformas a nuestra disposición. Mientras que algunas se diferencian (el catálogo de Filmin, por ejemplo, es muy identificable); otras no tienen como tal una seña de identidad clara. ¿Qué crees que tiene que tener una plataforma para enganchar?
-Para mí la fórmula se basa en saber qué necesidad tiene el público y cómo tu plataforma puede cubrirla. El caso de Filmin es claro: trabaja un tipo de cine autoral que cada vez tiene más difícil encontrar un hueco en las salas de cine. Están encontrando espacios de oportunidad donde otros no lo hacen; a plataformas como Netflix, por ejemplo, no les interesa el cine un poco más antiguo, y no hablo ni siquiera del clásico como tal, sino del de los setenta o los ochenta. Filmin, sin embargo, aprovecha esa coyuntura para enriquecer su catálogo; en los últimos meses ha crecido mucho con cine de esos periodos. La clave está en entender que existe un hueco y aprovecharlo.
En su momento, Netflix entendió cuál era el suyo: una serie para todo el mundo. Su catálogo es mucho más generalista, y recoge mucho más nicho a la vez; es decir, bajo su lógica, tiene muchas series que no te van a interesar nada, pero también tienen otras que te van a interesar mucho. Su éxito se basa en ofrecer esa serie que te va a interesar mucho, como puede ser ahora mismo el caso de Valeria, que no es un producto para ganar premios, pero se basa en una franquicia literaria que tiene millones de lectoras. El modelo de producción de Netflix es significativo: una serie para todo el mundo que no tiene necesariamente por qué gustar a todo el mundo.
Además, tengo la sensación de que las estructuras de programación de estos catálogos cada vez están apostando más por lo generacional. Me llamó la atención que, en la presentación de HBO Max (independientemente de cómo nos vaya a llegar a España, etc.), se hablaba directamente sobre series para la generación Z, series para millennials… Obviamente, los chavales de 18 años tienen unos intereses; y los de 28, otros. Empezar a entender la producción de contenidos desde el punto de vista de lo generacional me parece una pista de hacia dónde quieren ir este tipo de plataformas.
Filmin, en cualquier caso, es una de las grandes ganadoras de este periodo. Las salas están cerradas y, por desgracia, va a ir a peor; y, por tanto, va a servir como el escaparate para ese cine que desgraciadamente tiene cada vez más difícil encontrar su sitio ahí. También se dirigen a un público que no vive en las grandes ciudades y que a veces olvidamos: hay mucha gente a la que le gusta el cine y no tiene acceso a una sala de arte y ensayo, o una de cine europeo… Una plataforma como Filmin ha entendido muy bien esa necesidad y le está sacando mucho partido, más allá de que, por ejemplo, a nivel de series han hecho una apuesta (creo que muy inteligente) por la producción europea.

Valeria

-El coronavirus está influyendo en muchos ámbitos, entre ellos, los rodajes. ¿Consideras que cuando los recuperemos, seguiremos creando por encima de nuestras posibilidades de consumo dada la actual sobresaturación de series? ¿O se detendrá esta rueda de producciones y repensaremos el modelo?
-¿Hay una burbuja? Quizá la hay. El problema es que esa burbuja tiene una justificación: hay un mayor consumo, por un lado; y existen nuevos operadores de plataformas de vídeo bajo demanda que tienen que hacer catálogo, por otro. Tienen que tener un 30% de contenido europeo, por ejemplo, según normativa de la Unión Europea. Es una necesidad, por tanto, que generen su propio contenido.
Aun así, preveo que la producción seguramente se regularice un poco. Cuando vuelvan los rodajes, no lo harán todos a la vez (habrá un pequeño cuello de botella y algunas cosas tendrán que esperar mientras se vaya resolviendo). En el momento en que estas plataformas se hayan establecido en los mercados, en los diferentes países; hayan localizado su producción, tengan relaciones establecidas… Y tengan su catálogo, que les permita ajustarse a las directivas europeas, creo que también habrá un pequeño ajuste a nivel de las series que están contratando. Lo que no cambiará es el desplazamiento de contenido hacia este tipo de formas seriales.
En algunos países, como Francia, han establecido que junto a ese porcentaje que mencionábamos tiene que haber un mínimo de inversión. Tengo la esperanza de que, a nivel legislativo (y es clave), se establezcan este tipo de mínimos de inversión que hagan que si las plataformas quieren operar en un país lógicamente tengan que producir un mínimo de sus ingresos en dicho país. Tengo claro que seguramente la mayor parte lo cumple (no tengo duda de que algunas de las plataformas que están produciendo en España ya lo hacen), pero quizá también se debería impulsar en términos legislativos.

