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TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Y a nuestros mayores, ¿quién les pide opinión?

5/05/2020 - 

Vaya por delante que en este artículo me refiero a quienes rebasan los 70 años y viven en ciudades, pues en las zonas rurales, sometidas al ritmo de la naturaleza y la tradición, los mayores todavía disfrutan de un comportamiento comunitario de reconocimiento por el útil oficio desempeñado “desde siempre”,  y del calor de sus parientes y convecinos. (En la huerta de Murcia existe la figura del 'hombre bueno', quien hasta muy avanzada edad resuelve los litigios y conflictos entre vecinos, por lo general, en asuntos de lindes de huertos, derechos de riego y similares, sin titulación académica alguna pero con la autoridad que le avala el ser depositario de las costumbres y testigo de los hechos).  

El despertador suena a la hora de siempre, aunque ya llevas un buen rato dando vueltas a los asuntos de la oficina como todos los días. Lo apagas y te levantas, y cuando estás a medio afeitar ante el espejo tus pensamientos se detienen en un detalle: “¡Pero si no tengo que ir…ayer me jubilé!”. Te acercas a la oficina a la hora del café para “no molestar”, te reciben con gozo y entre bromas de cuánto te envidian por disponer de tanta libertad y tiempo, vuelves  a casa sin tener muy claro lo que hacer además de recoger el pan y el periódico, y con cierta sensación de vacío y desconcierto comienzas a pensar en cuál es el Centro Social de Mayores más próximo a tu domicilio. Apenas unos días más tarde observas que desde que la Seguridad Social te reconoció el derecho a no trabajar algo cambió además en tu entorno, y ya no eres D. Antonio sino el marido de la Sra. Juana, la del tercero -estás socialmente jubilado-; pocas veces se te piden esfuerzos más allá de llevar y recoger al nieto, bajar la basura o subir el pan -estás físicamente jubilado-; rara vez se acude a ti en busca de soluciones a tensiones afectivas de familia -estás emocionalmente jubilado-, y ahora se acude al Psicólogo; y desde luego a nadie se le ocurre consultarte asuntos de tu profesión -estás mentalmente jubilado-…

¡Qué distinta nuestra cultura de aquellas en las que el anciano desempeña activamente un papel clave en la vida del colectivo al que pertenece!

…Al menos eso me parece a mí observando cómo apartamos hoy a nuestros mayores de la toma de decisiones más importantes, y de esta irreversible tendencia que hace añorar tiempos pretéritos en que no era así, y envidiar que en otros países, al parecer hasta hoy, ser anciano es sinónimo de virtuosismo pese a la occidentalización que la globalización y la tecnología les imprime.  Me refiero a  Japón, China (antes del actual totalitarismo), Oriente en general, gran parte de África (la menos colonializada). Incluso en lo poco que ha trascendido del costumbrismo de las tribus americanas en las que era el consejo de ancianos el máximo órgano de decisión. Es precisamente la demanda de la comunidad de respuesta a sus problemas y desafíos, los que reconocen ésta como una aportación útil, siendo a la vez intrínsecamente un estímulo  que mantiene alerta las capacidades intelectuales y emocionales de sus desempeñantes, aportaciones por otra parte, acrisoladas mediante la experiencia vital y fundamentadas en su percepción de lo esencial sobre lo superfluo, en su coherencia y adecuación a las circunstancias de cada situación desde el conocimiento profundo de la costumbre, y generadoras de una visión anticipativa avalada desde la convicción de que en la vida no hay atajos ya que todo logro requiere la maduración que la naturaleza le otorga, y de que, en el fondo, la vida es siempre la misma aunque se manifieste a través de formas aparentemente innovadoras en relación al pasado. Es lógico que se despierte así el respeto y  la casi veneración hacia los mayores, por lo acertado de sus aseveraciones.

Es evidente que nuestra cultura, la occidental desde la que hablo, desperdicia ese saber que por falta de uso y de retos acaba por extinguirse. Pese a ello, existen loables iniciativas de algunos colectivos de jubilados que como “profesionales seniors” participan en la instrucción de jóvenes, por lo general, en su ánimo de  emprendimiento de nuevos negocios. -Yo mismo diseñé un plan de formación para una gran entidad financiera a principio de los 90, a realizar por jubilados de dicha empresa para jóvenes recién incorporados, aunque no llegó a implantarse por la rigidez de la normativa laboral de entonces-.

Así que sólo nos queda contemplar cómo se pierde tanto conocimiento experimentado (sabiduría),  y acomodarnos a verles desoficiados en los parques, atendiendo a los nietos o resolviendo los recados domésticos -siempre que no pervivan en un geriátrico-, amén de la utilidad económica de ser en demasiados casos la única fuente de ingresos  de muchas familias. Y si esa es una lamentable dinámica ya consolidada, en una crisis sanitaria como la presente que ataca los pilares básicos de nuestra existencia,  aún se acentúa más tal estupidez cuando algunos “voceros” se atreven a insinuar que los jubilados son  elementos improductivos con cuyo fallecimiento papá Estado ahorraría muchos dineros.

En todo caso nadie ha preguntado a nuestros mayores qué y cómo quieren hacer su vida, la poca o mucha que les queda,  y se les impone unas condiciones estandarizadas que nada tienen que ver con sus motivaciones personales, ni dejan margen a sus propias decisiones, pues han perdido hasta su identidad.

¡Malos tiempos para ser mayor de 70!... Por si faltaba algo, además de un cuerpo con achaques y limitaciones –estereotipo afortunadamente no siempre cumplido- tan diferente de cuando eras mozo, ahora estás encerrado en tu casa en el mejor de los casos, en la habitación de la casa de uno de tus hijos o en la de tu residencia geriátrica, y al menos de momento se acabó entrar y salir “de motu proprio” por lo que otros consideran “tu protección”, por si el “bicho” decide alojarse en tu cuerpo y te vas p’alante. El caso es que son otros quienes deciden por ti lo que debes hacer con tu vida. Pero.. ¿Quién te ha pedido tu opinión?


Diego Yepes es psicólogo-coach

Linkedin: Diego Yepes

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