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¿A qué candidato votaría China en las elecciones de los Estados Unidos?

1/11/2020 - 

MURCIA. Dada la importancia de los Estados Unidos como primera potencia mundial y el notable y efectivo despliegue de efectos de sus políticas tanto domésticas como internacionales en todos los habitantes del planeta, más de una vez, todos hemos pensado que algo se nos debería preguntar en relación con estas elecciones tan relevantes. En efecto, en función de qué candidato resulte victorioso, nuestras vidas se van a ver impactadas. Y más aún en estas elecciones de 2020 en las que están en juego cuatro años adicionales de una Presidencia que ha alterado dramáticamente la posición de los Estados Unidos en el mundo. Sin entrar en las peculiaridades  del presidente Trump, y por lo que respecta a sus antiguos aliados europeos, es claro que la dependencia del amigo americano no puede mantenerse como hasta la fecha. Frente a su política legítima de America first resulta evidente que los países europeos, a través de una integración más eficiente, ilusionante, y ¿por qué no decirlo? política tendrán que velar por sus intereses y su propio destino. Y no pueden esperar el apoyo estable tradicional de los Estados Unidos en algunas cuestiones esenciales como la defensa.

¿Y respecto de China? Uno de los puntos sobre los que parece existir un cierto consenso en la generalmente errática agenda del presidente Trump, es su firmeza con China. En efecto, la mayor influencia y participación como agente económico de China en el mundo exige que acepte el cumplimiento de las normas que deben presidir los intercambios y las relaciones comerciales y económicas. Las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) son una buena referencia. La ventaja del capitalismo de estado chino permite a sus empresas competir en el mundo de forma muy exitosa contando con el apoyo, a veces, directo a empresas públicas, por gozar de dicha condición, y otras veces disimulado, a empresas chinas privadas. El resultado ha sido unos desequilibrios salvajes a favor de China en las balanzas comerciales de las principales potencias occidentales. El presidente Trump, desde el principio de su mandato, ha optado por ser más asertivo con China. Y no podemos negar que, en este punto, no le falta razón. Se rompe con un sistema de relaciones que fue establecido por los propios dirigentes norteamericanos desde la presidencia de Nixon. Viene a decir, y lo expresaré de forma simple, que si China quiere jugar en el mundo y quiere ser exitosa económicamente deberá cumplir las reglas de una economía de mercado encaminadas a la salvaguarda de los legítimos intereses privados, la libre competencia y evitar los apoyos públicos que distorsionan esta realidad. Para contrarrestar esa ventaja China, el presidente Trump se ha enzarzado en una cruenta guerra comercial que se proyecta en numerosos niveles: no solo en el estrictamente comercial si no en el más trascendente que es el tecnológico (que se ha manifestado en las prohibiciones que han planeado sobre TikTok y Weechat en Estados Unidos).

Parece claro, a primera vista, que si China votase en las próximas elecciones, no se decantaría por la reelección de Donald Trump.  De hecho, la retórica intensa del presidente Trump durante estas elecciones apunta precisamente a ello. El aspirante a la reelección se ha erigido en gran luchador contra China. Así el 21 de septiembre pasado, en un mitin en Ohio gritó a la multitud que si Biden ganaba, China ganaba. Y en una de las muchas entrevistas que se han realizado por la elecciones ha manifestado, en el más puro exceso verbal a los que tiene acostumbrados a la galería, que si no gana las elecciones, China será la dueña de los Estados Unidos y que la población ¡debe empezar a prepararse para hablar en chino!. Lo cierto que las medidas de la administración Trump ha dañado a China: han golpeado, como adelantamos antes, a las tecnológicas chinas; le ha costado a las exportaciones chinas cerca de 300.000 millones de dólares; ha sancionado muy interesadamente y sin verdadera convicción a determinados altos funcionarios chinos con nombres y apellidos por vulneración de los derechos humanos. Pero ¿han resultado estas medidas realmente eficaces para contener a China?