-¿Crees que estamos a punto de presenciar una gran era de ficciones basadas en temibles virus y contagios en los próximos meses?
-Humm… puede que sí. Creo que hay mucha gente trabajando sobre esto. También en el pasado se han hecho muchos contenidos que tienen que ver con pandemias que se están consumiendo ahora.
Pero tampoco tengo del todo claro que la gente no quiera ver ahora otros contenidos. Lo bien que están funcionado las comedias en las plataformas, por ejemplo: eso ya significa que la gente está buscando otro tipo de géneros. También creo que, seguramente, se vayan a exacerbar algunas tendencias. En una charla del festival de Gotemburgo de este mismo año ya se apuntaba a una tendencia de ficciones relacionadas con problemas mentales: series que hablan del mundo interior de las personas. Eso sí creo que va a ocurrir, porque van a tener que ver con muchas de las cosas que hemos visto de ansiedad, depresión, etc.
La tentación de hacer ficciones sobre pandemias persistirá, pero pensemos, por ejemplo, en que en España ya se ha hecho una serie sobre una pandemia y sus consecuencias: La valla. Lo que pasa es que, como está en Atresplayer, no la hemos podido ver en televisión generalista. Tengo la sensación de que sí, de que algo vamos a ver sobre estos temas…, pero espero que no demasiado.

-Recientemente ha vuelto a la pantalla El Ministerio del Tiempo, una de las series más atrevidas e innovadoras de la televisión española y una de las más criticadas por el trato que tuvo por parte del canal público. ¿Qué lectura haces de toda su trayectoria?
-Posiblemente, El Ministerio del Tiempo ha sido la serie más importante que ha hecho TVE desde el 2001, cuando se estrenó Cuéntame; lo cual, teniendo en cuenta que estamos hablando ya de 19 años y teniendo en cuenta que El Ministerio del Tiempo se estrenó hace cinco, nos indica, por desgracia, una cierta pérdida de relevancia de TVE en el ámbito de la ficción. Y eso, por supuesto, preocupante. De algunas cosas creo que es responsable y de otras no, porque es cierto que hay otros operadores que funcionan con otras reglas del juego y también han tenido ventajas competitivas. A pesar de ello, si El Ministerio del Tiempo existe es por TVE. Por eso hay que evitar cargar demasiado las tintas a ese respecto, porque, si no fuera por ellos, la serie no existiría.
El Ministerio del Tiempo es una serie que se nota que funciona muy bien en América Latina y en otros países. De hecho, tengo un compañero en la Soborna que la ha usado para hablar de cultura y lengua española. Es una serie que está planteando una marca España más allá de nuestras fronteras de forma clara y que, además, pone en valor la creación artística y reflexiona sobre la historia de España (estemos a favor o en contra de cómo se retrata en la serie).
Lo que ha ocurrido es que también es una serie que tiene un perfil de público que, en muchos casos, ha sido juvenil/infantil. Ese público veía la serie al día siguiente con sus padres en la página web de TVE. Y eso no hay manera de medirlo porque te pueden decir cuántos visionados en línea tienen, pero no cuánta gente estaba delante viendo ese visionado en línea. Existe la percepción generalizada de que es una serie a la que los índices de audiencia tradicionales no han tratado bien: no han reflejado bien su impacto. Hay otro modelo televisivo, que es el de la fragmentación, en el que el éxito de una serie ya no se puede cuantificar por el visionado lineal de esa noche delante de la tele, sino que tiene que ver con otro tipo de consumo.

