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Un Mundial Frankenstein

11/10/2023 - 

Si es que Pedro Sánchez no sabe hacer las cosas de otra manera, por lo que se ve. Monta un Gobierno y, como tiene que hacer equilibrismos con unos y con otros, le sale un Gobierno Frankenstein. Monta una candidatura para organizar el Mundial y lo mismo: seis países co-organizando el evento, y no son más porque corríamos el riesgo de tener que poner a dos organizadores en el mismo grupo de la fase previa. ¡Menos mal que ahora los Mundiales se van a jugar entre 48 selecciones y eso da para doce grupos, aún hay margen para meter a Andorra y Singapur en la organización!

Todos sabemos que un Mundial es un acontecimiento de carácter planetario, y que eso, según siempre nos dicen los exégetas de la "cultura de los eventos", genera un impacto económico estimado de infinitomil muchimillones de euros: ¡ya llega el maná del Mundial! 

Es incomprensible, de hecho, que cada vez sea más complicado encontrar candidaturas para organizar Mundiales o Juegos Olímpicos, y que se estile cada vez más organizar los eventos futbolísticos entre varios países (los JJOO es más complicado repartirlos, porque se organizan en una ciudad, no en un país o región). La única explicación que encuentro es que se trata de un hermoso ejemplo de solidaridad interterritorial: distintos países que se unen para compartir los fastuosos beneficios, que no es apropiado que toda esa millonada se la quede sólo uno. A no ser que estemos hablando de países particularmente necesitados, como Qatar o Arabia Saudí, cuya truncada candidatura para el Mundial 2030 incorporaba incluso dos países de acompañamiento, Grecia y Egipto, cuyas obras faraónicas también pagarían los saudíes, como si se tratase de dos peluches que se ha comprado el jeque en el aeropuerto con sus petrodólares.

Desgraciadamente, tan magna iniciativa se quedó en el camino, así que finalmente la candidatura encabezada por España, con Portugal y Marruecos, se convirtió en favorita indiscutible. Y si la FIFA había otorgado un Mundial a Qatar organizado en diciembre, tampoco iba a impresionarse por los problemillas de imagen internacional que le causaron a España los actos y declaraciones del principal promotor de nuestra candidatura: Luis Rubiales, hasta hace nada (hasta que fue defenestrado por el "falso feminismo", como él mismo afirmó) presidente de la RFEF. O las desagradables noticias que menudean sobre compras de árbitros en la Liga española por parte de sus dos mejores clubes, FC Barcelona y Real Madrid. ¡Como si alguna vez hubieran surgido protestas de favoritismo arbitral con ambos equipos!

La ventaja del asunto es que España, como Portugal, Marruecos, Uruguay, Paraguay y Argentina, ya está clasificada para ese Mundial. Aunque, teniendo en cuenta que habrá 48 equipos, quizás ya no compense tanto organizar un Mundial como en el 82 (que fue el primero en el que hubo 24 equipos, si no recuerdo mal), pues en aquella época España sufría más para clasificarse y así hacer el ridículo en octavos o cuartos de final (como, efectivamente, se logró también en 1982).

Los aficionados españoles cuyos equipos de fútbol aspiran a albergar alguna sede del Mundial, como los promotores inmobiliarios y la hostelería, son los que han leído mejor la situación: ¡qué gran oportunidad para fichar estrellas rutilantes, con un hacha o un guante en la pierna izquierda (según los casos), con dinero público! Así, la afición del Valencia ya se ilusiona pensando en la pila de millones de todos que entrará para, por fin, finalizar el campo a medio hacer del Nou Mestalla, dar un pelotazo urbanístico con el terreno del actual y gastarse todo ese dinero en fichajes con los que los intermediarios futbolísticos y Peter Lim puedan hacerse un capital. Los aficionados de mi equipo, el Real Zaragoza, suspiran por un nuevo campo que sustituya al actual (tiene mérito la cosa, porque el actual, la Romareda, es un campo propiedad del ayuntamiento, y se ve que el objetivo es sustituir un campo pagado por una administración pública por otro). Y así todo. 

Personalmente, casi preferiría que Arabia Saudí se sumase a la candidatura y pagase tanto dispendio, incluyendo los sistemas de aire acondicionado de los estadios, que ya se sabe que en España siempre ha hecho calor… pero no tanto, ni durante tanto tiempo. Que a este paso vamos a tener que organizar todos los Mundiales en invierno, en seis países al mismo tiempo y con diversos jeques del Golfo Pérsico o similares pagando la fiesta (también es verdad que el revolucionario Mundial de 2030 contará con países de sendos hemisferios, con lo que será un Mundial de verano e invierno al mismo tiempo).

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