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Begoña Méndez: "El diario es el territorio privilegiado de la herida"

1/04/2020 - 

MURCIA. ¿Escribir para quién? Esta pregunta se la debieron formular en algún momento de su vida las diez mujeres protagonistas de este ensayo de Begoña Méndez titulado Heridas abiertas y publicado por la editorial WunderKammer. Los diarios íntimos de Santa Teresa de Jesús, Soledad Acosta, Zenobia Camprubí, Teresa Wilms Montt, Lily Íñiguez, Marga Gil Roësset, Idea Vilariño, Susan Sontag, Alejandra Pizarnik y Mariana Eva Perez pasan por la mirada de Begoña Méndez, profesora de lengua y colaboradora literaria en distintos medios de comunicación. “En los diarios, la intimidad se gesta en el tuétano de la experiencia cotidiana y emerge en la soledad de la habitación o de la casa”, escribe Méndez en un cuaderno de apenas 122 páginas que condensa toda una rebelión: ¿cómo han escrito las mujeres a lo largo de los siglos para alcanzar su propia intimidad?

-Este cahier surge en una etapa 'ajena y monstruosa', según cuentas en la introducción. Pero antes de las palabras fueron las imágenes. De ahí que hables de 'diario gráfico' que es un formato que me encanta.
-Cuando escribí Heridas abiertas acababa de salir de un proceso personal de reconstrucción vital. En esa época de certezas caídas, para combatir el insomnio, me dediqué a realizar collages. Los hacía sin apenas darme cuenta. Cuando me puse a revisar el material, descubrí que sin ser consciente había transformado mi experiencia personal en una manifestación artística comunicable, exactamente igual que hacen las autoras de los diarios íntimos con sus heridas vitales. Y es ese uno de los aspectos que más me interesan de las escritoras de la intimidad: su capacidad de convertir la extrañeza de estar viva en literatura.

-¿De dónde nace tu pasión por los diarios íntimos?
-Creo que en ningún otro género literario el yo se muestra de un modo tan vulnerable. Las autoras de las que me ocupo en Heridas abiertas son plenamente conscientes de sus identidades precarias y precisamente por eso escriben sus diarios, para tratar de fijar ese yo que quiere escaparse. Creo que empecé a leer diarios íntimos por la voluntad de encontrarme y reconocerme en la experiencia de otras mujeres, para no sentirme sola. Porque si hay algo que me emociona y me abruma de estas escritoras es que sus cuadernos enseñan sin pudor y con mucha valentía sus identidades desgarradas, una exhibición que nunca es en vano, pues consiguen convertir el dolor de sus llagas íntimas en discursos literarios capaces de funcionar como espejo para los lectores.

-¿Cómo y por qué eliges a las diez autoras/protagonistas de este ensayo? ¿Qué tienen todas ellas en común?
-Todas las autoras tienen en común lo que te comentaba hace un instante: son mujeres que practican escrituras arriesgadas porque se desnudan para encontrar en sus experiencias vitales sus propias verdades. El hecho de que sean estas diez autoras y no otras es fruto del azar o, si quieres, de mi propia trayectoria lectora. Sin embargo, es verdad que todo empezó con Diario de juventud de Idea Vilariño, al que llegué después de haber devorado su obra poética. A partir de ella, empecé a buscar a otras autoras y fui descubriendo a todo un grupo de mujeres de las que nunca había oído hablar, como Soledad Acosta o Lily Íñiguez, que me cautivaron enseguida. Y continué con esa investigación hasta que llegué a la escultora Marga Gil Roësset o a la escritora Mariana Eva Perez. No todos los diarios de Heridas abiertas son poco conocidos, pues están también los cuadernos de Alejandra Pizarnik y los de Susan Sontag, dos autoras que escribieron sus intimidades con una crudeza apabullante. Lo cierto es que el cahier no deja de ser un homenaje a unas autoras y unos diarios que tuvieron, y todavía tienen, el don de conmoverme y de hacerme sentir acompañada.

