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La nave de los locos  / OPINIÓN

Carta a un adolescente

Como el milagro de los panes y los peces, los aprobados en la enseñanza secundaria se han multiplicado por obra y gracia de san Covid-19. Pocos, muy pocos alumnos no han sido elegidos para pasar de curso. Qué importaba su número de suspensos. Es un gozoso anticipo de lo que nos traerá la nueva ley de Educación de la abuela Celaá 

7/07/2020 - 

Querido adolescente (o adolescenta):

Por fin ha acabado el curso. Estarás contento. ¡Qué descanso! Quién te iba a decir que pasarías el último trimestre encerrado en casa con tus padres, ellos teletrabajando, en el caso de que hubiesen conservado el empleo, y tú aprendiendo a manejarte con la enseñanza a distancia. 

Llevabas varios años en el instituto y nunca habías oído hablar de Aules ni de Webex. Al comienzo del encierro no sabías cómo funcionaban estas plataformas. Incluso llegaste a pedirle ayuda a un compañero, al que se le dan mejor las nuevas tecnologías. Luego todo fue una rutina. Cada día enviabas tus tareas a los profesores. Algunos se excedían mandando trabajo; creían que su asignatura era la única. Así se lo dijisteis al tutor para que hablara con ellos y bajasen el ritmo. Alguno le hizo caso pero otros siguieron a lo suyo, como el que oye llover. 

Los mandamases de la educación os han engañado. Os facilitan obtener un título de la ESO o de Bachillerato sin apenas esfuerzo y sin saber prácticamente de nada

¿Y qué me dices de los exámenes? Nunca te hubieses imaginado que fuera tan fácil copiar. Tú, al menos, no recurriste a un hermano universitario o a tu madre para que te ayudara a hacerlo. Los días de los exámenes los wasap con los compañeros echaban humo. He leído que hasta se pagaban 20 euros por que alguien te suplantara en un examen. Sé que no es tu caso. Tú te limitaste a copiar sin que se notara demasiado. Todos los exámenes los aprobaste, como era de esperar, y alguno con muy buena nota.

Eres un crac, y lo sabes. 

¿Para eso me mato subiendo tareas?

En mayo te dijeron que si no hubieses trabajado nada, hubieras aprobado igual. Es lo que decidieron los mandamases de la educación. Si un alumno había superado las dos primeras evaluaciones de una asignatura, estaba aprobado, hiciese lo que hiciese después. ¿Y para eso me he matado subiendo tareas?, te preguntaste cabreado, y con razón. Para nada, claro.

Después de conocer esa noticia, en las últimas semanas del curso a distancia bajaste el pistón y dejaste de entregar tareas de las materias más antipáticas. Ningún profesor te lo recriminó porque sabían, como tú, que todo se reducía a cumplir un expediente. Un paripé. Lo de enseñar y aprender quedaba aplazado para mejor ocasión, si es que llega tal ocasión, que a lo mejor no llega. 

Te felicito por tus buenas notas. Han sido mejores que otros años. Donde tenías un 5 te han puesto un 7; donde habías sacado un 4, has obtenido un 6. Tus calificaciones, como las del resto de compañeros, han estado dopadas como aquellos ciclistas —de los que no habrás oído hablar— que ganaban el Tour y el Giro ante la admiración de los aficionados, que siempre han sido un poco ingenuos con estas cosas.  

Notas hormonadas como el pollo del ‘súper’

Esas calificaciones tan hormonadas como el pollo que compro en el supermercado se han atribuido a san Covid-19, un nuevo santo al que se han encomendado numerosos padres para que sus hijos pasasen de curso. San Covid-19 ha obrado el milagro en el 95% de los casos. Si Cristo resucitó a Lázaro, dio vista a los ciegos e hizo andar a los paralíticos, san Covid-19 ha conseguido que alumnos que no se habían presentado a un examen fuesen aprobados. 

En estos tiempos de ateísmo generalizado, en que la mayoría de los alumnos opta por la asignatura de Valores Éticos en menoscabo de la Religión, san Covid-19 da motivos para volver a creer en Dios. 

La Iglesia católica tiene ya pruebas de miles de milagros en los que ha intercedido la mano generosa y amarilla de san Covid-19. Milagros como aquel estudiante de 4º de ESO que obtiene el título con seis asignaturas suspensas. El título, sin embargo, le valdrá de poco cuando intente incorporarse al mercado laboral dentro de diez o quince años. 

Títulos académicos obtenidos sin esfuerzo 

Porque creo, querido alumno, que los mandamases de la educación —una señora gagá y un independentista sin remedio— os han engañado, como antes nos engañaron a nosotros. Os facilitan obtener un título de la ESO o de Bachillerato sin apenas esfuerzo y sin saber prácticamente de nada. Así se quedan contentos vuestros padres, que creen tener lumbreras en casa. 

Lástima que la enseñanza pública no haya sido para ti el machete para abrirte paso entre las frondas de la vida. Te  tratan como a un adolescente ‘burbuja’ al ocultarte la crueldad de la calle. No te han dado armas para pelear por un lugar bajo el sol. A cambio te siguen alimentado con una papilla ideológica que tal vez vomites cuando despiertes del sueño. Será cuando te des cuenta de que a tu generación la estafaron, y espero que entonces no sea demasiado tarde para ti. 

Pero no nos pongamos demasiado serios ni profundos. Es verano y aún nos permiten salir a la calle. Seguro que ya te has bañado en la Malvarrosa con tus colegas. Es lo que toca: ligar bronce y cuerpos, reír, nadar, fumar, beber cerveza, olvidarse de un curso que acabó de la peor manera. 

Te deseo lo mejor. Lo sabes.

Un fuerte abrazo, Javier.  

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