MURCIA. La Semana Santa de la Región de Murcia cuenta con unas características que la hacen única. Una de ellas es el obsequio con caramelos a quienes acuden a ver la mayoría de las procesiones. Esta costumbre, que se remonta a una tradición medieval, atraviesa un 'dulce' momento -nunca mejor dicho- y es que las ventas de caramelos gozan de una excelente salud y han subido en torno al 20% con respecto al año pasado, como así explican a Murcia Plaza Paco Hernández, gerente de El Turro, y Carlos Vidal, gerente de Caramelos Cerdán.
Vidal relata que este 2024 está funcionando bastante bien en lo que a comercialización de caramelos se refiere. "Las ventas están siendo geniales, hemos subido un 20%" y destaca a este diario la 'personalización' de su producto, con el lanzamiento de caramelos especiales de Semana Santa, volviendo a su origen. Hernández por su parte, coincide en que la facturación también ha crecido un 20% con respecto al año pasado.
En cuanto al producto más vendido, Vidal detalla que es la piruleta en forma de corazón con sabor a cereza. Hernández ofrece caramelos refraneros y nazareros, además de otros 'sin sabores'. ¿Por qué sin sabor? "Porque nuestros caramelos son naturales como los de toda la vida. Simplemente están compuestos por agua, azúcar y un colorante natural", ilustra.
Vidal también apunta a este periódico que la mitad de las ventas de su producto tienen lugar en España. El resto procede de la venta exterior, ya opera en más de 40 países. El reparto de caramelos, aunque no es muy habitual en España, en la Región sí lo es, y estas empresas exportan a varias localidades de la provincia.
El reparto de este producto se viene haciendo siglos atrás, aunque se desconoce la fecha exacta. Son varias las teorías sobre el origen de esta tradición. Por un lado, hay quien sostiene que el nazareno entrega caramelos rememorando una costumbre medieval por medio de la cual la Iglesia obligaba a suplir los daños ocasionados por faltas cometidas en el transcurso de las penitencias públicas, aprovechándose del anonimato que otorga la túnica.
Otros defienden que el origen es bien distinto. Como eran los huertanos de Murcia los que sacaban los pesados tronos y permanecían en la calle muchas horas, con el esfuerzo físico que suponía aquello, la Iglesia permitía a estos hombres que, en el transcurso de la procesión, pudieran tomar alimentos que ayudaran a fortalecerles en el intenso trabajo. El nazareno-estante se echaba gran cantidad de estos productos en el seno de su túnica y a lo largo del recorrido aprovechaba para "convidar" a sus amigos y conocidos.
Así se puede constatar que esta costumbre que parte de antaño en la Región vive un muy buen momento y que hay tradiciones que nunca pasan de moda.