VALÈNCIA. Apenas habían pasado unas horas desde la catástrofe que asoló la provincia de Valencia, una riada de proporciones nunca vistas que terminó dejando 224 víctimas mortales y, aún hoy, tres desaparecidos. La sede donde se reunía el Cecopi en L'Eliana bullía de actividad el 31 de octubre: el líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, visitaba el centro de emergencias y comparecía ante los medios unos minutos antes de que llegara el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Una cita incrustada en la agenda que ya ofrecía indicios de lo que ocurriría en los días, semanas y meses siguientes: la zona afectada, la tierra valenciana, pasaba a convertirse en el nuevo escenario para que la política nacional desarrollara su infecta batalla. El relato, primero; después, todo lo demás.
Quizá el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, tenía otras intenciones, al menos lo pareció en esos primeros momentos. De hecho, un propósito colaborativo con el Gobierno de España se desprendió de su comparecencia en presencia de Sánchez. Pero Feijóo ya había tomado la palabra.
"Esto es una emergencia nacional y el Gobierno central no ha informado de nada", espetó el líder nacional del PP, que mostraba así el camino del primer episodio de culpa política en la Dana valenciana: la exigencia de que Sánchez declarara la emergencia nacional y, de esta manera, arrebatara las competencias a su compañero de partido, Carlos Mazón, para que el Gobierno de España se hiciera cargo del escenario caótico. Una postura que el jefe del Consell no secundó públicamente -pudo apreciarse una discrepancia de estrategias- dado que tenía derecho a solicitar esta emergencia y que el Ministerio del Interior se hiciera con el mando de la situación. Una circunstancia que habría significado toda una proclamación de incapacidad: es decir, si Mazón quería o no que le arrebataran las competencias se desconoce, pero lo que quedó claro es que, si sucedía, debía ser por iniciativa del Gobierno de España. Relato, una vez más.
Con este debate encima de la mesa se produjo la -desaconsejada- visita de los Reyes a la zona cero del desastre, todavía cubierta de lodo. Precisamente con barro fueron recibidos los monarcas, al igual que Carlos Mazón y Pedro Sánchez -su equipo de seguridad le sacó rápidamente tras recibir el lanzamiento de un palo-. Esto también dio para relato: "El presidente de la Generalitat resiste y el presidente del Gobierno, huye", proclamaban los voceros populares en este caso. Una buena muestra de que el mensaje alto y claro enviado por los vecinos de Paiporta -más allá de que pudiera haber intervinientes interesados en la protesta- no llegó a su destino, los dirigentes políticos. En la otra orilla, desde el punto de vista de la comunicación institucional, puede decirse que los reyes salieron reforzados de esa y sus posteriores visitas.
En paralelo, la pugna iniciada por el líder del PP sobre la responsabilidad del Gobierno continuó unos días más. "Sigo creyendo que estamos ante una emergencia nacional. Si esto no es una emergencia nacional, ¿qué es entonces? ", se preguntaba Feijóo el 4 de noviembre abundando en la presión. Un razonamiento, el del líder del PP, que puede considerarse lógico. De la misma manera que podría hacerse otro: "Si un presidente autonómico no dimite con una riada que deja 224 fallecidos teniendo bajo su responsabilidad las Emergencias, ¿cuándo debería dimitir un presidente?". Curiosamente, el Gobierno de España, el PSOE y el propio PSPV, tampoco se afanaron en pedir la salida de Mazón inicialmente, como si esperaran que se cociera en su propia salsa -junto con sus competencias intactas-. Rizando el rizo del aprovechamiento estratégico, los socialistas valencianos llegaron a plantear aprobarle los presupuestos 'a ciegas'
en un gesto de "responsabilidad" y "unidad" de cara a la ciudadanía. Y también, claro, para ver si se abría una posibilidad de que el PP pudiera aprobar en el Congreso las cuentas de Sánchez.
Tras esta oferta, estalló otro momento clave referente al día de la Dana. Finalmente, y tras varias versiones oficiales sobre la agenda del presidente de la Generalitat, se conoció que Mazón estuvo comiendo con la periodista Maribel Vilaplana en el restaurante El Ventorro hasta poco antes de las 18 horas. Una cita que, según la Generalitat, se dirigió a tantearla para dirigir À Punt. Semanas después, cuando la oposición solicitó la factura de la comida, la respuesta fue que Mazón acudió como presidente del PP, por lo que la Administración no disponía de la minuta.