-Hablas mucho en el libro sobre qué significa escribir un diario y reflexionas a propósito de cómo distintos escritores de todos los tiempos lo han hecho. Dices que es una escritura a vez testimonial y artística, ¿no?
-En los diarios se produce una fusión total entre vida y escritura, en la que cuerpo y palabra se hacen indesligables. Esto es así porque las autoras de la intimidad escriben para descubrir qué lugar ocupan en el mundo y cómo se relacionan consigo mismas y con los otros. Se produce un derrumbe de fronteras entre interioridad y exterioridad que da lugar a un diálogo entre identidad y alteridad, entre lo familiar y lo extranjero que nos habita. Siempre digo que los diarios hablan acerca de cómo un cuerpo experimenta el mundo, pero también acerca de cómo el mundo penetra en un cuerpo. De ahí la idea de que un diario íntimo es literatura encarnada o, como diría Susan Sontag “el descubrimiento de la vida de la carne”. 

-Escribes: "Escribir un diario es asumir la vida como contienda, aceptarse como cuerpo extraño, rechazar la piel como límite y querer traspasarla. Escribir un diario significa abrir una grieta en el propio interior". ¿No hay escritura, digamos, "feliz", de un diario? ¿Todos acaban siendo tormentosos?
-Las autoras de Heridas abiertas escriben para indagar en sí mismas y para comprender quiénes son, y en ese proceso se descubren como “cuerpos extraños”, por cuanto que abismarse en la intimidad implica arrojar luz sobre los monstruos interiores. En ese sentido, el diario íntimo rasga las certidumbres y abre grietas en la propia identidad. Sin embargo, esas heridas no son necesariamente dolorosas o no solo tormentosas. “El alma alguna vez se sale de sí misma, a la manera de un fuego que está ardiendo y hecho llama, y algunas veces crece este fuego con ímpetu”, escribe santa Teresa: no se me ocurre forma más gozosa de traspasar la propia piel. De todos modos, y aunque escribir un diario íntimo puede ser una forma de aliviar el sufrimiento y de mitigar la soledad, lo cierto es que el diario es el territorio privilegiado de la herida, hecho que explica el título del ensayo.

-¿Cuáles crees que son las principales diferencias entre la escritura íntima femenina y la masculina?
-Una respuesta detallada daría para otro ensayo. Pero, de forma breve, te diré que una de las tesis de Heridas abiertas es precisamente que la literatura íntima no es un atributo de las mujeres, sino un discurso históricamente feminizado y fuera de lo que se considera como “literatura verdadera”. A mí me llama mucho la atención que los hombres que escriben cuadernos íntimos los nombran bajo el membrete de “diarios de escritor”, como si tuvieran miedo de que el adjetivo “íntimo” fuera a desautorizar su obra y a sacarla de lo literario. Por eso Alejandra Pizarnik dejó instrucciones para que sus cuadernos se publicaran como “diarios de escritora”: no quería que su obra quedara descalificada como género literario. Desde mi experiencia lectora, puedo decirte que los diarios, da igual si son de mujer o de hombre, se caracterizan de forma invariable, por atender a una serie de preocupaciones que son la identidad, el cuerpo, las relaciones y los afectos, así como el lugar que como individuo el escritor ocupa en el espacio público. 

-Vayamos a algunas autoras: empecemos por la más apasionante de todas. ¿Por qué Santa Teresa de Jesús es 'pura modernidad encarnada'?
-Santa Teresa escribió Libro de la vida para mostrar a los hombres de la iglesia que sus raptos eran divinos y no producto del demonio. En la escritura de su intimidad, la santa muestra un hecho fundamental y plenamente moderno, y es que el yo no es nunca un estricto espacio interior, sino que, muy al contrario, la configuración de la identidad exige la presencia de los otros, la alteridad a modo de espejo. En su caso, de unos otros; porque si Dios es el mundo exterior que penetra para modificar los afectos íntimos de una mujer, los censores para los que escribe se revelan como ese ojo ajeno del que no podemos sustraernos, porque de ellos depende nuestra identidad en el mundo. 

