El dibujante y activista Elías Taño adapta al castellano el libro recopilatorio de sus carteles e ilustraciones de los últimos años con el título Delitos de papel tras su reciente edición en Italia. 97 páginas de pensamiento crítico y lucha de clases que no se las salta un antifa
MURCIA. En las procelosas aguas de la gráfica social, son pocas las personas en las que la correspondencia entre lo que se exhibe y lo que se es resulta cristalina y sincera, refrescante y renovadora, agitadora y torrencial. Decía estos días el conseller valenciano Vicent Marzà, a propósito de la visita de Pepe Mújica a València, que la coherencia vital del expresidente uruguayo resultaba extraña —y, añadiríamos, incómoda— precisamente por su excepcionalidad; y uno no puede evitar recordar la frase de Bertolt Brecht adjetivando como “imprescindibles” a aquellos que luchan toda la vida.
El dibujante y activista Elías Taño (Tenerife, 1983) es, sin duda, uno de esos personajes tan excepcionales como imprescindibles. Así lo atestiguan las páginas de Delitos de papel. Recopilación de carteles y dibujos (Osadía Ediciones, 2020), adaptado al castellano tras su edición Italia (Edizioni Il Galeone, 2019); un libro muy ilustrado que actúa como un artefacto polivalente y poderoso: es un archivo razonado de la obra del autor pero también un manual de militancia gráfica; es un altavoz de numerosas causas, luchas y colectivos pero también es una radiografía histórica de los últimos años, sus injusticias y sus responsables; es un ajuste de cuentas individual y colectivo pero también es un rayo de esperanza con el poder de la imagen como arma cargada de futuro.
Tal como señala en el prólogo Ángela Martínez-Fernández —coordinadora a su vez del monográfico Cultura(s) obrera(s) en España, de la revista universitaria de análisis cultural Kamchatka, que cuenta con la participación del propio Taño—: “Si los relatos del poder han generado, especialmente en las últimas décadas, una imagen abyecta de lo obrero y las luchas sociales, los diseños de Elías Taño voltean el sentido del imaginario trastocando no solo la imagen, sino también su significado: las grafías vienen a rescatar, a repintar, la intención comunitaria y la necesidad de continuar la lucha en colectivo.”
Articulado en torno a cuatro secciones comunicantes y de fronteras difusas —“cultura”, “antifascismo y antirepresión”, “resistencia”, y “prensa y fanzines”— Delitos de papel permite al lector/espectador realizar un recorrido esencial por la producción artística y la militancia gráfica del autor a través de sus abundantes carteles para festivales y eventos culturales y sus innumerables proyectos personales y colaboraciones con diferentes colectivos y publicaciones —mayoritariamente de corte autoegestionado y antifascista—, y hacerlo de una manera reposada, escrutando atentamente cada uno de los detalles que, a menudo, pueden pasar desapercibidos en la observación fugaz de un cartel en el espacio público. En un acto más de generosidad, cada una de las obras viene contextualizada con los textos del autor en los que explica los pormenores de su intención junto al reconocimiento honesto de infinidad de préstamos, referencias y reformulaciones de imágenes, iconos y citas históricas.
Durante la presentación de Delitos de papel en la librería asociativa La Repartidora, preguntado por el precio que conlleva el ser un autor significado políticamente, Taño indica que su concepción del dibujo y de la obra gráfica como herramienta para la militancia, ocupa casi todo su tiempo a excepción de algunos trabajos alimenticios, sobre todo en el campo del diseño. “Sé que hice una elección y puse lo político por delante de lo profesional; y así voy a seguir”. Fue hacia 2011, al retomar la práctica del dibujo y fundar, junto a Carla Chillida, la compañía teatral Atirohecho, cuando comenzó su búsqueda de un lenguaje propio con el que expresar lo político; una nueva manera que se alejara de la gráfica tradicional de los movimientos sociales, huyendo de las habituales formas agresivas, beligerantes e inquisitivas pero revisitando la iconografía clásica —las fábricas, los puños en alto, las masas proletarias, las cadenas…— y personajes clave como Antonio Gramsci, Rosa Luxemburgo o Violeta Parra, para lanzar un mensaje de lucha, reivindicación y denuncia sin renunciar a su carácter reflexivo y dialogante; festivo y de celebración.
Para entender dónde sitúa el foco, baste una respuesta reveladora: “lo social es aquello que ocurre; algo que fácilmente podría llevarme a representar la consecuencia, lo dramático; lo político, sin embargo, es aquello que atiende a las preguntas que nos suscita aquello que ocurre: ¿por qué?, ¿con qué fin?, ¿quién lo ejecuta? o ¿quién lo permite?”. Un enfoque incómodo y efectivo que ha propiciado que algunos de sus trabajos tuvieran éxito y que otros nunca vieran la luz; que se cerraran algunas puertas y se abrieran algunas ventanas; que resultaran ser muy mediáticos o que fueran silenciados; que le valieran la persecución, la censura y las denuncias o que le granjearan el amor y el respeto de numerosos colegas y admiradores; que fueran tergiversados y demonizados como “delitos” de papel o que contribuyeran a avivar el pensamiento crítico como auténtico combustible para conciencias.
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Ficha técnica
Título: Delitos de papel.
Autor: Elías Taño (texto e ilustraciones).
Edita: Osadía Ediciones.
Año: 2020.
Tamaño: 15,5 × 22 cm.
Páginas: 97.
Encuadernación: rústica.
ISBN: 978-84-949821-4-9.
Precio: 15,00€.