BRUSELAS (EP). La Comisión Europea aspira a movilizar 600.000 millones de euros con los tres instrumentos del plan de recuperación centrados en ayudar a empresas de los países y regiones del bloque más golpeados por la pandemia de la covid-19 y que no disponen de margen fiscal suficiente para rescatar a su tejido industrial.
Los cálculos del Ejecutivo comunitario apuntan a un desplome de la inversión de 846.000 millones de euros entre 2020 y 2021 y unas pérdidas del sector privado de 720.000 millones de euros en el escenario base, con el turismo (171.000 millones), la construcción (113.000 millones) y el motor (91.000 millones) como los sectores más afectados. Estas pérdidas escalarían hasta los 1,2 billones en caso de un segundo brote del virus en otoño.
Ante esta situación, los gobiernos europeos han lanzado programas de ayudas para inyectar capital a sus empresas, pero esto ha dejado patente la diferente capacidad de los Estados miembros para intervenir. De todas las ayudas públicas permitidas por Bruselas durante la crisis, más del 50% son de Alemania (casi un billón de euros), el 17% de Italia (302.000 millones) y el 13% de Francia (324.000 millones). España solo aglutina el 2,2% del total europeo (27.000 millones).
Para aliviar estas disparidades, el fondo de reconstrucción propuesto por el Ejecutivo comunitario plantea la creación de un instrumento que incentive las inversiones privadas en empresas especialmente afectadas por la pandemia.
El Instrumento de Apoyo a la Solvencia' funcionaría a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI), organismo que movilizaría 300.000 millones de euros en los próximos años hacia compañías con necesidades de capital gracias a un aval de 31.000 millones a cargo del fondo de recuperación. De esta cantidad, Bruselas propone que 5.000 millones estén disponibles ya este otoño.
La vicepresidenta de la Comisión Europea responsable de Competencia, Margrethe Vestager, ha explicado en una rueda de prensa que se trata de una herramienta "temporal" con la que la UE no entrará directamente en el capital de las empresas, sino que fomentará que intermediarios como fondos de inversión o entidades financieras recapitalicen estas firmas.
"Si hay empresas en una parte de Europa que necesitan ayudas pero no las reciben, esto puede perjudicar a otras partes de Europa. Pero, al revés, si se ayuda a empresas de algunas partes del continente, esto tiene efectos positivos en otros lados", ha justificado la danesa.
Sin embargo, Vestager ha señalado que las entidades intermediarias tendrán que estar establecidas y desarrollar su actividad en la UE y que acceder a estos avales europeos estará vinculado al cumplimiento de una serie de condiciones, relacionadas sobre todo con la contribución a los objetivos climáticos y digitales del bloque.
El plan de recuperación de Bruselas prevé también otros dos instrumentos para canalizar ayudas al sector privado y uno de ellos contempla el refuerzo del antiguo 'plan Juncker', que ahora recibe el nombre de 'InvestEU'.
En particular, la Comisión Europea propone elevar el presupuesto de este programa en 15.300 millones de euros. Los fondos se canalizarán a empresas europeas a través de las cuatro 'ventanas' de financiación que ya existen y las autoridades comunitarias creen que podrían desencadenar inversiones con un valor de 240.000 millones.
Además, Bruselas quiere completar la arquitectura de 'InvestEU' con una quinta 'ventana' de financiación que sirva para crear un fondo de inversiones estratégicas. En este caso, la intención de la institución es reservar 15.000 millones de euros del presupuesto para avalar inversiones de hasta 150.000 millones.
"La inversión fue la primera víctima de la consolidación fiscal que acompañó a la crisis de deuda pública de hace una década (...) Ahora la Covid-19 amenaza con provocar un nuevo golpe terrible a la inversión en Europa", ha advertido el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, en la comparecencia en la que ha presentado los dos últimos instrumentos junto con su homólogo de Industria, Thierry Breton.
Un veto para utilizar subvenciones directas o vender deuda emitida por la CE sería un fuerte mensaje negativo para los mercados, según el economista