LONDRES. Una encuesta a nivel mundial dirigida por psicólogos de las universidades de Bath, Bath Spa y Exeter (Reino Unido) ha concluido que las personas, en general, no tienen un deseo ilimitado de acumular riqueza.
La creencia económica de que la gente tiene deseos ilimitados y avariciosos ha impregnado el pensamiento económico y las políticas gubernamentales y ha dado forma a gran parte de la sociedad moderna, incluida la publicidad y el consumismo.
Pero la creencia en este principio también ha tenido consecuencias nefastas para la salud del planeta. El esfuerzo por aumentar continuamente la riqueza individual y perseguir un crecimiento económico sin fin ha tenido un alto coste para el medio ambiente. A medida que la riqueza ha aumentado, también lo ha hecho el uso de los recursos y la contaminación.
Hasta ahora, los investigadores se han esforzado por encontrar formas adecuadas de desvincular el crecimiento económico de los principios económicos perjudiciales. Este nuevo estudio, publicado en la revista científica 'Nature Sustainability', pone en tela de juicio la idea de que los deseos ilimitados forman parte de la naturaleza humana, lo que podría tener importantes implicaciones para el planeta.
En casi 8.000 personas de 33 países de seis continentes, se encuestó cuánto dinero querían las personas para lograr su "vida absolutamente ideal". En el 86 por ciento de los países, la mayoría de las personas pensaban que podían conseguirlo con 10 millones de dólares o menos, y en algunos países con tan sólo 1 millón.
Aunque estas cifras puedan parecer mucho, si se considera que representan la riqueza ideal de una persona a lo largo de toda su vida, son relativamente moderadas. Expresado de otra manera, la riqueza de la persona más rica del mundo, con más de 200.000 millones de dólares, es suficiente para que más de doscientas mil personas alcancen su "vida absolutamente ideal".
Los investigadores recogieron respuestas sobre la riqueza ideal de personas de países de todos los continentes habitados, incluidos países poco utilizados en la psicología transcultural como Arabia Saudí, Uganda, Túnez, Nicaragua y Vietnam. En todos los países se identificaron personas con deseos ilimitados, pero siempre eran una minoría.
Descubrieron que las personas con deseos ilimitados solían ser más jóvenes y habitantes de la ciudad, que valoraban más el éxito, el poder y la independencia. Los deseos ilimitados también eran más comunes en los países con mayor aceptación de la desigualdad y en los que son más colectivistas: se centran más en las responsabilidades y los resultados del grupo que en los individuales.
Por ejemplo, Indonesia, que se considera más colectivista y que acepta la desigualdad, tenía el mayor número de personas con deseos ilimitados, mientras que el Reino Unido, más individualista y preocupado por la igualdad, tenía menos. Sin embargo, hubo anomalías como la de China, donde pocas personas tenían deseos ilimitados a pesar del elevado colectivismo cultural y la aceptación de la desigualdad.
"La ideología de los deseos ilimitados, cuando se presenta como naturaleza humana, puede crear una presión social para que la gente compre más de lo que realmente quiere. Descubrir que la vida ideal de la mayoría de las personas es en realidad bastante moderada podría facilitar que la gente se comporte de forma más acorde con lo que les hace realmente felices y que apoye políticas más fuertes para ayudar a salvaguardar el planeta", explica el investigador principal del trabajo, el doctor Paul Bain, del Departamento de Psicología de la Universidad de Bath.
Por su parte, la coautora, la doctora Renata Bongiorno, de la Universidad de Exeter y también de la Universidad de Bath Spa, ha agregado que las conclusiones de la investigación son "un duro recordatorio de que la opinión mayoritaria no se refleja necesariamente en las políticas que permiten la acumulación de cantidades excesivas de riqueza por parte de un pequeño número de individuos".
"Si la mayoría de la gente se esfuerza por tener una riqueza limitada, las políticas que apoyan los deseos más limitados de la gente, como un impuesto sobre la riqueza para financiar iniciativas de sostenibilidad, podrían ser más populares de lo que se suele decir", ha remachado.