El Ministerio del Tiempo

El problema, sin embargo, no es TVE, sino el sistema de medición de audiencia en España, que va muy por detrás de otros modelos y que ha servido, especialmente, a los intereses de las cadenas privadas. Mad men la veía muy poca gente, pero dudo que alguien diga que fuera un fracaso.
El Ministerio del Tiempo ha generado relevancia social, producción académica, incluso la propia incorporación de palabras al lenguaje: por ejemplo, el caso de los “ministéricos” (los fans). Los políticos también han hablado de la serie. Y eso es esencial para la televisión contemporánea.
Yo no quiero cargar las tintas contra TVE, porque, insisto, si El Ministerio del Tiempo existe es por TVE. Pero creo que, en determinados momentos, y no tanto por el horario (la ficción se emite cuando se emite), pero sí en términos de promoción y, sobre todo, en el proceso crítico de renovación… la serie ha dado más de lo que ha recibido.

-Es curioso que, llevando apenas unos capítulos, y teniendo en cuenta ese desplazamiento de las audiencias hacia las plataformas digitales, haya vuelto a ser trending topic la noche de los martes, lo que quiere decir que mucha gente se sienta delante del televisor a esa hora para verla en directo.
-Yo nunca he creído que la televisión vaya a ser consumo de vídeo bajo demanda total. El flujo televisivo sigue existiendo, es muy potente, y creo que El Ministerio del Tiempo tiene un público muy devoto y muy propagador de su afecto por la serie. Además, se ha aprovechado muy bien el elemento amplificador de las redes sociales.
Ha sido inteligente la vuelta a TVE porque la cadena necesitaba que volviera: es una serie que tiene mucho potencial de franquicia (de que pueda haber otros patrulleros, independientemente de que en una temporada pueda estar un actor u otro); y creo que le aporta una imagen de marca bastante potente a TVE en un momento donde es muy complicado encontrar ese tipo de proyectos.
También ha sido inteligente por parte de los creadores de la serie (y en especial por parte de Javier Olivares), que está temporada esté hecha claramente pensando en el público que ya conocía la serie. Yo al menos, como fan, tengo una sensación muy satisfactoria. Creo que esta nueva temporada prolonga el universo de la serie. La serie no se reinicia como si fuera un nuevo primer capítulo (eso ya lo hicieron cuando introdujeron al personaje de Pacino), sino que se dirige directamente a su público. El éxito o fracaso de la temporada no dependerá, como hablábamos, de las mediciones, sino de satisfacer a ese público que ya eran fan de la serie, de generar conversación y contenido… Y eso lo están haciendo, a diferencia de otros casos de series que, a su regreso a la pantalla, quizá no lo han comprendido así de bien.

Los Soprano

-¿Qué series nos recomiendas para pasar lo que nos quede de este confinamiento?
-Depende del acceso que tenga cada uno a las plataformas, porque cada una tiene sus pequeñas joyas. De HBO, lógicamente, Chernobyl, pero también otras clásicas como The Wire, Hermanos de sangre o Los Soprano; o Mad Men, en Netflix, que quizá hay gente que todavía no las ha visto porque en los últimos diez años ha habido mucha producción y ha sido difícil seguir la pista de todas las series que merecían la pena. En Movistar+, me ha gustado mucho La línea invisible, y también sugiero La peste. Son series muy sofisticadas y quizá no para todo el mundo, pero para mí hablan de España de una manera muy importante. A mí me gusta que las series hablen del mundo en el que vivimos, como El Ministerio del Tiempo, que es capaz de establecer ese tipo de discursos entorno a lo que somos.
A partir de ahí, hay series que pueden servir para el escapismo, como alguna de Ryan Murhpy, pero no Hollywood (que no me ha gustado mucho), sino, por ejemplo, el spin off de 9-1-1: Lone star, que sí me parece muy entretenida y habla sobre la diversidad desde un punto de vista muy arriesgado. Está en Fox.

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