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Un julio 'justito' para los chiringuitos: "Ya no vale con abrir, hay que hacer cosas para atraer a la gente"

5/08/2020 - 

CARTAGENA. Hace algo más de tres meses, en plena fase de apertura tras el confinamiento, los hosteleros que regentan algunos de los chiringuitos con más nombre en La Manga se echaban las manos a la cabeza con la situación y calificaban el futuro con términos parecidos al final de los negocios.

"¿Pero cómo vamos a estar sirviendo en pleno verano con la mascarilla puesta y con guantes?", se preguntaba por aquel entonces Ángel Sánchez, uno de los propietarios del chiringuito La Cangreja, en plena playa del Galúa. "Pues ahora voy con mi mascarilla, con las medidas de distanciamiento y sin poder atender en la barra y no me ha pasado nada", dice Sánchez en pleno mes de agosto, con un calor terrible y tras más de un mes abierto el local.

La incertidumbre de cómo y con qué atenderían a sus clientes se fueron disipando y cuando las autorizaciones de apertura llegaron a sus buzones, la mayoría no se lo pensó y decidió montar sus chiringuitos. 

"Aunque nos saliera gratis estar en la playa, la opción es inviable", subrayaba por aquel entonces -finales de abril- Pedro Conesa, propietario del Pata Palo Sunset en el Mar Menor junto a Manuel Madrid. "Este mes de julio nos ha ido bien", explica ahora, recién entrado el mes de agosto Conesa. "La gente quiere aire libre, pero el consumo ha bajado. No nos podemos quejar tal y como está todo", explica el empresario cartagenero.

Eso sí, según Conesa, "ya no vale abrir y ya está. Hay que hacer eventos o cosas distintas para llamar la atención", de ahí que en su establecimiento se puedan ver actuaciones como DJ's, conciertos acústicos o espectáculos como una danzas aérea que se ha convertido en una gran atracción, además de uno que no hace falta publicitar, unas espectaculares puestas de sol. 

En La Cangreja prefieren limitarse a su 'Playa Fit' en el que un entrenador personal da unas clases cada tarde en la playa a los clientes del chiringuito. "Nosotros no hemos hecho actividades fuera de ésta: creemos que no es el momento", explica Ángel Sánchez.

Luciano Martínez, dueño del chiringuito Olokum, en la playa del Galúa, explica que "por el día tenemos algo de afluencia de gente entre semana, gente local. Y los fines de semana el sábado en concreto un poco más", pero añade con cierta dosis de decepción que "por la noches es una ruina, estamos cerrando a las 11 de la noche excepto los sábados a la 12.30 horas".

Uno de los grandes temores que pesaba sobre los hosteleros meses atrás era cómo iban a reaccionar los clientes de sus establecimientos -en pleno arenal y con el calor veraniego- cuando tuvieran que acceder a los chiringuitos con mascarilla, desinfectarse las manos, no poder ser atendidos en la barra o no agruparse más de lo permitido. Ahora, visto con la perspectiva, la cotidianeidad de estos actos minimiza tales preocupaciones anteriores. "Es verdad", relata Sánchez, de La Cangreja, "que al abrir era como si todo volveria a la normalidad. La gente no tenía reparos en juntarse en grupos, dejarse de lavar las manos y evitaba la mascarilla, pero nosotros no podíamos permitirlo y se establecieron unas medidas de protocolo, con cartelería que lo advierte, y lo hemos conseguido. La gente está respetando mucho lo que se puede y no hacer en un chiringuito".

"Se olvidan de todo", recuerda por su parte el dueño del Pata Palo Sunset, al referirse a los clientes. "Ese es el mayor problema. Quieren sentarse y a veces son ellos mismos los que mueven y juntan las mesas y sillas", relata Conesa.

Lo tienen claro que había que asumir riesgos, que abrir era casi la única opción viable y, visto lo visto, se muestran satisfechos con lo sucedido en julio. La pandemia era "una circunstancia que hay que tener en cuenta" y si los números no son los de otro año, lo entienden y asumen. "Nuestro julio de 2019 fue malo y este ha ido parecido a aquel, por lo que nos damos con un canto en los dientes", subraya Ángel Sánchez, de La Cangreja, quien señala un factor importante en el hecho de que julio no haya sido una debacle. "Uno de los grandes defectos de nuestra zona, la falta de turismo extranjero, es lo que ahora nos ha favorecido, porque tenemos muchos clientes de segunda residencia de la zona o nacionales y ahí no ha bajado la afluencia de gente a esos niveles".

Aguardan un mes de agosto esperanzador, con más gente de vacaciones y, por tanto, más clientes en sus chiringuitos. "Me conformo con un mes parecido a julio o un poquito mejor", dice el propietario de La Cangreja, algo que Conesa también corrobora. No descartan, además, alargar hasta que el buen tiempo diga, la apertura de sus negocios. El Ayuntamiento de Cartagena les ha permitido tenerlos hasta noviembre.

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