Con este impacto informativo y viendo que el ardid de buscar apoyo presupuestario para Sánchez en el Congreso no funcionaría, los socialistas valencianos encabezados por Diana Morant viraron su discurso y pidieron la dimisión de Mazón, utilizando la pirueta de ceder sus votos para que el PP nombrara otro presidente. Y es que tal y como informó este diario, la dimisión del jefe del Consell en un escenario tan devastador tampoco parecía lo más deseable: los populares necesitarían los votos de Vox para sustituirle o, en su defecto, tendrían que enviar a la Comunitat Valenciana a unas elecciones autonómicas en medio de la reconstrucción.
Esa propuesta del PSPV se producía, precisamente, el mismo día que Mazón comparecía en Les Corts (15 de noviembre) para dar explicaciones sobre la Dana. El presidente de la Generalitat reconoció "errores" en su gestión -aunque no concretó más bien ninguno- y sí marcó claramente cuál sería su estrategia en los momentos siguientes: trasladar la responsabilidad a los organismos dependientes del Gobierno central, especialmente la Confederación Hidrográfica del Júcar, por no haber facilitado a tiempo la información para tomar las decisiones y por no haber acometido las obras necesarias -y en muchos casos comprometidas desde hace años- para evitar las inundaciones. Un discurso que, en este caso, sí ha ido adquiriendo la profundidad y alcance suficiente para lograr el objetivo principal del presidente de la Generalitat: aunque las Emergencias sean competencia autonómica, el Gobierno de España también tiene una parte de responsabilidad en lo sucedido. Una postura a la que contribuye el silencio del presidente de la CHJ, Miguel Polo, que estuvo presente en el Cecopi decisivo y que a día de hoy no ha comparecido públicamente ni tampoco concedido ninguna entrevista.
Mientras, y tras los mencionados momentos en los que se visualizó una fractura estratégica entre el PP nacional y Mazón, en Génova parecieron decidir que la Dana y sus consecuencias debían poder constituir una óptima herramienta de contraataque para Feijóo frente a Sánchez. Así, descartada la posibilidad de hacer caer al jefe del Consell pese a las multitudinarias manifestaciones que lo piden, el líder nacional del PP decidió convertirse en punta de lanza e incrementar sus visitas a Valencia, ocupando así el espacio que su máximo rival parecía evitar. Y es que el presidente del Gobierno, desde el incidente de Paiporta el 3 de noviembre, no volvió a València hasta la pasada semana: una ausencia de dos meses y medio que sin duda es un feo gesto hacia la tierra que ha vivido la mayor catástrofe natural de España.
El siguiente punto en este repaso, que viene a ser el actual y el que permanecerá durante unas semanas o meses, al menos mientras la provincia de Valencia siga teniendo cierto interés para la batalla política nacional, es el de las ayudas y coordinación en la reconstrucción. Curiosamente, tal y como sucedió recientemente con la solicitud del Fondo Europeo de Solidaridad, incluso aunque la Administración central y la autonómica colaboren para elaborar un plan, públicamente se producen reproches. En ese caso, fue el PP el que acusó al Gobierno de España de no pedir este fondo y aseguró no estar informado de las gestiones, algo que desmintió el Ejecutivo central con una cronología que mostraba lo contrario. En la otra orilla, Sánchez visitó València la pasada semana tras su prolongada ausencia y no invitó a Mazón ni le propuso un encuentro, algo que resulta chocante en los parámetros de cortesía institucional.
Para certificar este dislate, que sólo tiene justificación en la lucha por el relato que se impone tanto en el ámbito autonómico como en el nacional, se puede señalar como ejemplo la falta de una imagen de unidad institucional que podía esperarse de los dos responsables de la reconstrucción nombrados respectivamente por el Consell (el vicepresidente Francisco Gan Pampols) y por el Gobierno (el comisionado José María Ángel). Desde que este último fue nombrado el pasado 10 de diciembre, todavía no se ha producido una reunión oficial entre los dos, si bien parece que finalmente se encontrarán en una cita de expertos convocada por el Gobierno de España.
Toda la ciudad sabe que ambos dirigentes gozan de buena relación y mantienen contacto, y en ambos casos se les considera perfiles de corte institucional. Sin embargo, pese a ser los máximos referentes de la reconstrucción, todavía no se han sentado a dialogar y de esta manera, propiciar una fotografía pública de unidad que, al menos, envíe el mensaje a la ciudadanía de que ambas administraciones están trabajando hombro con hombro en la reconstrucción. Probablemente, si todavía no lo han hecho se debe a que a alguno de los dos (o a ambos) no se lo permiten sus superiores. Otra vez el relato.