VALÈNCIA. Estamos viviendo unas medidas contra cierta población rusa sin parangón. La guerra, con mayúsculas, provocada por Rusia en el territorio soberano de Ucrania está causando muchas injusticias. Masivas muertes de civiles, millones de desplazados y destrucción de un país a cargo de alguien que ni tan siquiera sabe lo que quiere. Pero Rusia también está saliendo perjudicada en muchos aspectos. Las sanciones a las que están sometidos los rusos por parte de más de medio mundo son uno de los problemas más graves que tienen.
Aparte de los oligarcas rusos, magnates del petróleo, el gas y los minerales, a quienes les han sido embargadas todas las cuentas en Europa y Estados Unidos y a los que se les ha desposeído de todos sus bienes, hay un grupo de personas que están siendo apartadas de la vida cotidiana tan solo por tener un pasaporte de Rusia. Se trata de los deportistas, muchos de ellos, la mayoría, en contra de Vladimir Putin y su sangrienta invasión de Ucrania.
Algunos deportistas sí comulgan con el régimen que implantó Putin, después de que la URSS desapareciera, pero hay otra gran mayoría que ni tan siquiera vive en territorio ruso y están siendo tratados como verdaderos apestados. El propio CIO, que pidió a Putin que no comenzara la guerra hasta que no se acabaran los Juegos Olímpicos de Invierno y respetara lo que se llama la tregua olímpica, ha prohibido que los deportistas rusos puedan disputar en las competiciones internacionales de cada uno de sus deportes.
La FIFA y la UEFA han expulsado a Rusia y a sus equipos de fútbol de las competiciones, incluido el Campeonato del Mundo. Los comités olímpicos nacionales, incluido el COE, tampoco dejan participar a ningún deportista ruso en las competiciones que se celebran en cada país. Es totalmente penoso e injusto que se ceben con deportistas, que con tan solo renunciar a su bandera durante el periodo de tiempo que dure la guerra, podrían participar bajo los auspicios de la gran familia olímpica, por ejemplo.