según El psicólogo-psicoterapeuta Pablo Nieva 

"Un niño maltratado y no sometido a terapia psicológica puede ser un maltratador en potencia"

17/11/2021 - 

MURCIA (EUROPA PRESS). El psicólogo-psicoterapeuta Pablo Nieva Serrano se ha mostrado convencido de que un niño maltratado y no sometido a terapia psicológica puede ser un maltratador en potencia. "Un niño varón expuesto a la violencia y normalizado en ese contexto, tiene muchas más papeletas para poder reproducir ese modelo relacional, evidentemente", ha aseverado.

Nieva ha hecho estas declaraciones poco antes de participar en las 'XII Jornadas Estatales de Psicología contra la Violencia de Género. Incluyendo la perspectiva de Género en la Piscoterapia con Víctimas de Violencia Machista' organizadas por el Colegio General de la Psicología de España y por el Colegio Oficial de Psicología de la Región de Murcia (COP-RM).

En concreto, Nieva tiene previsto impartir una conferencia titulada 'Menores víctimas de violencia de género. De la violencia del hogar a la violencia institucional'.

Al ser preguntado por si los padres cuyos hijos son víctimas de violencia deben pasar por algún tratamiento, Nieva ha afirmado que hay investigaciones que reflejan que el margen de recuperación que tienen la mayoría de ellos es "ninguno".

Y es que ha señalado que la mayoría de los padres "se colocan en una posición victimista respecto a la situación de la orden de alejamiento que se ha impuesto sobre la mujer y no tienen conciencia ninguna de la violencia que han ejercido o del impacto que ha tenido sobre sus hijas e hijos".

Por tanto, ha ratificado que el margen para la mejora que tienen estos padres, en general, es "ninguno". A su juicio, la "única herramienta" que queda es "la de favorecer a separar o proteger en la relación a estos menores respecto de sus padres". Así, ha afirmado que los padres "no llegan a ser conscientes" del daño provocado.

Nieva ha puesto como ejemplo un estudio realizado en Estados Unidos con hombres que habían sido condenados y que refleja que las dos terceras partes de ellos reconocían que sus hijos habían estado presentes en las agresiones físicas que ellos habían ejercido a las mujeres.

Sin embargo, menos del 10% de esas dos terceras partes reconocía que podía tener algún tipo de impacto psicológico en sus hijos el hecho que de que hubieran estado presentes en la violencia ejercida hacia las mujeres. Por tanto, no se han planteado cómo deben actuar con sus hijos.

Nieva ha considerado que "ver todo a través de la violencia vicaria es muy reduccionista" porque, en su opinión, "no es solo un episodio de violencia hacia ellas, sino que también tiene que ver con el hecho de que la mayoría de estos hombres, cuando se les imponen unas medidas penales, no son tontos y no quieren ir a la cárcel, por lo que no se acercan a las madres".

"Pero los vínculos primarios que les quedan de forma cercana son sus hijas y sus hijos, y con ellos van a desplegar las formas de relacionarse que tenían habitualmente con los vínculos primarios, es decir, a través de la violencia", según Nieva. Por este motivo, admite que los niños quedan "más expuestos todavía" porque, antes, las madres eran "la diana principal".

Sin embargo, cuando la madre sale "del tablero de juego", quienes quedan como vínculos primarios y, por lo tanto, como espacios afectivos exclusivos o casi exclusivos son los hijos, con los que "van a desplegar, evidentemente, toda la violencia", ha corroborado.

Cómo identificar el maltrato

Al ser preguntado por cómo puede reconocer una madre que su hijo no es bien tratado cuando pasa periodos con su padre, Nieva ha señalado que, en general, es muy llamativo que cuando los menores regresan de los fines de semana alternos en vacaciones de estar con los padres, llegan en un estado de "desconexión brutal al principio".

Posteriormente, la mayoría de ellos reconvierte ese malestar en violencia hacia las propias madres. "Las madres te dicen: es que no vuelve a ser el niño o la niña que era habitualmente", destaca este psicólogo. Los hijos e hijas "llegan a un nivel de shock que luego sale toda la rabia que pagan con la madre y hasta tres o cuatro días no se vuelve a normalizar la situación, en el mejor de los casos", afirma.

"De alguna forma, han aprendido del padre a sacar el malestar a través de la violencia", ha señalado Nieva. "Por otro lado, un niño, a diferencia de un adulto, no desarrolla su propia identidad individualmente, sino a través de la relación con sus figuras de autoridad más importantes, que es su madre".

Por lo tanto, si el niño se siente muy mal, como él no va a poder gestionar ese malestar, se lo va a "vomitar a su madre" para poder compartirlo con ella, generando una "forma de violencia".

Ha afirmado que el niño o la niña que va con el padre se siente "vulnerable" no solo por él mismo, sino también porque el padre ha podido decir "barbaridades" hacia la madre. En base a ello, los hijos pueden sentir "en jaque" la seguridad en su relación con el activo más importante, que es la madre.

Cuando los hijos vuelven con la madre, "cualquier conducta disruptiva en forma de chantaje de lo que sea va a tener que ver más con asegurar la relación", ha destacado Nieva.

Este psicólogo ha afirmado que muchos de los niños y niñas son conscientes de que han sido maltratados "desde el primer momento". Incluso, ha afirmado que muchos de ellos toman consciencia "antes que las propias madres". De hecho, muchos dicen a sus progenitoras que lo que están viviendo "no es normal".

"Por desgracia, estas criaturas pasan por un desarrollo de la identidad muy incoherente, porque hay ocasiones en las que se van a reconocer como víctimas de maltrato por parte del padre y que han vivido situaciones completamente enloquecedoras que les han hecho daño", añade.

Sin embargo, acto seguido y como producto de esa "desorganización que obra en su psiquismo", han focalizado ese malestar en la figura de la madre. "Entonces, son ellos los que toman la identidad del maltratador o, en otras ocasiones, son los que protegen y toman la identidad de rescatadores".

En definitiva, las identidades de los hijos "fluctúan y generan una incoherencia en el desarrollo que favorece a todo tipo de psicopatologías en la edad adulta".

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