MURCIA. ¿Recuerdan cómo era viajar en avión en el dos mil? Te manejabas con soltura en una modesta terminal, por eso se llamaban vuelos domésticos, porque estabas como en casa. Todo eran viajes de negocios, yuppies de traje de chaqueta con corbata y maletín que encendían un cigarrillo detrás de otro exteriorizando su estrés y esos guiris cargados con mochilas, empujando los cochecitos de bebé ¿Estamos locos? Estos extranjeros son albinos porque vienen de otro planeta. No me he ido yo con críos ni a Alcalá del Júcar.
"En aquella época viajar tenía mucho glamour"
En aquella época viajar tenía mucho glamour, podías llevar el baúl de la Piquer sin tener que recurrir a los videos de Marie Kondo para encajar las bragas entre los vaqueros puestos en zigzag con los jerséis de angora. Había consumición gratis en el avión independientemente de si te sentabas en la cabina del capitán o si ibas montada sobre una hélice. Seguro que usted, como yo, no había tomado jugo de tomate en su puñetera vida hasta que se ha subido a un avión. ¡Claro! Porque el jugo de tomate en el aire es a los gin-tonics en la tierra, con su rodajita de limón y todo. Además, podías llevar en el bolso el botellón de perfume despreocupadamente y sin envase profiláctico, total si luego lo pasan por el escáner, por favor, se ruega no tocar más los güev...
Pero ahora, señores, viajar ya no es un placer. No es un ejercicio de desconexión y exclusividad. ¿Han estado últimamente en la T4? ¡Hostia! Cuando desembarqué no sabía si había llegado a Barajas o a la estación de San Andrés. Eso que está tan de moda ahora, sí, la experiencia del cliente, Almodóvar tendría que hacer un remake de Mujeres al borde de un ataque de nervios versión aeroportuaria. Para empezar no veo el momento de comprar el vuelo. Me paso una semana eligiendo una maleta de cabina en Amazon para no pagar más por facturar (yo como los millennials, no voy a ser menos que para eso he sido siempre una tía moderna, o eso creía) y cuando llega el pedido resulta que es ¡el neceser de la señorita Pepis! ¿Pero quién es el CEO de Ryanair? Un tío seguro. Cómo pretende nadie que una mujer meta un día de su vida en cincuenta y cinco por cuarenta. Claro que teniendo en cuenta lo que ellos consideran trece centímetros, pues ya me contarán… A ver, con tanta startup y tanta colonia en Marte, todavía no he conocido al listo que invente el bolsillo de Doraemon, que digo yo que tiene que ser más sencillo que lo de Marte. Quien lo haga se forra. Seguro.
Y luego el detector de metales del aeropuerto. En el último control me dejaron en camiseta de felpa y calcetines con un tomate (les puedo asegurar que no estaba ahí cuando me los puse por la mañana). ¡Joder! Yo sólo quería ir mona… como hace veinte años. Pero claro, al elegir el estilismo no me di cuenta que los vaqueros llevaban tachuelas y mejor no llevar botas de plataforma, como la Rosalía… Así terminé Despechá y colorá. Fue tan bochornoso el momento, delante de cientos conciudadanos europeos, que Aena ha decidido para el año que viene no limitar el uso de líquidos en el equipaje de mano, gracias a mí.
Ahora solo falta que para pasar esos potentísimos rayos X que dicen, contraten a Superman. Ya que me quedo en pelotas, que al menos sea delante de un tío bueno.
Gracias por su lectura.
Pedirán que se reduzca a seis los vehículos que permanezcan en la parada ante la caída de los vuelos pese a estar en temporada alta