-Teresa Wilms tiene un diario (Preciosa Sangre. Diarios íntimos publicado en La Señora Dalloway Ediciones) cuyo principal objetivo es subrayar su amor casi enfermizo por Vicente y después por Dios. No parece el diario de una mujer "libre", ¿no?
-No puedo evitar sentir que Teresa Wilms encontró en su diario una forma artística de subsistencia, un espacio propio donde descansar de las agresiones del mundo. Es cierto que no es la escritura de una mujer libre, porque nunca nadie le dejó serlo, pero es la escritura de una mujer inteligente y terriblemente sola que se negó vivir callada. La tragedia de Teresa Wilms fue que no dispuso de auténticas herramientas emancipadoras con las que liberarse de la ideología del amor romántico. Su educación burguesa la encerró de unos moldes de mujer muy estrechos, condenada a ser siempre de alguien: de la madre, del esposo, del amante. Cuando su rebeldía resultó amenazante, la convirtieron en loca. Su caso es terrible y su diario, el testimonio impresionante de una mujer que luchó por conquistar su autonomía.

-Dices que la lectura del diario de Marga Gil Roësset se leyó como una carta de amor y culpa hacia Juan Ramón pero dices también que no es suficiente, que es una lectura muy superficial.
-Exacto. Igual que le ocurrió a Teresa Wilms, a Marga Gil no le dejaron ser una mujer autónoma ni libre. Su entorno la trataba como a una niña y estuvo siempre sometida al gobierno del padre. A pesar de ser una escultora de talento y proyección internacional, a Marga le faltaban herramientas para liberarse del yugo familiar y dar cumplimiento a sus ansias de vida. Educada para pertenecer siempre a alguien, se agarró a la idea del amor como instrumento para reivindicarse como adulta. Pero lejos de resultar emancipador, su amor por Juan Ramón supuso un fracaso, porque tampoco él dejó de tratarla como a una chiquilla. La vida de Marga Gil es una sucesión de frustraciones y su diario, el testimonio aterrador de cómo una mujer a la que le niegan la libertad se convierte en víctima de todos y tal vez sobre todo de sí misma.

-Los diarios de Sontag se perciben como una lucha por hacer del lenguaje una herramienta para penetrar en las grietas de la posmodernidad. En este sentido, ¿son diarios más reflexivos que íntimos?
-Yo no diría de ellos que son reflexivos. Es cierto que hay pasajes en los que la preocupación por la guerra de Vietnam toma el centro del interés de su escritura, pero el resto es una acumulación de recuerdos, de ideas apuntadas, de notas difusas, de emociones en bruto, de pensamientos fracturados. Sontag es en los diarios una autora descarnada. Y es precisamente esa característica la que hace que pueda leerse como emblema de las grietas propias de los sujetos posmodernos: en la soledad de su habitación, Susan Sontag es una mujer insegura que odia lavarse el pelo y que lucha por hacerse con una identidad que no se le derrumbe. 

-Por último, no sé cómo valoras aquellos diarios que son revisados y corregidos para su publicación contrapuestos a aquellos otros más puros, que no tenían voluntad de ser nunca publicadas. ¿Crees que hay más verdad en unos que en otros?
-Creo que la verdad, en literatura, es una propuesta estética. Con esto quiero decir que no creo que sean más “verdaderos” los cuadernos que no han sido revisados porque en todos los casos hay una mujer que decide abrir un cuaderno y hacer del registro de su vida una experiencia literaria. Tal vez la revisión elimina las zonas más impúdicas, pero en todo caso, las autoras de Heridas abiertas coinciden en construir sus discursos literarios desde la exhibición de sí. En el ensayo digo que hay que leer los diarios con sumo cuidado porque no son solo palabras, sino fragmentos de vidas ajenas. Y, al final, eso es lo que he intentado hacer en el libro: leer con amor y delicadeza las experiencias de vida de otras mujeres y reivindicarlas como auténtica literatura.

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