MURCIA (EP). El 16,5 por ciento de los menores que ha recibido solicitaciones o interacciones sexuales por parte de adultos en internet ha sido a la vez víctima de abuso en pareja y ciberacoso por sus compañeros, según una investigación liderada por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y en la que han participado investigadores procedentes también de la Universitat de València (UV) y de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Esto evidencia que los riesgos online para los adolescentes no son problemas aislados, sino superpuestos.
El estudio ha analizado la prevalencia de la solicitación/interacción sexual en función del sexo y la etapa de la adolescencia y la relación de esta problemática con la cibervictimización entre iguales y el abuso online en la pareja, así como su impacto sobre la calidad de vida.
Los resultados han mostrado que el 33,9% de los menores había sufrido algún tipo de victimización online. Los adolescentes víctima de los tres riesgos a la vez (16,5%) han sido los que presentaron puntuaciones de calidad de vida significativamente más bajas.
Esta investigación, llevada a cabo por investigadores del grupo 'Ciberpsicología' de UNIR, contó con la participación de 3.578 estudiantes, entre 10 y 15 años, de 28 centros españoles en nueve Comunidades Autónomas: Aragón, Cantabria, Castilla la Mancha, Castilla y León, Comunidad de Madrid, Comunitat Valenciana, Galicia, País Vasco y Principado de Asturias.
El 12,6% de los menores ha recibido solicitaciones sexuales -tales como la petición o la recepción de fotos o vídeos, así como preguntas de índole sexual- y el 6,4% ha llegado a interactuar sexualmente con adultos, bien a través del envío de materiales o, alrededor del 1% de los casos, en persona.
Las chicas han sido quienes con más frecuencia recibieron peticiones sexuales de adultos, sobre todo en la franja de 14 y 15 años, según pudieron comprobar los investigadores, procedentes también de la Universitat de València (UV) y de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
Como señala el coordinador del estudio, Joaquín González Cabrera, "Internet es una fuente de oportunidades, pero también de riesgos para los niños, niñas y adolescentes". "Muchas veces -añade- la investigación se focaliza en un problema, pero si agrandamos el angular y analizamos conjuntamente varios riesgos, como hacemos en este estudio, los datos son muy preocupantes".
"Hay muchas chicos y chicas que solapan con dos o más riesgos simultáneamente. Además, vemos como los menores que recibieron solicitudes o interactuaron con un adulto en internet tuvieron aproximadamente el doble de prevalencia de cibervictimización o abuso online en la pareja", explica González Cabrera.
El trabajo pone de relieve la necesidad de abordar las distintas problemáticas de una manera integral, en tanto que los riesgos asociados a internet no se producen de forma aislada, sino que se solapan con frecuencia en un mismo individuo.
Los investigadores, a su vez, han comprobado los efectos de los diversos tipos de victimización online que sufrían los adolescentes sobre la calidad de vida en relación con la salud (HQRoL).
Los resultados han mostrado que los menores víctimas de los tres riesgos simultáneamente tenían puntuaciones de calidad de vida significativamente más bajas que aquellos que no presentaron problemas o solo presentaron uno.
Según la primera autora de este estudio, Jessica Ortega-Barón, "estos resultados ahondan en un problema importante y que cada vez resulta más evidente: los chicos y chicas están expuestos a muchos riesgos en internet".
"Por esta razón, las acciones educativas que generemos deben intentar prevenir estos riesgos de forma conjunta. Tanto la investigación de estos riesgos en internet, como su prevención, ha de ser global y para ello llevamos varios años trabajando en un Programa de Prevención multirriesgo: Safety.net", afirma Ortega-Barón.
En la investigación han participado, además, Vanessa Caba Machado, Adoración Díaz López y Blanca Tejero Claver, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR); Jessica Ortega Barón, de la Universidad de Valencia (UV), y Juan M. Machimbarrena, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).