Valencia Plaza

EL MURO

La ciudad deseada

Tenemos proyecto de reurbanización y peatonalización de la Plaza de la Reina en marcha. Es una oportunidad para poder recuperar ciudad y ser partícipes de ella con nuestras observaciones. La iniciativa merece la pena si queremos la ciudad que merecemos y tantas veces hemos idealizado

Si no disfrutamos de una ciudad más sostenible, urbana, racional y humana, entre otros aspectos destacables -Valencia sí es amable para muchos de nosotros- es porque hemos sido olvidadizos y/o indiferentes mientras creíamos tener de todo pero fueran ellos quienes se lo llevaban. Por eso, cada mañana se añade un nuevo susto a la agenda; esto es, descubrimos una nueva entrega del culebrón del yonki del dinero que lleva visos de convertirse en un guión inimaginable propio del cine de gánsteres. Afortunadamente, por lo que estamos viendo, leyendo y escuchando habrá para todos, tranquilos.

Bien es cierto que nuestros gobernantes tampoco se preocuparon mucho de que viviéramos de lleno la ciudad. Preferían ir a la suya sin contar con nosotros. Molestábamos a sus raquíticos intereses intelectuales o personales. Y mientras hubiera caloret y canapés... Hasta que nos tocaron el bolsillo. Triste razón de ser muy nuestra. Le llaman meninfotisme.

Como reconocen arquitectos, urbanistas o paisajistas, quienes durante años diseñaron y “construyeron” la ciudad fueron los constructores. Y lo hicieron a partir de espantos urbanos y elementos culturales o estéticos pagados por ellos o encargados a dedo. Así han crecido los nuevos barrios e incluso de esta forma nos han llenado la ciudad de elementos estéticos, muchos de ellos de dudoso gusto. Aquí unos anzuelos, allá una Dama d’Elx o un muñecote de Ripollés del que un día contaremos su historia, más allá una barca de pesca en otra rotonda o un centro comercial rodeado de edificios sin calles de salida, servicios y con riesgo de inundación.

En casi todos estos recientes años que ya nunca olvidaremos y de los que hemos de sentirnos también culpables por haber sido consentidores, apenas han existido concursos arquitectónicos abiertos a las ideas de los profesionales. Mejor el encargo directo por el gobernante de turno. Si no me olvido de alguno, salvo el MuVIM o el Parque Central los grandes concursos de ideas en los que los expertos pudieran abordar sin miedos ni ataduras las iniciativas y de paso construir ciudad con nuestro consentimiento directo han sido un auténtico espejismo. Ahora parece que se ha desatascado definitivamente la remodelación de la Plaza de la Reina, algo que debemos celebrar. Y no es satisfacción política global.

Desde hace unos días el Museo de la Ciudad exhibe la maqueta a partir de la cual en 2017 se reconvertirá el coqueto y céntrico espacio urbano. Ya era hora. Sobre todo porque llevamos desde hace muchísimos años esperando. No sólo esta idea, que nació de un concurso organizado por el Colegio de Arquitectos en 1999 y que ahora se ha recuperado, sino porque la iniciativa en sí permanecía durmiendo en la cama de Morfeo desde 1931 cuando el entonces arquitecto municipal Javier Goerlich firmó varios anteproyectos, el último presentado en 1949. Dos años después fue convocado un concurso público al que concurrieron dieciocho propuestas. Lo ganó el arquitecto Vicente Figueres Benavent. Ha llovido tanto desde entonces que hoy la plaza es un ir y venir de autobuses, polución y acumulación de elementos urbanos que no se sostienen entre ellos y menos aún dialogan con el contundente patrimonio histórico artístico que la envuelve.

Desde hace muchos años podría haber sido uno de los espacios más geniales y únicos de la ciudad, la puerta para recuperar el primer tramo de San Vicente como zona peatonal y por su puesto la Plaza del Ayuntamiento, algo más que reclamable y necesario si queremos de verdad tener una ciudad soñada. Imaginen el recorrido: Lonja, Plaza de la Virgen, Reina, Ayuntamiento…. Nos falta la calle de la Paz, una de las más ricas arquitectónicamente. Sólo es necesario levantar la vista y observar. ¿Quién se puede oponer hoy en día a ese avance? Yo no, desde luego.

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