Eso sí, con un París para el que ya conoce París y sigue buscando tesoros escondidos.
MURCIA. ¿La mejor forma de dar la bienvenida al 2023? Subiéndote a un avión para seguir descubriendo mundo. Que sí, que ahora toca sobrevivir a la cuesta de enero, vuelven los propósitos de año nuevo (volver al gimnasio gana enteros), cuidarse más... Pero también hay que seguir viviendo y una cosa no quita la otra.
En nuestro Anuario Hedonista nos dedicábamos a dar voz a los valientes y también es muy valiente seguir disfrutando de la vida. De eso se trata, ¿no? Así que ponemos rumbo a París, capital deseada y siempre en boca de todos. Que si 'Emily en París', que si la baguette ahora es Patrimonio Mundial Inmaterial por la UNESCO...
Para qué nos vamos a engañar. París siempre apetece. Tiene ese je ne sais quoi que la hace irresistible. Porque además del París de los Campos Elíseos, el Louvre o el Museo d'Orsay, hay un París más divertido, menos conocido y con mucho por descubrir.
La zona que recorre los barrios desde Le Marais -el viejo París-, hasta el canal Saint-Martin, puede presumir de ser una de las partes más trendy de la ciudad. Más lo es hacia el norte, en el Haut Marais o NoMa, como lo conocen los lugareños. Galerías de arte, tiendas de jóvenes diseñadores, concept-stores y una buena colección de lugares de esos que nos gustan a los hedonistas, donde se come y se bebe de cine.
Concretamente entre los 10 y 11 Arrondissement, alejados de los grandes hitos turísticos parisinos junto al Sena, se encuentran varios de sus reclamos. Empezando por la hora del desayuno. En los últimos años ha habido una nueva hornada -nunca mejor dicho- de jóvenes panaderos que, tomando como base las técnicas tradicionales, las utilizan como trampolín para ir un paso más allá. Eso es lo que pasa en The French Bastards.
La cosa unió a tres virtuosos, cada uno en su campo, con Julien Abourmad, formado con Alain Ducasse, a cargo de las masas. Si el pan es centro de su propuesta, con trigos recuperados, harinas integrales y molienda ecológica, es con la bollería con la que alcanza el punto álgido. Porque es imposible resistirse a su croissant laminado con mantequilla de Charentes-Poitou, al pain au chocolat con Valrhona, a los éclairs de vainilla de Nueva Guinea, chocolate o caramelo, reinterpretados con una pasta choux, a la tarta de merengue de limón o a la de gianduja de chocolate. Ve con hambre. El que avisa no es traidor.
Sigamos comiendo. A eso hemos venido. El distrito 11 es hogar de clásicos ya asentados como Septime, un neo-bistró que encarna a la perfección la cocina francesa moderna. Pero también de maravillas imprescindibles como Maison Sota Atsumi. A su chef, el japonés Sota Atsumi ya lo conocíamos de Clown Bar. A finales de 2019 abría las puertas de su primer espacio en solitario. Solo entrar ya te da buenas sensaciones, con esa arquitectura a medio camino entre una casa minimalista y un restaurante. El logo lo diseñó el mismísimo David Lynch, las paredes de terracota el japonés Tsuyoshi Tane...
Al subir les escaleras de este loft, se encuentra la sala, divida en mesas para dos, una gran mesa comunal y una barra. Y te recomendamos esta última, porque está instalada en plena cocina. El menú siempre es cambiante, pero es un adalid de la elegancia y técnicas japonesas y los mejores productos franceses. Cada plato parece simple, pero de eso nada. Unos ceps acariciados con brasa, romanesco con pistacho o un escandalosamente bueno phitvier de venado, pueden formar parte de su menú de mediodía, conformado entrantes, cuatro platos, postre y mignardises. Todo ello por tan solo 65 euros por comensal. El de la noche incluye 7 platos y se tarifa a 140 euros. En París también se puede disfrutar de lo lindo sin dejarse el bolsillo.
¿Los tragos de media tarde? En varios de sus wine bars más divertidos. Early June a pocos pasos de Maison Sota, funciona también como restaurante, que acoge en muchas ocasiones a chefs de todo el mundo, como la reciente visita de los chicos de Cup Vell en Tarragona. A una cocina de temporada, la acompaña una sólida lista de vinos naturales y funky. Terra Bar a Vins es otra buena opción. Ellos se definen como un teppanyaki a la francesa, con una barra circular que preside el local. Una vez más apuestan por los tan de tendencia vinos naturales y espumosos pét-nats.
Si eres de cócteles, tu sitio es Moonshiner. Lo pones en Google Maps y llegas a una pizzería. Pero espera, ¿no veníamos a una coctelería? Ya solo su nombre indica que nos encontramos ante un clandestino, que toma el nombre del alcohol que se destilaba a la luz de la luna en la época de la Prohibición. Tendrás que atravesar Da Vitto y empujar la puerta del refrigerador. Detrás de ella, la magia. Una barra con iluminación tenue, jazz y objetos de época. En su carta, más de 100 whiskies diferentes y tragos con nombre de platos clásicos franceses como la salade d'endivies elaborado con ginebra, fino de Lustau y endivia o la tarte tatin con calvados, mezcal, vainilla amarga y Verjus Bourgoin.
Habrá que descansar un poco, ¿no? Y eso que estamos en un París 'alternativo', pero a nadie le amarga ver como la Torre Eiffel se llena de lucecitas parpadeantes cada hora en punto por las noches. Con estas vistas y a un tiro de piedra del Puente del Alma, se encuentra una de las últimas apuestas del grupo hotelero Meliá en la ciudad del Sena.
Se llama Villa Marquis y pertenece al nuevo sello 'The Meliá Collection', que agrupa hoteles singulares de lujo. Antaño, allá por 1823, ya fue hogar de artistas como Victor Hugo. Si vínculo con el arte no cesaba, porque le unía a la dinastía Hurault de Vibraye, clave en el desarrollo de la escena cultural parisina. Con su reapertura como hotel, han querido mantener vivo ese carácter cultural, rindiendo homenaje a la ingeniería de la vecina torre concebida por Gustave Eiffel, con la ayuda del arquitecto y decorador Álvaro Sans que ha mantenido intacta su icónica fachada Art Decó.
¿En las habitaciones? Terciopelo burdeos, en honor al característico color de los telones de teatro, bañeras donde recargar fuerzas y algunas de ellas con balcones desde donde divisar el icono de la capital gala. Hay más. Su restaurante Dos Almas, que como su propio nombre indica, reúne la personalidad de la procedencia de la cadena hotelera, España y el lugar donde se encuentra, Francia. Arranca con los desayunos donde no faltan croissants y pain au chocolat, pero también embutidos patrios que se unen a quesos franceses como el Comté. Por las noches, cambia a restaurante donde si entra la morriña, tomarte un plato de Cinco Jotas o unas croquetas o su quieres algo diferente, puedes probar platos como su pescado de roca con crema de ajos confitados, arroz y mejillones al cilantro, entre otras muchas delicias. ¿De beber? Sangría de sidra, que une algo tan nuestro, con sidra de Normandía.
Hay otro París posible. Y es de lo más divertido.