Lamentablemente los resultados han sido, por el momento pobres. Y la mayor prueba de ello es que a pesar de los pesares, China, dadas las circunstancias de haber sido los primeros afectados por la pandemia y estar inmersos en una confrontación de intensidad variable con los Estados Unidos, está mejor, en plena forma. Así, mientras que en Occidente y resto del mundo, estamos actualmente padeciendo la segunda ola de la pandemia con el riesgo que esto implica respecto de la ansiada superación de la crisis económica, China, como ya he hecho referencia en esta columna, ha incrementado su PIB en el último trimestre en un 4,9% disfrutando su economía de la deseada recuperación en “V”. ¿Y cómo lo ha hecho? Entre otros factores, ¡le han vuelto a ayudar las exportaciones! Este dato no tiene precedentes: que las exportaciones crezcan de esta forma tan potente con ocasión de la crisis mundial que estamos viviendo. Pero los datos son tozudos y las exportaciones han alcanzado, tras conseguir dominar la crisis sanitaria una cuota del mercado global del 24% frente a una media del 20% durante el periodo 2017-19. Obviamente este crecimiento de la exportación no es simétrico en todos los bienes habiéndose centrado en los productos aplicados al teletrabajo y la educación en remoto así como todos los productos de la industria médica. 

Lo que ha conseguido China actuando con una contundencia que en Occidente nos pareció draconiana es controlar de forma sólida la crisis sanitaria para de esta forma poder orientar nuevamente su formidable aparato productivo para abastecer a un mundo cuyas economías estaban medio aletargadas por la aplicación de respectivas medidas de confinamiento y con una notable disminución de sus capacidades productivas. De esta forma, China sigue suministrando a todo el mundo los productos que necesita. Es verdad que esta situación deberá cambiar a futuro porque las economías del mundo tenderán a volver a arrancar (ojo atento al concepto de soberanía estratégica europea). Pero lo cierto es que China va bien y está consolidando su posición en una mayor proporción del PIB mundial. Por todo lo anterior, mientras muchos países entre los que desafortunadamente se encuentra España, van a vivir una recesión severa y dolorosa, China prevé una subida de su PIB del 2% o 3% en este año horrible alcanzando cerca del 8% en el 2021.

Pero además, China ha conseguido aumentar sus exportaciones incluso respecto de Estados Unidos a pesar de la guerra comercial mencionada antes. Y estos así porque los Estados Unidos, incapaces de una reacción productiva e industrial lo suficientemente rápida y colosal, necesitaban los productos chinos para la guerra contra la pandemia.

Por lo tanto si gana Trump, todo parece apuntar a que estaremos ante más de lo mismo, por lo que volviendo a la respuesta de la pregunta anterior, China, paradójicamente, tiene todo el interés en que Trump continúe al mando.

Un victoria de Joe Biden podría cambiar las cosas y a la larga constituirá un impedimento más contundente para que China alcance la posición de dominio a la que aspira. Joe Biden conoce muy bien China siendo uno de los primeros senadores americanos que en abril de 1979 se reunió con Deng Xiaoping tras el establecimiento de relaciones por parte de la administración de Nixon. Xi Jinping nada más llegar al poder que se refirió a Joe Biden como “su viejo amigo”. Y Joe Biden probablemente es unos de los líderes mundiales que más tiempo personal ha pasado con el Presidente chino mencionando en una declaración que habían compartido más de 25 horas en cenas privadas. Y ese conocimiento de primera mano es positivo. Conocer de forma estrecha a lo que uno se enfrenta contribuye a la victoria. Es cierto que si Biden gana las elecciones, a corto plazo la tensión con China se rebajará. Pero no es menos cierto que Biden muy probablemente continuará el multilateralismo que caracterizó a la política del Presidente Obama para contener a China retomando las relaciones con sus antiguos aliados y vecinos de China y de esta forma conseguir equilibrios en la zona del mundo con mayor crecimiento actual y en el futuro que es Asia (como ejemplo paradigmático, el célebre tratado Transpacífico de Cooperación Económica del que Trump se salió tras llegar a la Presidencia) . La influencia y el poder en Asia van a ser claves para mantener la hegemonía global y eso Joe Biden la sabe. Además Biden le va a poner a China las cosas más difíciles en materia de derechos humanos, respecto de minorías y políticas democráticas. Estas son cuestiones para las que la Administración Trump no ha demostrado demasiada sensibilidad.

 En conclusión, contrariamente a lo que parece, China nunca votaría por Joe Biden sino, paradójicamente, por Donald Trump.

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